Arte subterráneo: un viaje por las estaciones de metro más espectaculares
La primera línea circular de metro, la Koltsevaya (en ruso: Кольцева́я ли́ния) del metro de Moscú, nació de una mancha de café. Una leyenda moscovita atribuye su autoría al mismo Josef Stalin, quien al ver el cerco marrón que había dejado su taza de café sobre los planos que le presentaron --una trama radial con estaciones en las intersecciones--, lo tomó por una línea más en el diseño del proyecto. Según el mismo rumor, nadie se atrevió a sacarle de su error.
El metro es mucho más que un medio de transporte. Es una forma de viajar por la historia, de seguir desde primera línea la evolución de una ciudad y sus habitantes. En torno al subterráneo de Moscú se prodigan las leyendas, como la que cuenta que Stalin ordenó construir una línea secreta al Kremlin para su uso en caso de emergencia. No sería raro: en la red de tren de cercanías de Madrid, sin ir más lejos, existe un túnel fantasma que conduce al Palacio Real, aunque pocos saben de su existencia.
Aunque el primer proyecto es de 1902, el metro de Moscú no se comenzó a construir hasta 1932, a una gran profundidad (sirvió de refugio antiaéreo en la Segunda Guerra Mundial) y siguiendo la estructura radial y concéntrica del urbanismo de la ciudad. Fue inaugurado en 1935, y cada día pasan por sus 182 estaciones nueve millones de personas, incluidos los turistas. El número d e viajeros que transporta cada año (más de 3.200 millones) equivale a la mitad de la población del globo.
Sus estaciones monumentales, como las 12 que engarza el anillo de la línea Koltsevaya, completada en 1954, fueron diseñadas durante el apogeo de la arquitectura estalinista como palacios del proletariado, y se encuentran entre las más suntuosas y espectaculares del mundo.
Estación Komsomolskaya, diseñada por Dmitry Chechulin. / Wikimedia
La fachada de la estación Krasniye Vorota (Puertas Rojas), de Nikolai Ladovsky, está diseñada con círculos concéntricos, como una antigua gramola, con los interiores de mármol rojo.
La iluminación de Electrozavódskaya (Fábrica de Electricidad), en la foto de abajo, proyectada por los arquitectos Vladimir Schuko y Vladimir Gelfreich, parece sacada de una fantasíasteam punk, como también se conoce a la ciencia ficción con estética retro.
En todas se prodigan las paredes cubiertas de malaquita, rodonita y jaspe; las lámparas de cristal, y mosaicos y vidrieras que reproducen gestas militares de la Segunda Guerra Mundial.
Mis favoritas, las más depuradas y vanguardistas, son las cinco que diseñó el arquitecto Alexey Dushkin (1904-1977): las de Kropotkinskaya (1935), Ploshchad Revolyutsii (1938), Mayakóvskaya (1938),
Avtozavodskaya (1944) y Novoslobodskaya (1952).
En Ploshchad Revolutsii (plaza de la Revolución), en la foto de abajo (Wikimedia), los arcos de los andenes enmarcan colosales esculturas de soldados y obreros fundidos en bronce, una curiosa mezcla de Realismo Socialista y Art Déco.
El metro de Moscú pasa por ser el más espectacular, pero no es el único que merece una visita:
Algunas de las estaciones del metro de Atenas, como la de Syntagma, inaugurada en 2000, son auténticos museos donde se exhiben gran cantidad de piezas arqueológicas;
en la de Akropoli, que se abrió ese mismo año, hay réplicas de los frisos del Partenón,
y durante la construcción de la estación de Monastiraki se descubrió el cauce del mitológico río Eridano, uno de los cinco que atravesaban el Hades, el país de los muertos, y donde según Las Metamorfosis de Ovidio, cayó fulminado Faetón (la primera sanción de tráfico) por conducir con imprudencia el carro de fuego de su papá, el dios Helios, el Sol. Debajo se puede ver el yacimiento con sus paneles informativos y el cuadro La caída de Faetón, del pintor barroco Johann Liss. Todas las fotos son de la web del metro ateniense.
El de Londres no solo fue el primer metro del mundo (inaugurado en 1863 con seis kilómetros de longitud) sino el primero en introducir el diseño corporativo basándose en la tipografía creada en 1916 por Edward Johnston, el logo circular rojo de Frank Pick (1918) y el plano diseñado en 1933 por Harry Beck, un clásico imitado después por muchos otros medios de transporte.
La estación londinense de Baker Street (en la imágen de abajo; foto de Londres Metropolitan Railway),que discurre bajo la calle donde Arthur Conan Doyle sitúa la casa de Sherlock Holmes, conserva la atmósfera sombría que tenía hacia 1863, la época de las pesquisas del célebre detective.
Al arquitecto Antonio Palacios (1847-1945) se debe el diseño de las bocas y estaciones de la primera red de Metro de Madrid, un proyecto impulsado por el ingeniero Miguel Otamendi (1878-1958). Palacios empleó acabados brillantes y luminosos en túneles y andenes, con paredes y bóvedas de azulejos blancos biselados y cenefas de esmaltes dorados y azul cobalto. En la estación museo de Chamberí, una de las dos sedes del proyecto Andén 0, se ha reconstruido su aspecto original (fotografìa de Claudio Álvarez).
Las obras de la estación madrileña del metro de Ópera descubrieron la antigua fuente de los Caños del Peral, ideada en 1565 por Juan Bautista de Toledo (foto de Samuel Sánchez):
El Tunnelbana de Estocolmo presume de ser la galería de arte más larga del mundo, con más de un centenar de estaciones diseñadas por otros tantos artistas escandinavos, como el finlandés Per Olof Ultvedt, autor de la decoración de T-Centralen (1975). En las imágenes de abajo se pueden ver, respectivamente, las estaciones de T-Centralen; Radhuset, de Sigvard Olsson, y Kungstradgarden, de Ulrik Samuelson (fotos de Turismo de Suecia y Wikimedia).
Y tú, ¿conoces más estaciones de metro sorprendentes?
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