El silencio de los corderos
La dimisión del presidente alemán Christian Wulff, acusado de haber aceptado vacaciones pagadas, regalos y prebendas, así como de corrupción y tráfico de influencias; o también los registros en el domicilio, el despacho de los abogados y las oficinas del expresidente de Francia Nicolas Sarkozy por la policía francesa en el marco de la investigación por la supuesta financiación ilegal de la campaña de las elecciones presidenciales de 2007, en las que consiguió salir elegido como jefe del Estado, demuestran la agilidad de un verdadero sistema garantista para los intereses de los ciudadanos.
Comprobado que en otros países europeos la corrupción es en general impensable e inviable por la contundencia y rapidez del sistema judicial, resulta chocante la tolerancia de los españoles a los niveles de corrupción que soportamos a diario.
Es sorprendente, pero puede explicarse perfectamente en esta frase: la justicia no es que sea lenta en España, es que es garantista. Todo ciudadano debería preguntarse, ¿garantista para quién?
Por otra parte, cuando hacemos un comentario sobre los corruptos y corruptelas de nuestro país en un lugar público y cotidiano, el reproche recibido casi siempre es de empatía hacia el delincuente: ¡Como que si tú pudieras estar en su lugar no hubieras hecho lo mismo! Quizá por eso muchos corderos guardan cauto silencio.— Miguel Ángel Peña Marí.
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