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Los juguetes ya no son lo que eran

Yolanda Monge

Vaya por delante que me encanta 'la tele' y que no me resisto a ver con mi pequeño Nicolás un buen episodio de Elmo (¡sigue siendo el mejor!). También quede dicho que mi hijo juega con el Iphone y que no pretende ser éste un canto a la vida 'amish'. Pero una pelota es una pelota. Un tren es un tren. Una muñeca es una muñeca. Los DVD son para entretener y no un pasaporte que catapulte a los premios Nobel. Se pongan como se pongan en la industria del juguete o los terapeutas ocupacionales. De lo contrario: estamos perdidos. 

Escribe Lenore Skenazy, autora del blog y del libro 'Free-Range Kids' ('Niños sin enjaular', es la traducción que más apropiada me parece para este caso) que los padres están acabando con la diversión de sus hijos a la hora de jugar en un intento de conseguir que los más pequeños alcancen grandes metas. "¿Logrará este juguete que mi hijo entre en Harvard?", se pregunta mordaz Skenazy. 

Porque eso es lo que vende la industria y los padres compran -convencidos o presionados por el ambiente; yo no tenía ni un sólo DVD de 'Baby Einstein' y me valió más de una ceja levantada de desaprobación por parte de amigos y conocidos -e incluso algún familiar-. "Fíjense en Baby Neptuno", analiza Skenazy. "Es un DVD que está creado para que los más pequeños aprecien las maravillas del agua". Pero no a través de un chapuzón, ya sea en la bañera, en la piscina, el mar, el río o el pilón del pueblo de los abuelos (¿quedan?). Baby Neptuno promete nuevas experiencias "en el primer año de vida" del niño. Sin comentarios. Como dice Skenazy: "¡¡¡¿no es todo nuevo en esos primeros 12 meses!!!"

Las pelotas ya no son pelotas. Una pelota se ha convertido en un objeto de "estimulación sensorial táctil". Los clásicas bolas de toda la vida son ahora el instrumento perfecto para "alentar la coordinación mano-ojo" mientras "estimulan visualmente" el cerebro y "desarrollan capacidades motoras". Guau. Todo eso en una sola bola.

Captura de pantalla 2011-02-24 a las 5.34.52 p.m. El ejemplo más sangrante de todo esto lo da Skenazy con el juguete de Fisher-Price 'Smart Cycle Racer', un triciclo que no es realmente un triciclo porque es estático. El 'Smart Racer' se coloca frente a la tele y ¡hala!, a pedalear mientras en la pantalla aparecen números y letras... Nada en contra de utilizar la tele como 'canguro' -¿quién no lo ha hecho o necesitado hacer en alguna ocasión?; yo, al menos, sí, en ambos casos-. Pero no nos engañemos, siempre aprenderemos más sobre el lenguaje, las costumbres o la naturaleza que nos rodea si buceamos en ella. Hay que vivir y tocar. Disfrutar jugando con una pelota aunque sea de lana -o precisamente por ello- y no tenga colores que parpadean ni estimulan desde el minuto uno que se las toca. Esto es: más besar y menos twittear; más jugar y menos mirar; más leer cuentos a los más peques de la casa -'colorín, colorado'; más hablar y que te hablen. Pero no una pantalla. Un ser humano de los de carne y hueso, con emociones, se llame mamá, papá, abuelo, abuela, primo, prima, hermano hermana, amigo, vecina... cartero. La lista puede ser casi infinita y las 'experiencias nuevas' están garantizadas.

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Sobre la firma

Yolanda Monge
Desde 1998, ha contado para EL PAÍS, desde la redacción de Internacional en Madrid o sobre el terreno como enviada especial, algunos de los acontecimientos que fueron primera plana en el mundo, ya fuera la guerra de los Balcanes o la invasión norteamericana de Irak, entre otros. En la actualidad, es corresponsal en Washington.

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