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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Londres se aísla

Los posibles avances en la integración europea juegan en contra de los intereses británicos

David Cameron ha abierto la caja de los truenos con unas crípticas referencias a un posible referéndum británico sobre la UE. El premier ha intentado así calmar a las huestes euroescépticas que han ganado fuerza en su Partido Conservador, pero lo único que ha logrado es alimentarlas aún más y sembrar confusión al otro lado del Canal de la Mancha. A diferencia de otros tiempos en los que, cuando había bruma, se decía desde Londres que “el Continente está aislado”, es ahora Reino Unido quien se está ensimismando, con graves riesgos para sus intereses, si es que la integración europea avanza.

Reino Unido y la UE se necesitan mutuamente. Pero los británicos están volviendo a cometer una equivocación histórica. Por vez primera desde que en 1973 Reino Unido entrara en la hoy UE, el laborista Gordon Brown, predecesor de Cameron, se quedó al margen de un foro europeo decisisorio cuando a finales de 2008 el Eurogrupo inició sus cumbres. La no pertenencia a la moneda única ha puesto a Londres en una difícil posición. No se ha librado de ajustes y recortes (aunque mantiene la útil palanca del Banco de Inglaterra), pero los próximos esperados avances, como el de la unión bancaria, atañen directamente a los intereses de la City londinense, el mayor centro financiero europeo. De cara a posibles nuevos tratados comunitarios, Londres mantiene una capacidad de veto: si la utiliza, puede llevar a otro tipo de configuración, como ocurrió con el Pacto Fiscal en el que Reino Unido no entró. Tiene otras cartas que jugar, por ejemplo en la negociación sobre el marco presupuestario para 2014-2021.

Cameron puede tener cierta razón en la idea de recuperar algunos poderes cedidos a Bruselas. La integración europea no tiene por qué avanzar siempre en una sola dirección. Pero resultan preocupantes sus declaraciones sobre el posible cierre de las fronteras británicas a ciudadanos de países en crisis de la UE.

El primer ministro no ha aclarado si el eventual referéndum, al que puede verse arrastrado por los acontecimientos, versaría abiertamente sobre la pertenencia a la UE, o solo sobre la adhesión a los nuevos avances en la integración. Sea como sea, incluso los más euroescépticos que aún creen en la relación especial con EE UU como alternativa deben comprender que, fuera de la UE, Londres pesaría menos para Washington y en el mundo.

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