Los robos del niño pijo

Caro le puede salir a un vecino de Las Rozas (Madrid), de 22 años, sus principios delictivos. Este joven se dedicaba a repostar su vehículo y el de su padre en una misma gasolinera de su municipio, pero nunca pagaba el combustible. Para no ser detenido, previamente había robado placas de matrícula de vehículos similares y las colocaba antes de entrar en la estación de servicio. Ahora ha sido detenido por la Unidad de Investigación de la Policía Local de Las Rozas acusado de un delito continuado de falsificación de documento público, de sustracción de las matrículas y de hurto, por los que le pueden caer varios años de cárcel.

Las investigaciones comenzaron a principios de año cuando el propietario de una gasolinera denunció que había dos vehículos conducidos por un mismo joven que, tras repostar, nunca pagaba. Los agentes de la Policía Local comprobaron que las placas de matrícula de sendos coches no coincidían con los modelos (un Opel Corsa y un BMW de lujo), por lo que cruzaron estos datos con las denuncias de sustracción de placas que habían tenido en las últimas fechas. "No siempre robaba las matrículas de los mismos modelos de coche con los que repostaba. Elegía las que le venían bien", explicaron fuentes de la investigación.

Ese cruce de datos permitió a los investigadores sacar que se trataba del mismo caso, hasta que lograron identificar al joven. Este siempre llevaba gorra y evitaba el ser grabado por las cámaras de seguridad. Las investigaciones posteriores han permitido descubrir que el vecino de Las Rozas se ofrecía a repostar el coche de su padre, que es de empresa, y que se quedaba con el dinero. Al menos lo hizo, al igual que con su vehículo, en ocho ocasiones, según fuentes policiales.

Los agentes de Las Rozas le detuvieron anoche cuando pretendía realizar un nuevo hurto de combustible. A partir de ahí, han resuelto los demás casos.

Fuentes de la Guardia Civil han confirmado a EL PAÍS que este tipo de hurtos está siendo más alto a raíz de la crisis económica, ya que muchos conductores no tienen dinero para llenar los depósitos. Utilizan el horario de mayor afluencia a las gasolineras y eligen los surtidores más alejados de la cabina de control, donde suele haber menos medidas de vigilancia.