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‘LIBÉRATION’

Esperanza

La escuela pública forma a ciudadanos y trabajadores en un mismo movimiento

Es ahí donde se juegan los “empleos de porvenir” y el “contrato de generación”: en la escuela, tanto o más que en los dispositivos a medida imaginados por el Gobierno para que los jóvenes se inserten de una forma natural, y armoniosa, en el mercado de trabajo. Y, en consecuencia, en la sociedad. La escuela que forma a ciudadanos y trabajadores, ambos, en un mismo movimiento. La escuela que la sociología de la educación describe como una máquina sin piedad para reproducir las desigualdades de todo tipo, pero que lucha, sabiéndolo, por desmentir la lectura clínica de sus callejones sin salida y ofrecer la esperanza de un destino a los que entran en ella. Desde hace demasiado tiempo, a Francia le gusta detestar la escuela. Sin duda porque esta le devuelve una imagen sin concesiones, vitriólica: la de un país crispado sobre el patrimonio e incapaz de proyectarse hacia el porvenir, dolorosamente dividido entre Jules Ferry e Internet; que quiere, verbalmente, ser una tierra de acogida para los extranjeros, pero que solo con demasiada dificultad consigue tener éxito en esa aventura escolar que es también la integración; que se vive como profundamente democrática, pero que cultiva, entre iniciados, el discreto encanto del elitismo republicano que sigue siendo la clave de bóveda filosófica del sistema escolar. Ninguna de estas contradicciones se puede disolver en 60.000 puestos suplementarios (...). Limitarse a los “medios” llevaría a cerrar el debate sobre los fines: la revolución intelectual, moral y política de la que saldrá, in fine, caminando, sin aspavientos, la escuela de mañana.

París, 30 de agosto

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