Los sindicatos han dado la espalda a los jóvenes
No hablan de los contratos precarios, ni del fenómeno esclavista de los becarios. Los jóvenes no somos su público. ¿Y qué hacemos? Nada. Callar y alcoholizarnos. Quejarnos en silencio
Me llamo Andrés, tengo 25 años y soy Licenciado. Actualmente, después de dos años y medio buscando trabajo como un loco, he decidido volver a estudiar. He elegido un Máster oficial bastante aburrido, dentro de la rama de Comunicación. Elegiría otro pero ¿cómo demonios lo podría pagar?
Después de terminar la carrera de Periodismo hace un par de años me dije: "¡Qué bien! Ahora voy a especializarme en algo. Y lo voy a hacer de la mejor manera que puede haber: ¡Trabajando!". Así que, como siempre me gustó el mundo del periodismo y el espectáculo (a partes iguales), decidí tantear un poco a ver qué pasaba antes de decantarme por alguno. Sin embargo, también necesitaba dinero, por lo que nunca cerré la puerta a trabajar "de cualquier cosa" para obtener algunos ingresos.
Después de medio año buscando, encontré trabajo en una radiofórmula super cutre en Málaga. No me cogieron por mis capacidades de redacción, tampoco por los artículos que había venido publicando a lo largo de los años esporádicamente. Me cogieron porque sabía usar algunos programas de sonido (que había aprendido a usar de forma autodidacta) y, sobre todo, porque podía ser becario (pues todavía estaba matriculado en la Universidad).
Fue ahí cuando todo se fue al carajo y la crisis empezó a apuntar maneras. Echaron a la mitad del "departamento" comercial. El 80% de la empresa eran becarios a los que nunca contrataban al finalizar las prácticas (¿no era ilegal que toda la plantilla de una empresa sean "alumnos en prácticas"?). Pronto a mí también se me acabó el "chollo" (300 euros al mes) y me fui a la calle.
Después de largos meses sin encontrar nada de nada, me largué a Madrid. Aquí encontré trabajo en una pequeña productora de espectáculos (después de muchos tiempo buscando "de cualquier cosa"). Era el único Licenciado de la empresa y también el último mono. Ganaba apenas 800 euros netos al mes, las dietas en dinero negro, evidentemente (que para eso estamos en España). Como la empresa dependía de subvención estatal (como casi toda la industria del entretenimiento de este país), recortaron presupuesto y nos fuimos todos a la calle.
Actualmente sigo escribiendo artículos con cierta periodicidad, sigo haciendo chapucillas (sonorizar algún evento, vendiendo ropa usada en el mercadillo, etc). Y, sobre todo, sigo echando currículos como un loco. Finalmente he desistido de buscar trabajos como mozo de almacén, limpiador o camarero. Sé que jamás me contratarían (inocente de mí, he empleado mucho tiempo buscando trabajos de esos).
¡Ah! Y hablando de becas. La famosa beca del Estado por la cual se le paga un Máster Oficial a los desempleados jóvenes es un auténtica chapuza. Tienes que estar cobrando prestación por desempleo. Claro, si eres un desgraciado que sólo ha tenido trabajos como becario y trabajos eventuales no has cotizado lo suficiente. Clama al cielo que sólo se puedan beneficiar de ellas aquellos afortunados que consiguieron cotizar. ¿Es el caso de la mayoría de los jóvenes? No. (¿Qué clase de Gobierno socialdemócrata es éste que nos vende una beca con requisitos tan caprichosos?)
Becarios. He aquí la cuestión. No son trabajadores: son alumnos que trabajan, que no cotizan, que echan horas extras, que no promocionan en su empresa, que son despedidos, cuyo trabajo es despreciado, que son ninguneados, y que (encima) tienen que dar las gracias. Porque, para colmo, tampoco es fácil ser becario.
Los jóvenes ya no creemos en el futuro, ni en los políticos, ni en los sindicatos. Casi ninguno podremos ejercer nuestro derecho a huelga el día 29 porque no tenemos trabajo. Pero ¿para qué? Los sindicatos les han dado la espalda a los jóvenes. No les oigo hablar de los contratos precarios de la juventud. Ni de el vergonzante y esclavista fenómeno de "los becarios" Los jóvenes no somos "su público".
¿Y qué hacemos los jóvenes para que se nos oiga? Nada. Callar y alcoholizarnos. Quejarnos en silencio.
Desgraciadamente, en ese sentido, sí que somos una generación perdida. Me pregunto qué harían los jóvenes en Francia si estuvieran en nuestra situación de precariedad. Pero ¡qué carajo! ¡Hemos ganado el Mundial!
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