Me gustan los cuentos sin malo
Me basta con oír o leer Bon dia, estimada balena (Buenos días querida ballena) y se me activa el buen rollo. Es el título en catalán de mi cuento favorito y este mes lo representan en un teatro de títeres de Barcelona, La Puntual. Narra la historia de un pescador de río que al jubilarse decide conocer el mar. Se llama Enric y prepara con María, su mujer, todo lo que necesita en la barca: un cesto con chorizo, pan, latas y vino; una manta para las noches y un arpón, que nunca se sabe. Enric se marcha río abajo y, claro, al llegar al mar alucina con lo grande que es. Se cruza con un gran crucero y, lo mejor, conoce a una ballena, la ballena Lena, y se hacen muy amigos. Tanto, que de día juega a tirarse por su cola como si fuera un tobogán y de noche duerme dentro de su boca, con la barca amarrada a una muela del animal. Se cuentan historias. Lena del mar, de peces, pulpos y delfines; y Enric, de Maria, de pájaros y de árboles…
Es un cuento sin malo, en el que los protagonistas viven aventuras y les pasan cosas sin que nadie les moleste. Sus autores son una pareja de alemanes, Achim Bröger y Gisela Kalow y tienen otros cuentos preciosos. Aparecen fotografiados en la última página del libro y de pequeña me fascinaba mirar a aquellos chicos con cara de extranjero y pensar que eran los padres de mi cuento. Lo editó, y todavía lo edita, la Editorial Joventut. Pero es difícil de encontrar: en la editorial aseguran que siguen editándolo, pero la respuesta en las librerías es que está descatalogado. Por suerte, conservo mi ejemplar de 1978, con el lomo roto y las páginas sueltas. A la de tres años le gusta tanto como a mi. Y como a mi, no le gusta la segunda parte de la historia, porque tiene malo y se rompe la magia. No digo que los cuentos con malo no puedan ser mágicos, faltaría más, pero a la ballena Lena los villanos de la segunda parte le matan la gracia de la primera. Existe una tercera parte, pero no me atrevo, prefiero quedarme con el original.
Bon dia, estimada balena es un cuento distinto, que se disfruta con calma, de manera tranquila, si la tensión de un protagonista en apuros. Afortunadamente hay días de todo y cuentos para casi todas las ocasiones. Cuentos tradicionales, cuentos para mirar, para tocar, para aprender vocabulario, sobre la vida cotidiana, sobre relaciones humanas, para volar, gamberros, para ayudar a sacar emociones a flote… En la facultad descubrí que cuentos como el de la ballena incumplen con la teoría del ruso Vladimir Propp, que en su Morfología del cuento (de 1928) explica que la mayoría de narraciones populares tienen en común la presencia de siete personajes: el héroe, el falso héroe, el agresor, el donante del objeto mágico, la princesa, el padre de la princesa y los auxiliares o ayudantes del héroe. Aquí no hay agresor, villano, malo o como se le quiera llamar.
Tampoco hay villanos en la mayoría de los Cuentos para niños que se duermen enseguida. Un descubrimiento, de Pinto&Chinto (Kalandraka), un dúo de humoristas gráficos con viñeta diaria en La Voz de Galicia y colaboraciones en otros medios de comunicación. Son historias breves, dobles páginas con una gran ilustración y un cuento, que hablan de porqué las montañas altas tienen nieve en la cima, porqué el viento silba al trabajar, de un lápiz que tiene animales dentro, o del pirata Muchabarba, al que le brotó un manzano de la pata de palo. Historias ocurrentes, surrealistas, cachondas, rabiosamente vitales… que la editorial recomienda para primeros lectores, pero que contados de memoria, sin el libro delante, funcionan de maravilla antes de ir a dormir, de camino al cole o esperando turno en el médico.
David Pintor (Pinto) asegura por teléfono que nunca se le había ocurrido que en sus Cuentos para niños que se duermen enseguida hay tantas historias sin malo. Pintor explica que, acostumbrados a las viñetas sobre la actualidad diaria y no siempre amable, entienden los cuentos como “divertimentos con un punto surrealista” pensados a base de “deconstruir, sin tener en cuenta el canon del héroe y el villano”. “A veces es tan simple como reivindicar la magia de lo que pasa desapercibido y fijarnos en personajes que no lo son”. Ole y ole.
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