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Un matriarcado bajo el agua

Las llaman “las mujeres del mar” (haenyeo), y son un caso extraño en muchos sentidos: en un país tradicionalmente machista como Corea, en la isla de Jeju, al sur del país, son ellas las que desde hace más de un siglo bucean en exclusiva a por el marisco. Además, no es una profesión solo para jóvenes, sino que de las casi 5.000 buceadoras inscritas muchas superan con creces los 60 años. El tercer punto es que es un modelo de explotación sostenible.

“La tradición dice que solo debemos coger lo que necesitamos para nuestros hijos”, cuenta Song Hwan Go, de 67 años y que lleva buceando 50. Song Hwan Go luce un traje de buceo rudimentario y una especie de guantes de cocina, aunque ella aclara que tiene otro mejor para el invierno. Esta mujere amable no tiene a la vista la jubilación. “Espero seguir unos 15 años más, ya que no es un trabajo difícil”.

Song enseña un pequeño pulpo que acaba de capturar. Lo servirán hervido y acompañado de salsa en unos minutos en el chiringuito de al lado por la considerable suma de 20 dólares. Cuentan los guías que hay dos factores que explican el matriarcado. El primero es que en Jeju hay poca tierra y ante la dificultad para abastecer a la familia solo con el trabajo del hombre, la mujer empezó a mariscar. Después se unió que las mujeres en Corea no eran consideradas fuerza laboral, así que no pagaban impuestos.

El resultado es que hay unas 5.000 mujeres que realizan esta tarea, según las Autoridades de la isla. Pero son muchas menos que en los 80, cuando había 15.000. A partir de los años 70, con al subida del nivel de vida de Corea y del precio del marisco, la tarea de las haenyeo dejó de ser de subsistencia. Ganaron dinero y pudieron enviar a sus hijas a la universidad. Pocas jóvenes no quieren mariscar. No quieren las dos hijas de Song, de 42 y 44 años, que estudiaron.

Tampoco siguen las dos de Kim Chunga, de 58 años y que lleva 35 buceando. “Mis hijos y mi marido me piden que lo deje. Pero yo quiero seguir. Me siento bien y estoy más sana que nunca, porque con esta actividad mueves todo el cuerpo”, cuenta junto al monte Amanecer, un cono volcánico que forma una península de la isla. Kim tiene la piel tersa y muestra una llamativa agilidad.

El trabajo de las mujeres del mar les ha llevado a tener un papel en la sociedad mayor que en el resto de Corea, donde hasta hace solo unas décadas la mujer trabajaba en el hogar. Por eso a Jeju la llaman “la isla de las mujeres”. Para no perder la tradición, la provincia de Jeju ha creado una escuela de mariscadoras, ya que en un país en el que broncearse no es una moda, casi nadie va a la playa por gusto y por lo tanto hay muchos jóvenes que ni saben nadar.

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