Los talibanes del foie ya están aquí
Me pregunto por qué a Igualdad Animal le gusta menos una granja en las que las aves revolotean en un marco idílico que las que malviven en grandes explotaciones
Tenía que llegar. Los integristas del derecho animal llevan años batallando contra esa encarnación de mal llamada foie-gras. Hace meses obtuvieron una victoria histórica al lograr que California lo prohibiera, convirtiendo el hígado de ave en una nueva cocaína. Ahora, personas muy sensibles han decidido que es el momento de emprenderla contra el foie español.
Sabedores de qué tipo de carnaza nos gusta a los medios, la asociación Igualdad Animal ha elegido a Mugaritz como puching ball en su guerra visceral. Tras presentar una denuncia contra el restaurante de Andoni Aduriz y contra su proveedora de foie, la granja Momotegi, han difundido un vídeo “de investigación” en el que vemos cómo trabaja con las ocas la propietaria de la explotación, Olga Posse.
Aborrezco el maltrato a los animales, que siempre me ha parecido una de las más despreciables bajezas en las que puede caer el ser humano. Por ello, cuando vi el titular me lancé a conocer las atrocidades de Aduriz, no sin antes sorprenderme de que una persona con su afable carácter y probado respeto al medio natural fuera cómplice de torturas avícolas.
Mi primer chasco llegó al saber que en la denuncia no se detalla ninguna salvajada, sino el supuesto incumplimiento de algunas normas administrativas por parte de la granja. La segunda decepción vino con el vídeo. En él aparece Posse metiendo un tubo a las ocas por la garganta para alimentarlas con grano tal como se ha hecho desde tiempo inmemorial, sin que los animales parezcan alborotarse lo más mínimo. Después se le ve desangrándolas sin electrocutarlas antes para aturdirlas. No es un espectáculo bonito, desde luego, pero las mutilaciones y agonías habituales en otras grabaciones animalistas brillan por su ausencia.
Mugaritz ha respondido con un vídeo propio sobre Momotegi, que no evoca precisamente el campo de concentración de Chicken run. Tras verlo, me pregunto por qué a Igualdad Animal le gusta menos una granja en la que las aves viven en un entorno rural idílico que las miles de grandes explotaciones en las que sufren en condiciones infames, pero con los documentos en regla.
Seré un omnívoro especista, pero las cazas de brujas contra pequeños productores no me parecen la mejor forma de defender a nuestros hermanos con patas. En lo que sí contarían con mi apoyo es en la lucha contra el abuso del foie en todos los restaurantes con pretensiones de España, que a este paso nos lo van a poner en el tiramisú o flotando en el gin tonic premium.
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