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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Un paso atrás

La fusión de los organismos reguladores implica cambiar regulación por supervisión

La vicepresidencia ha decidido unir en un solo organismo, llamado Comisión Nacional de Mercados y Competencia, las instituciones reguladoras de competencia (Comisión Nacional de Competencia), energía (Comisión Nacional de la Energía), telecomunicaciones (Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones) y correos (Comisión Nacional del Sector Postal). La operación se presenta por razones de eficiencia (“evitar duplicidades y pérdidas de seguridad jurídica”) y por razones de ahorro, puesto que la unificación dejará el número actual de consejeros (52) en nueve. Se esgrime una razón más, contenida en un informe elaborado de prisa y corriendo por la vicepresidencia, la de que la tendencia actual en Europa es a unificar reguladores.

Pero ninguno de los argumentos aducidos por el Gobierno resulta creíble. Si la preocupación es la seguridad jurídica, no cabe mayor inseguridad que suprimir, como se pretende, organismos estructurados con criterios de independencia, es decir, que no pueden ser destituidos ni eliminados, salvo cuando se acaban los conflictos por los que fueron creados o por normas muy establecidas de reglamento interno. El ahorro no es un motivo, sino una consecuencia. Y, desde luego, no es verdad que la tendencia actual en Europa sea a la fusión de reguladores, puesto que una gran mayoría apuesta por el modelo anglosajón (como el de España, con reguladores unisectoriales), salvo los casos de Estonia y, este más confuso, Holanda. En Alemania, el modelo es el de un regulador de redes al que, después de décadas, se ha unido la energía.

Los verdaderos motivos de la fusión que se pretende, técnicamente poco afortunada, hay que buscarlos en la falta de confianza en el sistema de reguladores. Sencillamente, este Gobierno no es partidario de organismos independientes que, por decisión propia, y sin interferencias de poderes públicos y privados, sean capaces de garantizar la competencia en los mercados. La vicepresidenta Sáenz de Santamaría, lo trasluce claramente cuando dice que hay que hablar de “supervisores” más que de “reguladores”. Otra causa probable es el deseo de despedir a los responsables actuales de las distintas comisiones, nombrados todos por el Gobierno anterior.

Sustituir reguladores por supervisores es una regresión a tiempos anteriores a la Ley de Competencia (sobre todo si la dirección de investigación de la competencia se incorpora a Economía). Es un paso que debería meditarse más.

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