Todos son iguales
Han trincado al esposo de Paloma Segrelles, Jr., dándose el lote con otra. Yo que tú me lo pensaba dos veces, Emilio. Estarás forrado, pero Paloma es un amor y tú no eres un Adonis precisamente
No sé dónde meterme. Como lo tengo registrado como ‘Fantasma’ en el móvil, acabo de mandarle por error un guasap a mi jefe comunicándole textualmente: “Prepárate, tigre, esta noche no duermes”, en lugar de a mi Fabrizio. Sí, qué pasa, yo también me he ligado a un italiano en una cena de singles, a ver si solo va a poder levantarse maromos exóticos Adriana Abascal, que ahí la tienes, paseando por la T-4 a su nueva conquista, Emmanuelle Schreder, un tiburón inmobiliario francés rollo Josh Brolin canoso que quita el hipo. Pero a lo que iba, que me disperso: con estos cacharros electrónicos está una vendida. Serán todo lo inteligentes que quieras, pero a la hora de la verdad, te dejan con el culo al aire.
Desde luego, para todo eso del amor y la fidelidad y lo de que hasta que la muerte os separe son letales. Anda que no se han roto parejas por las nuevas tecnologías. Desde que Eva Longoria le dio puerta a su marido, Tony Parker, porque le pilló unos mensajes calentorros a una churri en el móvil, ha habido divorcios por sexting por un tubo. Sí, hombre, eso de mandarse fotos y notitas subidas de tono por el smartphone. Cuernos ha habido desde que el mundo es mundo, pero ahora, encima, tienes que ver las pruebas gráficas y someterte al escarnio público.
Que se lo digan a Paloma Segrelles, Jr., el alma de las fiestas madrileñas. Hasta ¡Hola!, tan solidaria con los de su círculo, se hace eco del calvario que se vive en esa mansión de Puerta de Hierro. Resulta que han trincado a su esposo, Emilio Álvarez, delfín del imperio Eulen, dándose el lote con una rubia en Valladolid, le han hecho una foto con un móvil de chichinabo y la han publicado los de Vanitatis. Por ahora siguen bajo el mismo techo por el bien de sus gemelas, pero el futuro es una incógnita, según la biblia rosa. No es por meterme donde no me llaman, pero yo que tú me lo pensaba dos veces, Emilio, porque vale que estarás forrado hasta las muelas, pero Paloma es un amor y tú no eres un Adonis precisamente. Ahora que, para pillada histórica, la de Bashar el Asad y Lamis Omar en Damasco. Entre masacre y masacre a su pueblo, el carnicero sirio tonteaba por correo electrónico con una esbirra de palacio, los han colocado los de Wikileaks y la bella Asma está desolada. No es que me alegre, Asmita, pero aparte de monísima, te encuentro pelín colaboracionista y hasta las rosas del desierto tienen sus espinas.
Llámame agorera, pero me pongo enferma de ver cómo vienen las revistas. Lo diré fino: estoy hasta donde el sol no brilla de tanta boda pija. Iniesta y Anna, la novia más mona que recuerdo, por cierto. La reboda de Telma Ortiz con Jaime del Burgo en un hotelazo de Roma. Y, tachán, el bodón de una irreconocible Gema Ruiz, ex de Cascos, después de pasar por equis cirujanos. Por la Iglesia, de blanco virginal a los 38 tacos y con sus hijos adolescentes de testigos de cargo. Ojalá su príncipe azul PP no se convierta nunca en rana, pero ya lo dijo Newton: todo lo que sube, baja. Tanto amor eterno y tanta bendición apostólica, para que te la den con la primera que pasa. Mira el cretino de mi señorito. Me ha contestado al guasap que OK, que dónde, cómo y cuándo, el iluso. Porque no quiero amargarle el verano a su señora, pobre, en el pecado lleva la penitencia, que si no, lo tuiteaba en la Intranet ipso facto.
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