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Al padre de Pau se le ha parado el corazón

Clara Blanchar

 

Me gusta pensar como Pau. Que Jordi, su padre, está en el cielo. Cuando Elisabet le comunicó la semana pasada que a su padre se le había parado el corazón, Pau, de cinco años, le preguntó: “¿Y dónde está?”. “¿A ti donde te gusta pensar que está?”, repreguntó ella. “En el cielo”. Es bonito, grande y también es práctico: el cielo siempre está. Jordi murió la semana pasada después de más de dos años ganando batallas contra un cáncer. Tenía 41 años y si queréis conocerle un poco más, recomiendo este emocionante artículo que Carina Farreras escribió en La Vanguardia. Sin protagonizarlo, en el texto se cuela Elisabet, la madre de Pau, que como Jordi nos ha dado una lección enorme: que el miedo a morir impide vivir, la frase entrecomillada que titula la página del periódico.

Hasta ahora, en las clases del parvulario de nuestra escuela habían afrontado la muerte de abuelos y algún tío, pero nunca la del padre de un alumno. Una vez más admiro como el equipo de maestras se preparó en las semanas anteriores y como esta primera semana ha acompañado a Pau. En los últimos días de vida de Jordi, la maestra de P5, habló con los niños del corazón: qué animales lo tienen, si nosotros lo tenemos, para qué sirve, qué pasa cuando se para… La maestra del grupo unitario –el parvulario tiene un funcionamiento singular que expliqué el curso pasado en este post—tuvo la vista de dar la oportunidad a Pau para que explicara a sus compañeros la enfermedad de su padre y que estaba en el hospital. Y lo más bonito, mientras al resto de familias nos devolvieron las fotos de las vacaciones, dejaron colgadas en el corcho de la clase las de Pau y su familia. Así Jordi está presente y será un referente el día que el niño se decida a hablar del tema. Compartirán que aunque no esté aquí, siempre será su padre, que le podrán recordar a través de la memoria y las fotos, que la pena se hace pequeña a medida que pasa el tiempo, que si se comparte y se reparte ya no es tan grande…

Por ahora no ha querido. Se lo explica a los adultos (la maestra de música, la que entra a dar conversación en inglés…) y busca su contacto físico más allá de lo habitual, pero no habla del tema con sus compañeros. El resto de niños se lo está respetando, cuenta orgullosa la maestra. Saben que está triste, comparten su tristeza y le han ofrecido situaciones que propiciaran hablar, pero todavía es pronto. El Centro de Recursos Pedagógicos recomienda, como el sentido común, esperar y estar ahí el día que ocurra. Las maestras subrayan que dentro de la enorme putada que es lo que ha ocurrido, cinco años es una edad en la que la figura paterna está bien anclada, una circunstancia que será positiva para Pau, como lo es estar en el tercer curso de escuela, con un entorno también muy consolidado.

Estos días me acuerdo mucho del premiadísimo documental de la televisión japonesa NHK, de 2002, Escuchando a los demás -el link es una traducción al catalán del programa 60 minuts de TV3, no he encontrado traducción al castellano-, sobre un maestro de primaria que considera que lo más importante que debe pasar en la escuela es que los niños creen vínculos fuertes y sean felices. Los alumnos del maestro Kanamori, de diez años, escriben a diario una carta en la que explican cómo se sienten. Un día, un niño explica que ha faltado a clase por la muerte de su abuelo. Su relato hace estallar de emoción a otra compañera, que revela, para sorpresa del resto, que su padre murió cuando tenía tres años y que nunca lo había contado antes. No es la única muerte del curso, y el documental termina con los niños escribiendo una carta a los padres ausentes. La escriben con letras bien grandes, sobre la arena del patio, para que éstos puedan leerla desde el cielo.

Las últimas horas de la vida de Jordi, ya muy enfermo, también tienen una imagen preciosa. Los jueves, los niños de P5 se llevan un cuento a casa para disfrutarlo en familia durante el fin de semana. A Pau se lo explicó Jordi en el hospital. Idea de Elisabet. La última tarde. Fue su despedida. No sé si es la despedida perfecta, pero me parece un recuerdo hermoso.

Falta otro recuerdo. Póstumo. Jordi participó este año en la serie documental sobre la muerte El vol de la papallona (El vuelo de la mariposa), de la red catalana de televisiones locales (XTVL). Le prestaron una cámara y durante meses grabó su día a día y puso voz a lo que pensaba y sentía. Por lo visto el material es brutal, cuenta Elisabet, que ha visto un borrador. Se emitirá la semana del 7 de noviembre, hay que estar pendiente en la web o vía twitter. No será fácil verlo. Estoy segura de que Jordi puso toda la carne en el asador: nos hará aprender de nuevo y nos cambiará otro poco más. A mejor.

Buen viaje, Jordi.

Comentarios

No niego, pero tampoco puedo creer en la existencia de Dios, sin embargo, a mis hijos también les digo que nuestros muertos están en el cielo. Y ojalá que fuese así
Precioso post, Clara. A menudo pienso sobre qué le diré a mi hijo de 21 meses cuando me pregunte por su abuelo materno y por su abuela paterna. A mi también me gusta la idea de que están en el cielo y que por la noche encienden las estrellas para que no nos perdamos en la oscuridad.
Cuando mi hija murió, con apenas tres meses por muerte súbita, su hermano Miguel, que entonces contaba con cuatro años lo asumió de una forma mucho más natural de lo que lo hicimos los mayores, lo que no dejó de resultar doloroso para él. Todos los años, por el cumpleaños de su hermana, compramos un globo, le colgamos papelitos en la cuerda en los que escribimos lo que nos gustaria decirle personalmente y lo dejamos ir. Miguel cree que cuando llegue al cielo su hermana recogerá el regalo.
Precioso post y precioso el articulo. Maravillosa la fortaleza de Jordi (REP)
En linea con la idea de como explicar la muerte a los nuestros peques, os cuento algo algo que sucedio hace un par de meses y que, sin poder evitarlo, me provovo un sentimientos encontrados: tristeza, impotencia y enfado. Un dia, al llegar a casa me encontre a mi hijo de bajon, triste. Le pregunte y me dijo que habia llorado mucho, y que su amigo Ryan tambien habia llorado mucho. Supe despues que Ryan estaba esperando una hermanita que nacio prematuramente dos dias antes y que todos en casa estaban supercontentos. Ryan estaba en casa esperando a que su hermanita, a la que ya habia visto en fotos y videos, llegase ayer a casa. Pero llego solo papa, llorando porque la hermanita habia muerto.... Horrible, de ahi mi tristeza, no me puedo imaginar lo que se siente... Y ahora viene el enfado. A Ryan, que tan solo tiene 4 anyos, le explicaron con toda naturalidad que su hermana habia muerto y claro eso es lo que Ryan le conto a mi hijo, de 3 anyos. Ryan estaba desolado, hasta el punto que le dijo a mi hijo “puedo venir a dormir contigo? Mi mama no esta, mi hermanita ha muerto y mi padre esta llorando mucho....” A mi me parecio inapropiado explicar el concepto de muerte a ninyos tan pequenyos y cuando llegue a casa senti la impotencia de no poder hacer nada. Reconozco que no tengo idea como, pero me hubiera gustado hacerlo de forma distinta. Tampoco, se muy bien si mi hijo acabo de entender lo que paso, pero estaba triste, muy triste. Y hace tan solo una semana imaginaba que tenia un hermanito y cuando le pregunte donde estaba ese hermanito, me dijo "Ay arriba" :)
Qué post tan bonito, y tan tierno y emotivo... La muerte está ahí, y creo que con los niños hay que tratarla de la manera más natural posible, forma parte de la vida, y de su vida, en muchos casos, también. Yo tengo dos hijos pequeños que saben que su abuela materna está muerta desde poco antes de que naciese el mayor y que vivieron más muertes en la familia. En mi casa se habla de nuestros seres queridos que ya murieron, siguen formando parte de nosotros, de nuestra historia y nuestros recuerdos... para mi era inconcebible que mis hijos no conociesen a mi madre, a su abuela, y siempre quise que supieran de ella, y la quieren, aún no conociéndola en vida, y hablan de que tienen dos abuelos y dos abuelas, y que una de ellas murió y que no la conocieron. Me parece precioso, pero de verdad, lo que hicieron en el colegio de Pau, esa preparación, esa sensibilidad... hablar de las cosas como son, siempre adaptándonos a la edad de los niños, y darles ese permiso y ese espacio para que expresen sus sentimientos, yo creo que es lo que necesitan. Qué pena que no se funcione igual en otros coles.
Comparto. Comparto el post. Comparto la emoción. Besos a Pau.
Ojalá alguien hubiera sabido qué hacer con mi orfandad paterna a mis 12 años...
Que bonita es la vida con edulcorante, ¿Por qué luego nunca es así?
Gracias por esta entrada, Clara y por dejar enlace de televisión japonesa. Conservar fotografias en casa de las personas que hemos querido, que dejaron huella por sus buenas obras o de como llevaron con valentía su enfermedad, todo contribuye a crear un ambiente cercano con aquellos que, como se decía y se dice en algunos entierros "en el Cielo nos reencontraremos". Pero aunque hagamos todo esto el dolor se ha de ir viviendo con naturalidad y con lágrimas, sin que nos falte la esperanza.
...sin palabras... me ha emocionado muchísimo!!!!. Todos los ánimos del mundo para Elisabet, que sin ella seguro que la historía sería otra.... aplausos y más aplusos de mi parte por su valentía.... seguro que su hijo será un gran hombre, tiene el mejor ejemplo a seguir. Y el trabajo de los profesores me parece maravilloso....la inteligencia emocional.
Me ha tocado mucho. Es mi peor y mayor pesadilla..dejar a mi niño solo tan pequeño..
Mi padre perdió a su madre con 4 años; mi abuelo se volvió a casar en seguida, y para que el niño también "se recuperara" le prohibió hablar de ella y cada vez que la mencionaba se llevaba un bofetón. Se olvidó de mi abuela, no recuerda ni su cara, pero obviamente no lo superó nunca y vivió siempre traumatizado por su orfandad.Ojalá todos los niños tuvieran un apoyo igual que el de Pau.
Qué bonito y qué importante es eso que cuentas. Yo perdí a mi padre con cinco años y a mi alrededor dificilmente alguien estaba preparado para ayudarme. Silencio.Creo que hoy me sentiría mejor si hubiesen sabido cómo hacerlo. Sin embargo hoy soy profe y si a alguno de mis alumnos le pasase lo mismo no sé si sabría cómo ayudarlo, más allá de compartiendo mi experiencia...Qué bien que haya profes así.
Hoy en día se protege al diferente, se le otorga normalidad en su diferencia, no se potencia que se integre en la generalidad para que su differencia pase desapercibida, como se hacía antes. Y está muy bien. Mi padre murió cuando yo tenía seis años, y en el colegio intentaron que funcionara como el resto de los demás niños: seguía haciendo las redacciones, seguía haciendo la manualidad del día del padre... seguía dibujando a mi padre (aunque fuera en el cielo)... Con lo que dentro de la pretendida normalidad, yo era el raro, el que no hacía las cosas igual que los demás, justamente lo contrario a lo que se pretencía. Al final llegué a sentir vergüenza de que mi padre se hubiera muerto, lo que no deja de ser un dolor añadido.
Me he emocionado hasta las lágrimas, no solo con el texto (maravilloso, hay que decirlo) sino que con los comentarios que comparten...Estas últimas semanas he recordado a muchas personas que ya no están y que en algún momento, compartieron conmigo. Creo que lo hago por una necesidad de entender la muerte y, al mismo tiempo, valorar esto de respirar día tras día. Trato de tener una relación natural con la pérdida de los afectos, pero es inevitable para mí complicarme y sufrir profundamente por ello. Espero traspasar a mi hijo una visión más natural y fluida de lo que significa el fin. Que todo tiene un fin. Y que, en ese sentido, todos somos iguales. http://www.papaenrodaje.cl
Mi niño perdió a su padre con un año y medio. Ahora tiene diez y medio, y lo que antes le llamaba la atención ( todos los niños tienen papa, yo sólo tengo mama) lo suplí con la frase: pero tu mama te quiere el doble! Nunca le oculté que había muerto, siempre le dije que está dentro de él, le cuento las cosas que le hacía su papá cuando era peque...No hay sustitución posible, pero nunca he tenido ningún problema, y creo que en parte es gracias a haber sido tan clara con él desde el principio, no importaba que no entendiese el concepto "muerte", ahora sí y ya lo tiene más que asimilado...Emociona leer este post.
He compartido con Elisabet y Jordi los últimos días de este maravilloso padre. El tiempo de lucha contra la enfermedad ha servido de preparación para la pérdida, si, pero os aseguro que como médico que soy debo loar la inteligencia emocional de esta mujer, que lejos de abandonar su tarea de cuidadora de una pareja a la que tanto amaba ha sabido transmitir a su hijo los conceptos básicos para prevenir un duelo patológico:Que su padre ha luchado con todas sus fuerzas para seguir con el, que ahora donde quiera que esté estará bien, que estará donde Pau decida que esté, que aprenderá a notarlo y que por encima de todo, su madre siempre estará ahí.Un cop més Elisabet: gràcies x la teva lliçó de coratge!
Hola, buscando el documental en castellano no he sido capaz de encontrarlo pero si lo he encontrado en catalán con subtitulo en castellano. Dejo aquí el link del primero de los vídeos, http://www.youtube.com/watch?v=Pb_ZJ_xnx6IYo lo he visto y es realmente alucinante, igual que este blog. Enhorabuena a todos :)
yo perdí a mi padre con 28 años, no es lo mismo lo sé, pero lo recuerdo cada minuto del día, su rectitud, sus valores, la honradez, el trabajo..., cada vez que tengo que tomar una decisión importante pienso que me diría mi padre, también tengo una madre maravillosa , que a pesar de estar lejos, hablo todos los días con ella, y tenemos una conexión especial.
Es la tercera vez que entro en este post, y esta vez sin leer nada me he puesto a escribir. Las otras dos veces acabé con los ojos llenos de lágrimas.Hace tres años i medio que mi padre falleció (yo tenia 28) y aunque no es lo mismo, no puedo evitar que los sentimientos tristes vengan a mi de nuevo.No tengo palabras para admirar a la madre de Pau, al padre, al colegio y al mismo Pau y todos sus compañeros de clase.Sólo les puedo enviar un abrazo virtual y dar las gracias por la lección de vida que han dado. Felicidades al equipo docente del colegio de Pau, la vida no son solo las matemáticas y la gramática.
Hola, somos el equipo del programa documental 'El vol de la papallona' en el que Jordi partició durante su último año de vida. Un tiempo en el que compartió con nosotros su 'convivencia' (como él decía) con la enfermedad, sus miedos y sus esperanzas. Su testimonio ha sido para nosotros una verdadera lección de vida y de superación. También lo ha sido Elisabet, su mujer. Os invitamos a que veáis su capítulo 'Lluitar per viure' ('Luchar por vivir'). Se estrena la semana del 7 de noviembre y lo podéis ver por internet en www.elvoldelapapallona.com. Si vivís en Catalunya también lo podéis ver en distintas teles locales. Os dejamos el enlace http://xtvlblocs.cat/elvoldelapapallona/on-semet/Un abrazo
Me parece bien que la clase y los profesores intenten ayudar al chaval que haya sufrido una perdida , pero todo esto me parece un poco exagerado. Para empezar, puede que el niño sea de esas personas a las que no le apetece hablar del tema, no hay que presionarle. Aparte, son los profesores los que màs deben tener una actitud discreta de disponibilidad hacia el doliente, ya que los compañeros directamente son incapaces de entenderle, por su edad. Pero de ahí a tener que hacer terapia de grupo...
Uf... qué post! Me deja la piel de gallina. La verdad es que es un palo tremendo para un crío el perder a un padre siendo tan pequeño... ¡Qué importante es que los adultos sepan ser un abrigo emocional para él en estos momentos! Mis respetos a su madre y al trabajo que hacen las maestras, es fundamental para Jordi poder contar con adultos que lo acompañen y apoyen.
Maravillosas palabras, tanto las tuyas como las de Carina Farreras y Jordi... desgraciadamente esta enfermedad me rodea muy de cerca, como a casi todos... Hay que aprender a convivir con ella y a ser feliz cada minuto, aunque muchas veces sea un esfuerzo, pero no hay que dejar de hacerlo nunca. Porque la vida es también maravillosa.
Felicidades por la forma de tratar este delicado tema. Conocemos a Elisabet por el trabajo y sabemos lo duro que ha sido para ella y para Pau todos estos meses de lucha con la enfermedad de Jordi. Creemos que son un ejemplo de superación y nos estan dando a todos una gran lección de vida. Les deseamos mucha fuerza para seguir pedaleando!
El padre de mis hijos murió con 39 años, después de dos de enfermedad. Los niños tenían 10 y 8 años. Creo que lo fundamental es que se les hable claramente, y no se les trate como si no entendieran las cosas. Pero ellos no le vieron los últimos días -por deseo de su propio padre- pues estaba muy deteriorado, fallo hepático y renal, y hemorragias generalizadas. Él quiso que le recordaran todavía sobre sus pies y más o menos activo. Ahora (tres años después) hablan de ello abiertamente. Con un poso de tristeza, sí, pero sabiendo que es natural que a todos antes o después nos toca.
El mío murió cuando yo tenía 12 años y no se montó tanta mojigatería ni tanto drama como el que estáis organizando con este blog. La gente se muere. Es ley de vida y ocurre a diario. Y sí, también ocurre cuando los hijos son muy jóvenes. Y bastante más de lo que os creeis. Pero vosotros parece que estéis viviendo una experiencia mística, como si fuese un drama excepcional. Cuanto tontura, señor.
Aquí os dejo el enlace del programa "El vol de la papallona", donde Jordi expresa todos sus sentimientos. Os emocionaráhttp://xtvlblocs.cat/elvoldelapapallona/2011/11/09/capitol-6-lluitar-per-viure/
Me encantó el post. Mi padre murió cuando tenía 9 años, hace 30. La atención a los chicos ha cambiado mucho, y me hubiera encantado recibir la atención y redes de ayuda de Pau. Me ilusiona saber que lo hagan ahora.

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Sobre la firma

Clara Blanchar
Centrada en la información sobre Barcelona, la política municipal, la ciudad y sus conflictos son su materia prima. Especializada en temas de urbanismo, movilidad, movimientos sociales y vivienda, ha trabajado en las secciones de economía, política y deportes. Es licenciada por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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