La Iglesia frente al matrimonio gay
Cuando el episcopado católico, hace dos años, se elevó con vigor contra el discurso del presidente Sarkozy sobre los roms [gitanos rumanos], todo el mundo consideró a la Iglesia fiel a su vocación. Cuando los obispos de Francia han expresado, en numerosas ocasiones, su inquietud sobre las amenazas que la crisis representa para los pobres y desheradados, nadie la ha acusado de sobrepasar su misión.
Habría, pues, un cierto tartufismo al indignarse hoy de que el cardenal André Vingt-Trois proponga a los católicos (...) una oración nacional invitando a los responsables políticos a obrar por el “bien común”. Hay una cierta tendencia, también, a ofuscarse al oir al presidente de la Conferencia de los obispos delarar que Francia ha quedado “situada bajo el patronato de la Virgen María”, puesto que es parte de su imaginario. Hay cierta hipocresía, finalmente, al negarle la libertad de defender su concepción del matrimonio y de la familia, pues están en juego sus valores.
Después de todo, que la Iglesia de Francia quiera llevar a cabo combates en retaguardia es derecho y asunto suyos. Más que palabras altisonantes sería mejor oponer argumentos. Pues su rechazo categórico al matrimonio homosexual —y a su corolario, el derecho a la homopaternidad— parece tan difícil de justificar.
En efecto, la reivindicación de las parejas homsexuales (...) responde a una triple lógica. Histórica, (...), antropológica, (...) democrática (...).
(...) El debate es todo salvo anodino. Lleva a repensar la familia y la paternidad. Razón suplementaria para no abordarlo de forma crispada.
París, 15 de agosto de 2012
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