Claustros y piezas románicas
En estos días ha saltado la noticia de la “aparición” de un claustro románico en Cataluña. Para alquilar y junto a una piscina. Primero, está totalmente descontextualizado porque no es el lugar para el que fue pensado; segundo, ya ha sufrido dos traslados y con ello sus capiteles han sido movidos y no se han respetado ni el trabajo de los constructores ni el programa iconográfico; y tercero, ha sido preservado del disfrute y contemplación pública, en una propiedad privada. En Galicia, ha sucedido lo mismo. Al magnífico monasterio de San Xusto de Toxosoutos, entre Santiago y Noia, con un magnífico scriptorium del que se conservan algunos códices bellamente iluminados y de gran importancia durante los siglos XII y XIII, le falta el claustro, que estaba situado al Sur de su iglesia, era del siglo XIII, y también tenía columnas pareadas. El párroco se lo vendió a un vizconde para que este adornase su casa del siglo XX y se “conservase mejor”. Hoy está en el Pazo da Pena de Ouro (Noia), pero al igual que el de Palamós, no se puede visitar porque es propiedad privada.
Otro pazo, el de Meirás, guarda en su interior dos piezas de escuela del Maestro Mateo (autor del Pórtico da Gloria) que estaban en la portada occidental de la catedral compostelana y que acompañaban a David y a Salomón.
Ya fuera de España, y ya denunciado por Camón Aznar en 1962, está en Nueva York el Cloisters Museum, a orillas del río Hudson. En él está el claustro catalán de San Miguel de Cuxá. Sirvan estas líneas para demostrar una triste y dolorosa realidad: que el caso de Cataluña no es, por desgracia, un hecho aislado, y que ciertamente hay más.— Justo Carnicero Méndez-Aguirre.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.