Otros arquitectos 2
En la serie Otros arquitectos proyectistas con ocupaciones atípicas cuentan cómo y por qué llegaron hasta su actual dedicación.
El Globus vermell: "De un par de profesores aprendimos a cuestionarlo (casi) todo".
Hace dos años años los arquitectos Mamen Artero Borruel (1978) y Joan Vitòria i Codina (1973) fundaron El Globus Vermell (el globo rojo) un colectivo que busca mejorar el conocimiento de la ciudad y la arquitectura mediante el debate, el juego y la imaginación. Habían trabajado en el -hoy cerrado por la crisis- servicio educativo de arquitectura del Colegio de Arquitectos de Cataluña y formaron parte del colectivo Zigzarq. Ahora, a través de talleres, itinerarios urbanos, visitas guiadas, espectáculos o juegos, estos arquitectos enseñan a niños –fundamentalmente- pero también a adultos a reapropiarse de la ciudad, a mantener una actitud crítica, a conocer la arquitectura y a saber cómo y cuándo ésta puede mejorar la vida de las personas. Normalmente trabajan solos. Pero pueden llegar a colaborar hasta con 13 personas. No reciben subvenciones y cobran de las escuelas, centros culturales o museos que contratan sus servicios.
¿Por qué estudiaron arquitectura?
Mamen Artero Borruel: Siempre había querido. Me gustaba construir escenarios fantásticos para los protagonistas de mis fantasías infantiles. Tras construirlos el juego había acabado para mí.
Joan Vitòria i Codina: Mis padres eran (y son) arquitectos, de manera que desde pequeño aprendí a fijarme en los edificios, en la ciudad... Además, verlos dibujar cada día a lápiz en esas grandes mesas era algo que me encantaba.
¿Qué esperaban de los estudios?
M. A: No sabía muy bien en qué consistía la carrera (pero no me atraía otra cosa) y fue una grata sorpresa el ir descubriendo los diferentes matices, ámbitos y mundos en los que interviene la arquitectura.
J.V: No recuerdo bien lo que esperaba de los estudios pero, a pesar de que lo que me encontré al acabar la carrera se parecía poco a lo que había imaginado (y visto) anteriormente, la visión abierta de la carrera me ha servido para desenvolverme en campos muy variados.
¿Qué ha sido lo más sobresaliente de su formación: lo que más les ha servido, lo que más les ha alumbrado?
M. A: La arquitectura me ha brindado una manera de ver el mundo, de acercarme a él, de comprenderlo, de interpretarlo… A través de la historia, de la filosofía, de la física, del dibujo, del arte, de la ciudad y los viajes.
J. C: Recuerdo especialmente un par de profesores con los que aprendí a cuestionarlo (casi) todo, a desconfiar de las primeras ideas, esas que salen automáticamente de la cabeza o de la mano casi sin reflexionar. Pero mi actitud vital frente al trabajo (y frente a la vida en general), de hacer eso en lo que uno cree y de rechazar la comodidad si eso significa renunciar a los sueños, la adquirí mucho antes de llegar a la universidad.
¿Cuándo y por qué optaron por una dedicación profesional atípica?
M.A y J.C: Cuando empezamos a trabajar en despachos, todavía como estudiantes, vimos que aquello ni era lo que “idealmente” esperábamos. Sentíamos que debíamos encontrar otras ocupaciones paralelas que llenaran ese hueco y así empezamos a buscar, a mirar más allá, siempre dentro del mundo de la arquitectura. Por el camino hemos hecho un poco de todo: arquitectura efímera (montajes de exposiciones y espectáculos), docencia universitaria, organización de eventos, comisariado de exposiciones y trabajos relacionados con el mundo de la edición.
¿Cómo valoran económica, personal e incluso socialmente esa decisión?
M.A y J.C: Económicamente, mal. Lo que hacemos se valora poco y está mal pagado. Sobrevivimos compaginándolo con otras ocupaciones, aunque hoy en día, con la crisis del mundo de la construcción, quizás nos va mejor que a mucho despachos de arquitectura.
A nivel personal, la valoración es excelente. Creemos en la necesidad social de lo que hacemos, disfrutamos cada minuto de trabajo y, además, cada vez nos van saliendo más proyectos.
¿Tienen los arquitectos miedo de romper la endogamia y el círculo social e intelectual en el que viven?
M.A y J.C: Si han tenido miedo a romperlo, deberían empezar a perderlo ¡ya! Hoy, más que nunca, los arquitectos deberían estar abiertos a cualquier reto nuevo que pueda surgir y que pueda conllevar un desarrollo o enriquecimiento de su actividad. las circunstancias económicas y sociales actuales están propiciando condiciones ideales para la apertura mental y profesional.
¿Qué les hizo ver a ustedes que había otras posibilidades?
M.A y J.C: Más que ver que había otras posibilidades y, entonces, dedicarnos a ellas, el proceso fue más bien al revés. Necesitábamos que hubiera otras posibilidades y nunca dudamos de que las hubiera. El problema fue encontrar lo que nos llenara plenamente. Fuimos probando en diferentes campos hasta que encontramos este camino y seguimos y seguimos y seguimos… hasta hoy.
¿Tenían o tienen ejemplos, modelos?
M.A y J.C: Ejemplos o modelos de organizaciones dedicadas a temas parecidos a los que trata El globus vermell los hay, pero más en el extranjero que aquí. De todas formas, nuestras referencias a la hora de trabajar y desarrollar proyectos provienen más del campo del arte y la cultura o de nuestra experiencia vital, desde que éramos niños, que de lo que puedan hacer equipos similares.
¿Qué puede hacer la arquitectura por la sociedad más allá de los planos?
M.A y J.C: Si estamos de acuerdo en que, a nivel general, una sociedad más culta es una sociedad más libre y exigente, al centrarnos en la arquitectura, también coincidiremos en que ésta puede ayudar a la sociedad a entender su entorno físico, construido o no, dotándolo de las herramientas necesarias para poder interpretarlo y tomar una actitud crítica frente a él. Y así, con una sociedad exigente, será más fácil mejorar nuestro entorno.
¿Qué consejos darían a un joven estudiante de arquitectura?
M.A y J.C: En primer lugar, que mantenga la curiosidad innata de los niños, las ganas infinitas de aprender, la ilusión por vivir cada instante con la máxima intensidad. Y, sobretodo, que nunca deje de perseguir sus sueños.
Lo que aprenderá en la universidad está cada vez más alejado de la realidad, pero eso tiene una lectura positiva: ¡la realidad es mucho más interesante que la carrera! Por eso, también le aconsejaríamos que aprovechara todas las herramientas que se ponen a su disposición para entender el mundo y que luego escogiera el ámbito desde el cual aportar.
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