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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

África, amenazada

Tan solo en 2009, un total de 60 millones de hectáreas de tierras en países en desarrollo, lo que supone una superficie tan grande como Francia, fueron adquiridas por empresas de inversión. Teniendo en cuenta que más del 60% de la población subsahariana de África depende de la agricultura como medio de vida, el impacto de esta especulación en el panorama económico, social y político de África ha sido elevado, según recoge el informe Conociendo las operaciones inversionistas de tierra en África, que publica el Instituto Oakland, de Estados Unidos. El estudio señala que la población más pobre del mundo depende de la agricultura. La especulación de los inversionistas está elevando el precio de las tierras, beneficiando solo a los intermediarios y amenazando la seguridad alimentaria, al fomentar la pobreza y el hambre de los habitantes de estas zonas.

El informe pone de manifiesto que a los inversores se les ha ofrecido tierra para su explotación, por cantidades irrisorias de dinero, durante largos periodos (más de 99 años), con agua ilimitada y ventajas fiscales para producir cultivos bioenergéticos y exportarlos a los mercados a los países desarrollados. Las empresas de agronegocios de Europa y de Estados Unidos, ahora también las chinas, han comprado cientos de miles de hectáreas. Sin embargo, lo más sorprendente que el informe pone de manifiesto es que prestigiosas universidades estadounidenses se han metido en el negocio a través de inversiones en fondos que prometen beneficios de un 25% de interés.

En Sierra Leona, el alquiler de las tierras es inferior a 2 dólares por hectárea. En Zambia, el 94% de la superficie es controlada por jefes locales, fáciles de convencer. En Etiopía, cientos de miles de personas han sido desplazadas de sus hogares y las tierras que han pertenecido a sus familias desde generaciones han sido vendidas o alquiladas a inversionistas extranjeros. Ante estos atropellos, los que se oponen a que en Europa se trabajen las tierras racionalmente callan.— Domingo Martínez.

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