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Tribuna
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El desprestigio social de la prensa

Frente a la crisis y al descrédito profesional, el periodismo debe responder cumpliendo las normas deontológicas y garantizando la calidad de los contenidos

″La libertad de expresión es uno de nuestros más valiosos derechos. Constituye la base de todas las demás libertades y es el fundamento de la dignidad humana. La existencia de medios de comunicación libres, pluralistas e independientes es esencial para poder ejercer ese derecho″.

Este es el mensaje del secretario general de las Naciones Unidas en el día mundial de la libertad de prensa de este año 2012. Convendría reflexionar sobre el significado de estas palabras cuando estamos asistiendo impávidos al cierre de diarios, ERES de periodistas, concentración de medios, leyes reguladoras, fundamentalismos de cualquier signo, por no hablar de males mayores que conllevan la libertad o la vida del profesional cual es, por ejemplo, el secuestro de un periodista francés hace pocos días en Colombia o el también reciente asesinato de una periodista mexicana en Veracruz.

Desde diversos ámbitos se viene afirmando de un tiempo a esta parte que el periodismo atraviesa uno de los peores momentos desde que se constituyó como garante de las libertades democráticas, en nuestro país tras el Decreto de la Libertad Política de la Imprenta de 1810, emanado de las Cortes Generales y Extraordinarias de La Real isla de León, el cual abrió paso a la prensa plural y libre que floreció en el Cádiz constitucional de la primera mitad del Siglo XIX. Luego, salvada la larga etapa de la dictadura franquista con toda su carga de censura y represión de las libertades, especialmente de la libertad de prensa, el mejor momento para la prensa en la España democrática se vivió desde la muerte de Franco hasta finales del siglo pasado. Disfrutamos de una prensa libre, plural, sujeta a unos principios éticos y una práctica profesional acreditada, un privilegio para los profesionales de la época del que quizá, en aquel momento no fuimos plenamente conscientes.

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A día de hoy, se multiplican las voces desde las asociaciones y colegios de periodistas denunciando una serie de males que amenazan con hundir la profesión periodística en una total falta de credibilidad y un lamentable desprestigio social.

Estamos a punto de alcanzar los 5.000 puestos de trabajo destruidos en este sector

Con ocasión de la celebración del 3 de mayo, Día Internacional de la Libertad de Prensa, la Asociación de la Prensa de Madrid ha hecho un llamamiento a todos los periodistas a concentrarse en la capital bajo el lema del manifiesto de la FAPE para 2012. ″Sin periodistas no hay periodismo. Sin periodismo no hay democracia″. Con el mismo lema salieron el pasado uno de marzo a la calle, los colegas de Almería convocados por la Asociación de la Prensa de aquella provincia. Según datos del Observatorio de la Crisis de la FAPE, desde noviembre de 2008 (año de su creación) se han perdido 4.830 empleos en el sector periodístico. Sólo en Madrid se contabilizan 300 afectados en lo que va de este año y subiendo. Sin tardar alcanzaremos los 5.000 puestos de trabajo destruidos en este sector.

¿Qué ocurre con la prensa? ¿Independencia informativa? ¿Objetividad profesional? ¿Pluralidad de los medios? Día a día se multiplican las quejas recibidas por las comisiones y consejos deontológicos denunciando mala praxis en las tareas informativas. Y es cierto que a menudo se vulneran los principios éticos más básicos de la profesión. La frivolidad prima sobre el rigor informativo y las coerciones y limitaciones sobre la libertad de información. Muchas veces se sacrifica la realidad en aras del entretenimiento y el espectáculo. En los últimos años estos males se han exacerbado contribuyendo al desprestigio, al recelo, en definitiva a la mala prensa de la profesión. Pero lo que el ciudadano desconoce son las condiciones precarias en que trabajan muchos periodistas, por no hablar de las limitaciones impuestas por todos los poderes que ambicionan su control. En nuestro país, los profesionales y medios hacen frente a un futuro incierto y complicado, entre quiebras empresariales de los medios e ingerencias e imposiciones desde arriba. Que si bloques editoriales, que si cámaras fuera, que si ruedas de prensa sin derecho a preguntas. El mismísimo presidente del Gobierno. ¡Inaudito! Un poco de seriedad.

La prensa sufre una doble crisis: la económica pues desgraciadamente también priman las leyes del mercado entre los editores, y la de modelo frente a las redes sociales que tienden convertir el periodismo en un diálogo abierto entre internautas muchas veces anónimos, sin carné ni formación. El llamado “periodismo ciudadano” cada día está más presente. ¿Pero son fiables todos los contenidos digitales? ¿Se comprueba o contrasta su autenticidad antes de lanzarlos a la red? Porque si el receptor se ha convertido en emisor quizá convendría también que se sujetara a algún tipo de código ético. Es hora de reflexionar seriamente sobre el tema de la comunicación en las redes sociales y sobre nuestra profesión. ¿O el periodismo es equiparable a un deporte que todo el mundo se atreve a practicar sin una preparación específica?

Si queremos sobrevivir, tenemos que volver al periodismo de excelencia

No estoy en contra del periodismo “socializado” de las redes o periodismo ciudadano siempre que se practique con un mínimo ético y no pretenda convertirse en un referente de la información salvo en casos, como ahora en Siria, en que la prensa tradicional tiene la entrada vedada para que no se conozcan las barbaridades que allí tienen lugar contra la población civil. Pero con la profesión atravesando una profunda crisis, con medios de comunicación que desparecen un día sí y otro también, con el creciente intrusismo profesional a través de Internet, la única salida pasa por insistir en la formación universitaria, la experiencia profesional y una buena praxis de nuestra profesión que respete los códigos deontológicos. Si queremos sobrevivir, tenemos que volver al periodismo de calidad, al periodismo de excelencia, como única salida. Ya sea en medios de prensa escrita, audiovisuales o digitales.

Esto es algo que no parece que entiendan los editores y en tanto no se tenga en cuenta, la consideración que a día de hoy tiene la sociedad de los periodistas y de la prensa en general no será buena.

María Dolores Masana Argüelles es vicepresidenta de la Comisión de Quejas y Deontología de la FAPE y expresidenta y vocal de Reporteros sin Fronteras

 

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