Casa rampa
FOTOS: Pedro Pegenaute
La topografía manda en la arquitectura de esta vivienda gerundense, pero es el bosque de robles, encinas y pinos el que define la vida en su interior.
La cubierta de basalto subraya las vistas, la inclinación de las losas busca fundir la casa con las montañas de la sierra de Rocacorba que se levantan al fondo del paisaje circundante. El arquitecto Josep Ferrando asegura que es la proliferación de muros desplazados entre sí lo que potencia las vistas cruzadas, las relaciones diagonales entre los espacios de esta vivienda en Bescanó (Girona). Y es cierto que la prolongación de los muros más allá del perímetro de la casa mezcla visual y volumétricamente los espacios interiores y los exteriores, los funde, los expande y los conecta. Así, arquitectónicamente, la casa parece apropiarse del espacio exterior, adueñarse del terreno posándose como una capa más. Sin embargo, es el espeso bosque circundante el que define la calidad del confort interior.
El entramado de las ramas de los árboles teje un filtro para la vida en la sala de estar, y para las vistas desde ese salón. Las estaciones dejan su huella en esa manera de vivir pegada al bosque en la que los árboles funcionan como un tamiz filtrando más o menos luz, según la estación. Las hojas de las copas de los robles detienen el sol estival, pero las mismas ramas desnudas permiten la llegada de los rayos durante el invierno.
El basalto y las líneas ascendentes de la vivienda subrayan el paisaje. Pero esas mismas líneas definen un interior con una escala cambiante: cercana en los accesos, generosa, casi monumental en algunas zonas en las que la vivienda llega a doblar su altura. Así la mezcla de escalas y el desplazamiento de los muros son las claves de una vivienda que atrapa el paisaje y, a la vez, trata de dejarse devorar por él.
PEM:1.500 euros por metro cuadrado
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