Las manos que recogen el té

Por MÓNICA HERNÁNDEZ
Sri Lanka (antigua Ceilán) es el mayor exportador de té del mundo. Y el proceso de recogida es, principalmente, manual y femenino. Cientos de mujeres tamiles recogen en torno a veinte kilos de té al día por apenas dos euros. Al mismo tiempo el consumidor europeo paga por esa cantidad no menos de 1.000. El té es una de las aportaciones más importantes al Producto Interior Bruto (PIB) srilankés.
Trabajan 22 días al mes unas ocho horas al día. Se las puede ver por las plantaciones de Nwara Eliya, en las colinas de esta isla con forma de lágrima, vestidas con saris de colores. No paran de cortar las hojas más tiernas con sus manos y echarlas en las cestas que llevan anudadas a la cabeza.
Fueron los británicos, otrora colonizadores de Sri Lanka, quienes sustituyeron las plantaciones de café por las de té allá en 1870 cuando una plaga diezmó los cafetales y, con ellos, la economía de subsistencia. Eligieron para cultivarlos a inmigrantes tamiles de India como mano de obra barata: ellas. Las que salpican los inmensos campos de té con esos puntitos blancos que nunca dejan de moverse. Son las cestas de rafia que llevan colgadas de la cabeza y a las que van echando las hojas verdes que no cesan de cortar en ningún momento. Llevan a sus espaldas la economía del país.
En algunos informes había leído las duras condiciones de vida de estas mujeres que, con un pobre nivel de educación, parece que malviven en barracones sin condiciones higiénicas ni sanitarias y recorren kilómetros al día para trabajar y después estar al frente de sus familias.
La Pedro Tea Estate es quizás la plantación más accesible desde Nuwara Eliya y también la más preparada para las visitas. Los domingos no se trabaja en la planta ni se recoge el té en los campos pero existen visitas guiadas para turistas. En ellas se explica desde la recogida de las hojas del té hasta el envasado para la exportación, pasando por los procesos de triturado, selección y secado. Al final de la visita se invita al viajero a una taza en el Tea Centre de la hacienda, donde también se puede comprar té procesado aquí, con un gran número de variedades.
Estas mujeres, con las que es más que difícil entenderse si no se habla tamil, realizan un pequeño descanso en la jornada y se sientan frente a las cumbres. Cielo o infierno. Algunas llevan frutas, otras té de sus propios termos.
Una vez hecha la selección, comienza el proceso de secado, triturado y fermentado. Después se empaqueta. Y en la caja aparece la figura del león, el símbolo y logotipo de la isla. Si no hay león, no es té de Sri Lanka. Es así, pues los importadores que compran en las subastas y empaquetan en otros países no pueden estampar el anagrama del león. Y las empresas que utilizan este símbolo tienen que cumplir con las reglas marcadas por los estándares de calidad del Sri Lanka Tea Board.
Cada semana tiene lugar la mayor subasta de té del mundo con más de 200 empresas pujando en nombre de empresas de todo el mundo. La subasta está conducida por la Asociación de Comerciantes de Té de Colombo bajo la dirección de la Cámara de Comercio. En 2007 Sri Lanka produjo 15.500.000 kg. de té a granel (el equivalente de 1.650.000 bolsitas). Para más información sobre la producción, venta y todo lo relativo al té en Sri Lanka, la mejor página web es la del Sri Lanka Tea Board
Pero las trabajadoras ya no participan en eso. Ellas regresan a sus montañas a seguir cortando hojas. Las cestas ya vacías no pesan tanto e igual caminan algo más ligeras. En unas pocas horas volverán a estar llenas. A quién no le apetece, a cualquier hora, sentado frente a una mesa camilla, el sabor de una taza de té.
MÓNICA HERNÁNDEZ es reportera de TVE
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