Mortalidad materna: ¿puede ser Nigeria como Suecia?
Esta entrada ha sido escrita por Anna Lucas, Coordinadora de la Iniciativa de Salud Materna, Infantil y Reproductiva delInstituto de Salud Global de Barcelona. Recientemente ha publicado el informeMás de la mitad del mundo: la I+D en salud materna como herramienta de cooperación al desarrollo.
Desplazadas yemeníes en la ciudad de Aden. Foto:©UNHCR/P.RubioLarrauri.
Los últimos datos disponibles indican que la mortalidad materna se ha reducido en un 47% desde 1990. Pero aún mueren 287.000 mujeres cada año por causas evitables relacionadas con el embarazo, el parto o el periodo inmediatamente posterior, el puerperio. El 99% de estas muertes se producen en los países en desarrollo, principalmente en África Subsahariana y casi todas por causas evitables. La inclusión de la mejora de la salud materna como un Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), no ha tenido el efecto catalizador esperado: el progreso en la reducción de la mortalidad materna ha sido lento y desigual. Y no se alcanzarán las metas acordadas: la reducción de la mortalidad materna en un 75% entre 1990 y 2015 y el acceso universal a planificación familiar en 2015.
En Nigeria la tasa de mortalidad materna se sitúa en torno a las 630 mujeres por cada 100.000 nacidos vivos. En Suecia, también…en 1750. La Suecia del siglo XVIII, un país pobre, rural y con gran dispersión de la población redujo en un periodo relativamente corto de tiempo las muertes maternas. Entre 1870 y 1930 Suecia pasó de 650-700 a 250-300 muertes maternas por 100.000 nacidos vivos. ¿Cómo fue posible -incluso antes de la introducción de tecnologías como las transfusiones de sangre, y cuando la mayoría de partos aún se producían en las casas? La falta de tecnologías adecuadas no es la única explicación a los niveles inaceptables de muertes maternas. Otros factores obstaculizan el progreso. Hacen falta más recursos – y en este sentido, la pasada década cuando se triplicó la Ayuda Oficial al Desarrollo en Salud sin que se asignaran más fondos a la salud materna ha sido una oportunidad perdida - pero no únicamente recursos.
En Suecia los datos de una comisión de salud determinaron que la mayoría de las muertes maternas se podían evitar con atención profesional durante el parto. Se expandió la capacitación profesional (a mediados del siglo XIX el 40% de los partos eran ya atendidos por personal cualificado; el 78% en 1900), el uso de técnicas efectivas (como la asepsia) y mecanismos de derivación y de rendición de cuentas entre los distintos niveles asistenciales. Suecia alcanzó los índices más bajos de mortalidad materna en Europa a principios del siglo XX.
Los otros ingredientes de la receta del éxito en la mejora de la salud materna parecen ser:
-información: que genere una conciencia temprana de la magnitud del problema y sus causas.
-voluntad de los decisores políticos: reaccionando a la información y priorizando la cuestión en la agenda política
- una estrategia política efectiva y basada en la evidencia: como la apuesta sueca por la obstetricia moderna y la capacitación de profesionales.
Más de 100 países aún no tienen registros adecuados que permitan atribuir fehacientemente las causas de mortalidad materna. Durante décadas se han priorizado estrategias centradas en las parteras tradicionales, o en las consultas antenatales. Persisten graves desigualdades de género. Las muertes maternas aún se producen en gran medida fuera de las instituciones sanitarias y sin atención profesional (un 40% de los partos en África Subsahariana). Y hasta 1999, no se estableció como recomendación el acceso a una atención obstétrica básica y de emergencia, servicios salud reproductiva bien equipados, asistencia profesional durante el parto, y un sistema de derivación a niveles superiores de atención en caso necesario.
Cuando ya se debate cómo/ si dar continuidad a los ODM, y aquí iniciamos una nueva etapa en el contexto actual de crisis económica y de un nuevo Plan Director de la Cooperación Española (CE), es oportuno recordar que la salud materna debe tener un lugar destacado en cualquier agenda de cooperación al desarrollo. Lo contrario sería obviar el impacto que la mortalidad y discapacidad maternas tienen en las propias mujeres pero también en sus hijos, familias y comunidades, comprometiendo el desarrollo de los países. La innovación, a través de un componente de I+D en salud para el desarrollo, también puede contribuir a la mejora de la salud materna: orientando las intervenciones de la CE desde la evidencia. Sobre estas cuestiones trata el informe “Más de la mitad del mundo: la I+D en salud materna como herramienta de cooperación al desarrollo”.
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