Reforma de la conciencia
La ideología vuelve a disfrazarse de ciencia con la reforma laboral que se nos viene encima. Los dogmas neoliberales hacen valer así la excelente oportunidad que se les está brindando para desmantelar el Estado del bienestar y reducir los derechos de los trabajadores hasta límites insospechados. Una reforma que apuesta por rebajar el precio del despido y bajar el salario de los trabajadores no sólo no creará empleo, sino que además agravará la crisis. Mientras tanto, las severas políticas de austeridad que se propugnaron como solución para dar confianza a los mercados y salir de la crisis se perpetúan sin tapujos pese a la evidencia empírica de que están provocando otra recesión económica. Errar es humano, pero este apego tan obstinado comienza a ser sospechoso.
El BCE prestará otro medio billón a la banca, pero, que preste dinero a los países integrantes de la zona euro sigue siendo ilegal. Indignante. Para colmo, el ministro de Economía, Luis de Guindos, es pillado en un micrófono no menos indiscreto que sus palabras al decir lleno de autocomplacencia que la reforma laboral será “extremadamente agresiva”.
La banca y las grandes multinacionales parecen haber creado un poderoso lobby sobre la política, afectando profundamente los intereses de los ciudadanos, relegados de este modo del trato preferencial que se presupone ha de dispensársenos en democracia.
Ahora pretenden implantar una reforma laboral con la excusa de que es esto lo que España necesita. Y lo peor no es lo impúdico de unas aseveraciones tan falaces, sino la impunidad con que atraviesa nuestras conciencias esta escandalosa perversión de nuestros derechos. ¿Cuándo caeremos en la cuenta de que el camino más expedito para salir de la crisis no es una reforma laboral, es una reforma de nuestras conciencias? Vamos a la calle a recuperarlas.— Álvaro Romero Alonso.
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