De Busan a Valencia ¿Desarrollo o golf?
Foto: Dochas.
Termina en Busan (Corea del Sur), el Cuarto Foro de Alto Nivel sobre Eficacia de la Ayuda. Antes de que este nombre soporífero les empuje a cambiarse al blog del Comidista, déjenme advertirles de que en esta conferencia que ha pasado desapercibida se hablaba de un asunto importante: el uso que se hace de mis impuestos y de los suyos. Los países ricos destinaron cerca de 100.000 millones de euros a la ayuda en 2010 (unos 4.400 millones, en el caso de España) y es justo que los ciudadanos nos interesemos por el impacto y el valor de estos recursos. No se me ocurre un modo mejor de justificar su mantenimiento en el futuro.
La agenda sobre la eficacia de la ayuda -impulsada por la OCDE como paraguas de los países donantes- nació en 2005 con la Declaración de París. Sus contenidos cubren una variedad de indicadores, desde la coordinación de los donantes al alineamiento con las prioridades establecidas por los propios gobiernos receptores. El caos en el que hemos operado hasta ahora estaba perfectamente descrito por Eduardo González en una entrada publicada en este blog hace algunas semanas: prioridades contradictorias, gastos redundantes, burocracias kafkianas, imposiciones políticas... nada que le suene ajeno si viven en España. Por si fuera poco, el circo de los donantes habituales no había hecho más que animarse con la llegada de grandes países emergentes como China o India, cuyos programas de cooperación juegan un papel cada vez más relevante.
De acuerdo con el informe de seguimiento elaborado por la OCDE para la conferencia, los principios de eficacia de la ayuda han calado mejor en los países receptores que en los donantes. Los primeros han triplicado el número de planes nacionales de desarrollo, fundamentales para marcar el camino de las estrategias de lucha contra la pobreza. Los donantes, sin embargo, solo han hecho progresos significativos en uno de los trece indicadores de la lista, el de la coordinación.
Busan era una cita clave para impulsar las medidas que hacen de la ayuda una verdadera palanca del desarrollo y la erradicación de la pobreza. Más aún, involucrar en este esfuerzo a los protagonistas de la cooperación Sur-Sur. Pero parece que tendremos que esperar. Los países participantes han acordado la creación de un nuevo Partenariado Global por la Eficacia de la Cooperación para el Desarrollo en el que estarán incluidos China, India y Brasil. Estos países aceptan los principios generales de eficacia de la ayuda, pero sus compromisos no se concretarán hasta mediados del próximo año, junto con los objetivos específicos del acuerdo y los indicadores para darles seguimiento. No es irrelevante, pero todavía es inconsistente. (Ver aquí el documento de conclusiones del Foro.)
Todo esto, naturalmente, da por sentado que los programas de ayuda continuarán en el futuro próximo, aunque sea congelados por un tiempo. Pero eso es mucho suponer en regiones como Valencia, cuyos responsables políticos han reducido la ayuda en un 78% en los tres últimos años. El presupuesto para 2012 encoge la cooperación a una cantidad irrisoria de 14 millones de euros. Con la que está cayendo, el asunto sería hasta cierto punto comprensible si uno no tuviera en cuenta que solo el proyecto de las Torres de Calatrava le costó a la Generalitat de Valencia la friolera de 15 millones (que, a diferencia de lo que se adeuda a las ONG, fueron pagados religiosamente al arquitecto). Esta perla es una más de la interminable lista de carreras de coches, campeonatos de golf y aeropuertos fantasma que adornan el presupuesto valenciano de 'grandes eventos' para 2012 (nada menos que 409 millones de euros).
¿Zimbabue, Nicaragua? No. El verdadeto reto de la eficacia del gasto público es Valencia.
(Si quieren echar un cable, pueden unirse aquí a la denuncia de las ONG valencianas.)
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