Nuestro mal es la corrupción
La crisis que padecemos es un fenómeno complejo producido por múltiples causas, internacionales unas, nacionales otras. Detrás hay responsabilidades humanas. Ser consciente de esto es la condición intelectual necesaria para prevenirse contra cualquier explicación reduccionista al uso, sea de tinte económico o puramente ideológico.
Nuestros gobernantes aparecen tan desorientados que sólo pueden ir a remolque de unos acontecimientos que les sobrepasan. Necesitados de verdades como estamos, he aquí una: nuestro mal es la corrupción. Corrupción de la política, que reemplaza el encuentro dialéctico por el monólogo mediático; corrupción de la economía, que sustituye la producción sostenible por la especulación depredadora; corrupción de la democracia, que reelige a representantes que han acreditado su indignidad para ello; corrupción de la justicia, que ultraja su imparcialidad subordinándose a intereses espurios; corrupción de las instituciones, que desprecian la profesionalidad ante el servilismo. Respiramos una atmósfera tan viciada que no se considera extravagante el que la justificada vergüenza que deberíamos sentir se disimule con aspavientos de pretendido discurso moral.
Aprovechemos la crisis para hacernos éticamente mejores, busquemos alianzas con socios que persigan una auténtica reconstrucción de nuestras sociedades, española, europea y mundial. Es un imperativo de nuestro tiempo poner en valor la Política, la Economía, la Democracia, la Justicia y las Instituciones. No nos resignemos a la melancolía. Seamos educados.— Manuel Garrido Frías.
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