Ré, la isla que da la nota
Una vez estuve en un pueblo llamado Å.Fui a Å (en las islas noruegas de Lofoten)solo por el placer de comprobar cómo serían los habitantes del pueblo con el nombre más corto del mundo. Mi decepción fue mayor: eran igual que los de cualquier otro pueblo del mundo, solo que necesitaban mucho menos espacio en la casilla reservada al lugar de nacimiento en el carné de identidad.
Valga tan larga introducción para decir que hoy escribo desde una de las islas de nombre más corto del mundo: Re (Enhorabuena azaphod bleebox, Marta F., Maribel B, Juan Cuadra, Carmen-frei, Inma, Sonia, Trini,Guacimara Velasco, Alex, Capitan Rinchetti, Irene Zamora, Sakurahime, Agustín y Luis80C por acertarlo. Os debo un apartamento en Torrevieja; ¡qué ruina!)
Debe de ser Re menor porque es una isla pequeña y completamente llana, tan lisa como la superficie de un folio, un cachito de tierra que apenas levanta un palmo sobre la superficie del Atlántico en la costa francesa del departamento de Charente-Maritime, frente al puerto de La Rochelle.
Pero mientras Re menor es la nota de la tristeza y el pesar (Beethoven escribió en esta tonalidad la 9º Sinfonía), Re isla, o la Îlede Ré, es una isla de luz y bienestar, uno de los destinos turísticos más elegantes de la costa atlántica de Francia, escondite de muchos famosos, actores, políticos y personajes públicos del país vecino.
¿Qué tiene Ré que a todos encanta?
Pues que permaneció casi aislada del mundo hasta que se construyó el puente que la une a La Rochelle en los años 90 y que por eso aquí es casi todo natural: no hay grandes edificios, no hay grandes núcleos urbanos, ni autopistas ni tropelías turística. Todo el mundo se desplaza sobre dos ruedas (en verano hay 12.000 bicicletas de alquiler) y la bajamar deja al descubierto llanuras intermareales infinitas sobre las que pululan mariscadores de fortuna en busca de ostras, mejillones y cangrejos.
Ré es una de las islas que cierran el estuario del río Charentes, al fondo del cual se levanta la estratégica ciudad de Rochefort. Y todos los reyes franceses se preocuparon de fortificarlas para evitar que los pérfidos ingleses les invadieran.
Una de esas fortificaciones es la ciudadela de San Martín de Ré, la capital de la isla. Su puerto se conserva tal cual lo construyó el ingeniero Vauvan siguiendo órdenes de Luis XIV. Hoy es el lugar más encantador de toda la isla, el escaparate perfecto para pasear, tomar el aperitivo o cenar a la luz de las velas en un decorado de piedra donde ni una sola fachada rompe el embrujo.
Las calles de San Martin de Ré están empedradas con cantos rodados que traían como lastre los barcos que volvían vacíos tras vender la famosa sal de Ré en el Nuevo Mundo. Y por acá y allá se ven los brocales de los pozos que abastecían de agua salobre a la población (no hay agua en superficie). Las ruinas de la iglesia gótica delatan que fue el blanco predilecto de los artilleros británicos cada vez que trataban de tomar la isla (no en vano es el único edificio que sobresalía por encima de las murallas).
Pero más allá de eso, lo que más me ha llamado la atención es la paz, paz en re menor, que se respira en esta isla plana y silenciosa, donde todo el mundo parece ir en bicicleta.
Aquí está el mapa de situación de la isla de Ré para los que aún anden perdidos.
Comentarios
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.