Aquí no existen las dimisiones
Siempre pensé que Carlos Dívar y el fiscal Juan José Martín, que dio carpetazo al asunto de los viajes a Marbella sin la más mínima ética profesional, deberían dimitir. Pero incluso antes de que se debatieran dentro del alto órgano judicial las razones por las cuales habían llegado a la actual situación de desprestigio, ya me imaginaba yo que nadie iba a hacerlo.
Lo que jamás podría haber pensado es que la indignidad del Consejo General del Poder Judicial pudiera llegar al extremo de exigir la dimisión del vocal que denunció —siete vocales han pedido la dimisión de Gómez Benítez— o sea, de una persona que ejerciendo sus derechos como ciudadano, con conocimiento de causa como juez y acatando la ley denuncia unos hechos que pueden ser constitutivos de delito. Hechos que en ningún caso se han investigado con la debida diligencia y que ni siquiera se han desmentido.
Lo peor de todo ello es la argumentación de estos siete vocales: el señor Gómez Benítez ha incurrido en deslealtad al órgano que pertenece. Creo que ahora estos siete vocales también deben dimitir puesto que son leales a no se sabe quién, y desleales a España ya que cobran de los erarios públicos y no defienden el interés de los españoles.
No podemos permitir que se creen clases privilegiadas con el dinero de nuestros tributos, que se autorregulen y que se autodefiendan sin ningún tipo de control. Necesitamos una Justicia independiente y al servicio de los ciudadanos y no politizada como queda demostrado con todo este asunto.— Francisco Vicente Agulló Sánchez. Elche, Alicante.
¿Qué credibilidad podemos ofrecer al mundo, con actuaciones como la del señor Dívar? Mientras no seamos capaces de tomar conciencia de que los representantes públicos, todos, tienen que comprender que sus actuaciones pueden realizarlas gracias al esfuerzo y sacrificio de los ciudadanos, no inspiraremos ninguna confianza ni a los mercados ni al mundo civilizado en general.
Este señor no creo que deba conformarse con dimitir, algo que posiblemente ni haya pensado, sino que debe devolver la credibilidad en las altas Instituciones del Estado, algo que parecen no haber asumido muchos de ellos. Creo que por algo bastante menor, el presidente de Alemania dimitió, pero “España es diferente”.— Javier Poza Astorga. Madrid.
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