Intimidad en espacios abiertos
Entrar con la piqueta en un piso para transformarlo en un loft y dejarlo diáfano puede ser una decisión radical. Pero las consecuencias positivas (ganancia de espacio y de luz) y negativas (pérdida de intimidad y de filtros acústicos) se quedan en casa. En una oficina las implicaciones son más escurridizas. ¿Quién se beneficia o se perjudica con los espacios laborales abiertos?
Al premio de facilitar la comunicación y la circulación, al logro de fomentar el trabajo en equipo, a la posibilidad de distribuir mejor la luz y a la opción de construir una imagen de empresa dinámica y actual, en las oficinas abiertas se une una secuela mucho menos publicitada: la de facilitar el control de los trabajadores. Un trabajador en medio de un mar de oficinistas pierde individualidad para sumarse a un equipo. En ese espacio, además de ser fácilmente controlable se convierte, él mismo, consciente o inconscientemente, en un elemento de control de su propio entorno. Así, con las oficinas abiertas ha llegado la era de los trabajadores controlados y controladores a un mismo tiempo.
Hace ya años que los fabricantes de muebles y luminarias para despachos han detectado la necesidad de recuperar, al menos parcialmente, el terreno privado en medio de tantos escenarios abiertos. En el caso de la oficina, hablan de una urgencia por reconquistar el aislamiento, el silencio y cierta intimidad en los despachos. Por eso, ante la falta de decisiones arquitectónicas, han sido los propios mueblistas quienes han tratado de solucionar el tema con lo que ellos conocen: el diseño de muebles.
En el lugar paradójico que es hoy una oficina, la concentración y el aislamiento de los empleados es posible gracias a decisiones de empresas productoras de muebles que, en los últimos años han visto cómo el respaldo de muchos sofás crecía hasta convertirse en respaldo-pared, para recoger a sus usuarios y separar visualmente a quienes allí se reúnen. La cabina telefónica también ha regresado a las oficinas, paradójicamente, vacía, sin cables e incluso sin teléfono. Vuelve como habitáculo temporal, para concentrarse en una lectura o para hablar con intimidad desde un móvil. La doble altura de los respaldos de los sofás de Antonio Citterio o los hermanos Bouroullec habla más de habitación cerrada que de ergonomía extrema. Pero contrasta con las nuevas cocinas para oficinas que los franceses han ideado para la empresa Vitra, con paredes que no llegan al techo. Tras años luchando por los espacios de trabajo abiertos, sin jerarquías, ergonómicos y bien comunicados, parece que no todo lo cerrado es visto ahora como negativo. En los nuevas despachos, hay vida detrás de los muros.
PROPUESTAS DE LA FERIA ORGATEC 2010
Comentarios
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.