Donde los dinosaurios comen bife y beben vino tinto
He llegado por fin a Neuquén, la ciudad más grande de la Patagonia argentina. Es un sitio curioso porque hace 100 años esto, que ahora luce como un vergel de árboles frutales, no era más que un pedazo de desierto de piedras y arbustos. Todo lo que se ve que tenga más de un metro de altura lo ha plantado el hombre. Aquí, el mapa de situación de Neuquén.
Pero en Neuquén lo que sobra es agua. No la que cae del cielo, que casi no cae una gota, sino la que llega desde la cordillera de los Andes a través de dos grandes ríos, el Neuquén y el Limay. En 1904 se completo el ferrocarril que venía de Buenos Aires y empezó la que se llamó la conquista del desierto: transformar un pedregal en una enorme huerta de manzanas y peras.
La ciudad no tiene mucho que ver, es moderna y cuadriculada. Pero la provincia tiene preciosos paisajes de llanura patagónica, un volcán nevado (el Lanín) y zonas de cordillera andina espectaculares para caminar o esquiar, como San Martín de los Andes y Cerro Bayo.
Y muchos dinosaurios.
Parece ser que en el Cretacico Superior, la última buena época para los dinos, anduvieron por aquí enormes bichos de hasta 40 metros de longitud. Y en cuanto excavas, ¡zas! te sale un fémur de brontosaurio (de esos que tanto juego literario le dieron a Bruce Chatwin).
Eso le ocurrió a los dueños de la bodega Schroeder, una de las 15 que producen vino en la Patagonia. Durante la construcción de la fábrica a las afueras de Neuquén aparecieron restos de un saurio enorme. Tuvieron el buen gusto de respetar el yacimiento y construir la bodega en torno al hallazgo, que ahora puede visitarse como una atracción más en la visita a sus instalaciones.
La de la familia Schroeder es la primera de varias bodegas que he venido a visitar en Argentina. Aquí en la Patagonia, se produce en 2% de los vinos argentinos y con una calidad excelente, y eso que son negocios muy recientes, la bodega más antigua tiene unos 10 años. Entre todas han creado varias rutas turisticas del vino patagónico.
¿Vides en el fin del mundo? Pues si, por increíble que parezca estos territorios extremos son perfectos para el cultuvo de la vid. Como hace mucho viento, la uva se protege así misma generando una piel más dura y gruesa, lo que redunda en un mayor color y carácter en los tintos.
No viajo solo, esta vez voy con mi buena amiga y bloguera Nani Arenas. Una excelente periodista de viajes que ha sabido entender también la importancia de los blogs en las nuevas formas de comunicación. Por eso se nos ha ocurrido ir contando este viaje en estero, a dúo. Yo daré mi versión en mi blog y ella lo hará, desde otro punto de vista, en el suyo: La viajera empedernida. Los blogueros no tenemos por qué ser competencia. Todo lo contrario, este es un mundo en red y los esfuerzos se suman.
UN VINO RECOMENDABLE
Saurus Pinot Noir, de bodegas Familia Schroeder. Elaborado con Pinot Noir 100%, seis meses en barrica de roble y maceración en frío. Excelente estructura y un delicado color teja. Me gustó mucho.
Bife de lomo con costra
Tomar un bife o un solomillo de ternera y sellarlo dándole un par de vueltas en aceite muy caliente, pero que no humee. Sacar de la sartén, agregar una nube de mantequilla, hierbas aromáticas y un diente de ajo y ponerlo en el horno. Mientras se dora al gusto, preparar una masa con pan rallado, yema de huevo, mantequilla, tomates confitados, ajo, un chorro de coñac, sal y pimienta. Se amasa bien, se cubre con ella la pieza de carne y se deja dorar los últimos minutos para que se forme una costra alrededor. Servir con guarnición al gusto.
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