Conclusiones sociales y ambientales del G20
Por Susana Ruiz, de Intermón Oxfam y representante de la CONGDE en la Cumbre de México.
Iván Muñoz / Oxfam
Algunos anticipaban una cumbre más política que nunca, pero la política nunca ha sido el fuerte del G20. François Hollande replicaba a David Cameron que “uno es responsable de lo que dice”. Al G20 se le podría aplicar que es responsable de lo que calla. El comunicado final es una lista interminable de referencias a iniciativas o informes anteriores, pero con un clamoroso vacío de ambición política. Lo que dice y lo que calla marca la (des)orientación de este grupo ante retos como el hambre en el mundo.
Tasa Robin Hood
La tasa a las transacciones financieras (TTF) desaparece de la declaración por completo. Y eso que Barroso ha anunciado que el acuerdo sobre la TTF en Europa será inminente y que cuando se aplique, debe servir para financiar políticas globales. “No podemos olvidarnos de los más pobres”. Entusiasmo no le ha faltado, pero no ha contado con el apoyo de ningún país salvo Francia.
Hambre y Agricultura
Sin duda, la gran decepción este año, por ser una de las prioridades defendidas por México. Parecía imposible no contar con soluciones contundentes cuando la cumbre coincide con la crisis alimentaria del Sahel, en la que 18 millones de personas están al borde de la hambruna. ¿Era necesario todo este recorrido para reconocer tan solo los avances que otros realizaron ya antes y en otros foros? Es clamorosa la ausencia de cualquier referencia a los agrocombustibles, a pesar de las recomendaciones de los organismos internacionales (como la FAO y la OCDE). Incluso el B20 (el Business Summit) le toma la delantera al G20 en este punto! Igual de preocupante es que la falta de apoyo a la agricultura de pequeña y mediana escala, sabiendo que en los países del G20 hay 200 millones de pequeñas explotaciones agrícolas que necesitan apoyo. Ni siquiera en los aspectos de regulación financiera, que tienen un impacto directo en la volatilidad de precios de los alimentos se avanza.
Sin financiación para el desarrollo
Por primera vez en 14 años ha retrocedido el volumen de ayuda internacional. Y sin embargo las necesidades han aumentado, la crisis ha supuesto un agujero fiscal de 56.000 millones de dólares para los países más pobres, que además ven limitado su acceso a la posibilidad de financiación internacional.
Paraísos fiscales, no tan seguros
Al menos aquí, un paso adelante, pequeño pero significativo. Según datos de Eurostat, la inversión europea en paraísos fiscales se multiplicó por 11 en la última década. En España, el 85% de las empresas del IBEX35 tienen presencia en paraísos fiscales, tendencia que también ha ido creciendo. Es un mal generalizado que cuesta a los países en desarrollo 10 veces más de lo que reciben en ayuda oficial. Cada año salen de manera ilícita cerca de 1 billón de dólares hacia paraísos fiscales, la mayor parte por prácticas de planificación fiscal de las multinacionales -eufemísticamente llamada “optimización fiscal”. Para poner fin a estas prácticas abusivas es necesario romper la opacidad con la que este tipo de jurisdicciones operan y lograr que se ponga en marcha un sistema de intercambio de información fiscal efectiva. En la práctica, permitiría por ejemplo a España solicitar información a las Islas Cayman sobre una empresa española que opere allí. Para lograrlo, el G20 propone que todos los países, incluidos los paraísos fiscales, adopten un mecanismo de intercambio de información internacional que permitiría hacer aflorar los miles de millones que ahora escapan por esta vía.
El G20 debe hacer frente a algo más que la respuesta a la crisis económica y no olvidarse de las respuestas sociales y medioambientales. Ningún rescate financiero que no atienda a los derechos y las desigualdades se traducirá en bienestar. Es una responsabilidad colectiva.
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