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Todo lo que el FBI sabía de los famosos

La policía judicial estadounidense abrió centenares de casos sobre actores, músicos, empresarios y políticos por razones muy diversas

Diana de Gales, en el año 1991.
Diana de Gales, en el año 1991.CORDON PRESS

El FBI publicó esta semana sus archivos sobre Steve Jobs y así supimos una de las cosas que su biografía no había revelado. Su autor, Walter Isaacson, dejó fuera del minucioso retrato del empresario detalles como que el expresidente George H. W. Bush le propuso para un cargo en el Gobierno. La policía judicial norteamericana investigó entonces a Jobs como hubiera hecho con cualquier otro aspirante, pero decenas de artistas, músicos e intelectuales de la historia de Estados Unidos cuentan con investigaciones dedicadas a sus actividades por cuestiones muy diferentes.

Es difícil imaginarse a un agente del FBI intentando contactar con la secretaria de Steve Jobs. Cuesta creer también que éste evitara concertar una reunión durante tres semanas y que se atreviera a contestar que “sólo tenía una hora” para la entrevista. La sorpresa, apenas 43 años antes, hubiera sido el lenguaje empleado por la Agencia para referirse a las letras de canciones de los grupos musicales a los que decidió investigar.

Mientras indagaba la conexión del grupo The Doors con otras formaciones, un agente recomendaría al director de la Agencia, Edgar Hoover, que escuchara un disco del grupo The Fugs -investigado por razones que abarcaban desde su nombre hasta las letras de las canciones o su vinculación con el movimiento contra la guerra de Vietnam- asegurándose “de que no hubiera mujeres cerca" que pudieran escucharlo. Les acusaba de escribir “las mayores obscenidades que pueda concebir la mente humana”.

El FBI acababa de abrir su investigación sobre Jim Morrison tras las denuncias por “comportamientos obscenos”, y aparecer borracho en público. Durante la actuación en Miami el 11 de marzo de 1969, más de 30 agentes esperaban para “controlar a las masas” y arrestar a Morrison, aunque éste “no fue detenido por temor a causar una avalancha”, según relató al día siguiente la revista Variety, citada en los archivos de la agencia.

La policía judicial estadounidense abrió centenares de casos sobre actores, músicos, empresarios y políticos. Entre sus archivos hay detalles sobre Elvis Presley, Martin Luther King, Janis Joplin, John Lennon, la familia Kennedy o Marilyn Monroe. Al abrir una investigación, la policía judicial debe esperar a publicar los documentos hasta que el sujeto lo solicite personalmente o después de que haya fallecido. La cantante Joan Baez, por ejemplo, tendría que pagar para que el FBI publicara la información que recopiló sobre ella, y aún así la agencia se reservó el derecho de conservar algunos documentos.

En algunas ocasiones, las autoridades debían investigar a los artistas para garantizar su protección. En otras, los sujetos eran considerados una amenaza para la seguridad de otros ciudadanos. Cuando Janis Joplin convocó un concierto en agosto de 1970 en el Grant Park de Chicago, al que acudirían más de 20.000 personas, la policía local desplegó -según los archivos del FBI- a más de 200 agentes. Un año antes, el festival de Woodstock, donde participó la cantante junto a artistas como Ritchie Havens, Grateful Dead, Credence Clearwater, Jefferson Airplane, Joan Baez Santana y Joe Cocker fue centro de las indagaciones de la agencia, que envió a otras autoridades hasta 10 cintas con canciones de todos ellos.

 

Jimi Hendrix, otro de los participantes en aquel festival, llamó la atención del FBI por sus repetidas detenciones acusado de robo de vehículos y posesión y consumo de drogas. El documento sobre Hendrix, con más de 34 páginas, detalla su detención en Seattle por robar un coche e incluye la correspondencia entre varias agencias norteamericanas y el Gobierno de Canadá, donde también había sido arrestado anteriormente. “Si el sujeto es declarado inocente, el servicio de inmigración canadiense quiere deportarle inmediatamente a los Estados Unidos”, dice la carta enviada por la policía de Buffalo, en el estado de Nueva York, al director del FBI.

John Lennon y su mujer Yoko Ono tendrían que enfrentarse al problema contrario. Tras su implicación en las protestas contra la guerra de Vietnam, que ayudaría a impulsar gracias a los conciertos que ofrecieron en muchas de las concentraciones, el Gobierno norteamericano investigó si ésta sería causa suficiente para impedir que obtuvieran la nacionalidad norteamericana y obligarles a regresar a Reino Unido. En 1972, la agencia abriría nuevas pesquisas por la donación de 75.000 dólares al grupo 'Allamuchy Tribe', liderado por el activista de izquierdas Rennie Davis y del que se sospechaba tenía planes para boicotear la convención del Partido Republicano. El documento de 204 páginas dedicadas a Lennon recopila los telegramas enviados por el director de la Agencia a las autoridades británicas en Londres.

Los expedientes preparados por el FBI incluyen decenas de artículos de periódicos y revistas norteamericanas en las que se explican los hechos investigados. La cuarta página dedicada a Frank Sinatra -hay más de 90 folios- arranca con el titular “Sinatra tendrá que ’cantar’ ante la comisión de Nueva Jersey”, en referencia a la citación judicial presentada al cantante para que explicara lo que sabía del crimen organizado.

En otras ocasiones, la agencia tuvo que encargarse de la protección de personalidades extranjeras, como la Princesa Diana, durante su visita a la ciudad de Nueva York en 1989. El FBI conserva los documentos redactados para informar a todas las agencias de seguridad del horario de llegada de la Princesa al aeropuerto John F. Kennedy de Nueva York, su estancia el Hotel Plaza de la Calle 64 y el centro de operaciones policiales en la habitación 1601 del mismo edificio. La policía local debía garantizar entonces la cobertura de la manifestación con motivo de su visita para “identificar a cualquier irlandés sospechoso de terrorismo que puedan suponer una amenaza para la princesa”.

Ocho años antes, la policía de Baltimore había investigado a un ciudadano que afirmó haber enviado un paquete bomba a Londres como regalo de bodas para la Princesa Diana y el Príncipe Carlos. Los nombres de los agentes que participaron en la investigación, así como los que entrevistaron al sospechoso y el nombre de éste han sido borrados, una técnica común de la agencia.

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