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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Todos europeístas

Francia, Alemania y Reino Unido plantean ideas para la consolidación de la Unión Europea

François Hollande ha puesto en pie un Gobierno de políticos antes que de especialistas, tanto que el ministro que no gane en su circunscripción en las elecciones de junio saldrá del Ejecutivo. Encabezado por el primer ministro, Jean-Marc Ayrault, que al igual que Hollande tampoco tiene experiencia ministerial, lo ha hecho con un nuevo código deontológico, rebajando sus salarios un 30%, respetando la prometida paridad y con auténticos pesos pesados, con la excepción de la relegada Martine Aubry.

No deja de ser paradójico que el titular de Exteriores, Laurent Fabius, y su segundo en materia comunitaria, Bernard Cazeneuve, fueran los principales defensores desde las filas socialistas del no que en el referéndum de 2005 hundió la Constitución Europea. Pero hoy todos son europeístas; de otra Europa, como ayer aclaró el nuevo ministro de Economía, Pierre Moscovici. En un doble sentido: con la exigencia de una agenda de crecimiento para ratificar el Pacto Fiscal y la promesa de que, siendo central el eje franco-alemán, se vuelva a una Unión en la que cuenten todos los socios y las instituciones. Es decir, alejándose de la idea de directorio.

Al borde del precipicio de una ruptura del euro y con un crecimiento económico muy débil, la política europea está evolucionando rápidamente. Ayer, desde fuera de la eurozona y del Pacto Fiscal, el primer ministro británico, David Cameron, lanzó un serio aviso contra tal quiebra y pidió más intervención del BCE y más integración; para los demás y para defender los intereses de la City londinense y las posibilidades de crecimiento de la propia economía británica. Desde Aquisgrán, el ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, se pronunció a favor de una política financiera común y un Gobierno central en la UE, cuyo presidente fuera elegido por sufragio. No es un plan para mañana, sino para pasado. Si hay tiempo.

Hoy lo urgente es salvar el euro. Lo entienden todos, incluidos los no europeos, y será previsiblemente el objeto central de los debates que se abren esta tarde en el G-8 en Camp David (EE UU). Tras su ajetreado viaje a Berlín, es la primera cita multilateral de un nuevo presidente de la República Francesa, socialista, que se ha comprometido a la vez a la austeridad y al crecimiento a escala europea, pues, como dijo Moscovici, “la deuda pública es un enemigo” para Francia, pero ya nadie puede realmente actuar en solitario.

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