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De cómo un agricultor se convirtió en el 'cura volador'

Cientos de feligreses despiden hoy al sacerdote brasileño muerto cuando viajaba atado a mil globos

Le había impactado aquella protesta ecologista contra el uso de fertilizantes tóxicos. Al adolescente nacido en un pueblo del sureño estado de Paraná, en Brasil, le fascinó el vuelo de una bandera pirata atada a unos globos. En clase, se le escapó la pregunta: "¿Puede un hombre volar atado a unos globos, profesora?".

Con esta anécdota de su infancia, Adelir de Carli contestaba hace semanas a los espantados feligreses que le preguntaban con miedo "padre, por que com balões?"(¿padre, por qué con globos?). La respuesta de la profesora de Adelir fue "no, no se puede". El llamado cura volador interpretó aquella negativa de su maestra como un desafío. Atado a un racimo de globos, quería subir a los cielos durante 20 horas, romper así un récord y recaudar dinero. No para él, claro.

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La finalidad de la aventura (frustrada el pasado 20 de abril cuando el viento le arrastró a él y sus mil globos hacia el mar) era construir un hogar de acogida para 200 camioneros al lado de su iglesia, en la portuaria ciudad de Paranaguá. Lo explica por teléfono a ELPAÍS.com el comerciante Ernesto Klein, feligrés de la parroquia de São Cristóvão y brazo derecho de Adelir en la trágica Operación vuelo social: "Los pobres camioneros se quedan hasta una semana en la fila esperando para descargar en el puerto. El cura sufría con esta situación".

Un adolescente trabajador

Adelir buscaba también en la adolescencia la respuesta a otra duda frecuente sus parroquianos: "¿Por qué ayudar a los camioneros, en lugar de los miserables?". Nacido en el pueblo de Realeza, de niño Adelirzinho marcha a Paraguay con su familia. Humildes agricultores, buscan tierras más baratas. A los 15 años, molesto por empuñar más la pala que los libros de texto, regresa a Brasil. No le atrae la juerga y tampoco tiene muchas novias. Trabaja de gasolinero en la estación de servicio de sus tíos, mientras recupera cinco años de retraso en los estudios. "En esta etapa se da cuenta de lo que sufrían los que están en las carreteras", señala su prima Elisabete de Carli, al teléfono desde Paranaguá, mientras acompaña el velorio de este sacerdote con otra peculiaridad: la vocación tardía.

Un sacerdote 'radical'

Adelir se ordenó sacerdote en agosto de 2003. Tenía 36 años y a esta altura era un fanático de los deportes de aventura. En el cielo, practicaba paracaidismo y parapente. En el agua, le encantaban el rafting y el buceo. Y en tierra, escalaba montañas al mejor estilo Tom Cruise en Misión Imposible. "Le decíamos que era muy peligroso. Él contestaba que sí era peligroso, y por eso estudiaba mucho la seguridad", añade Elisabete. El gusto por la aventura no lo aparentaba. Vestía siempre zapatos y camisa, y el cabello peinado a raya. "Nunca le he visto en bermudas. Quien lo miraba en la calle estaba seguro de lo que era, un cura. Sólo llevaba zapatillas de deporte y camiseta los lunes, su día libre", cuenta Denise Gallas, encargada de las cuentas en la parroquia São Cristóvão. "Me entristece que la gente diga que era un loco. Tenía un plan. Puede que no fuera el mejor, pero lo tenía. Eso sí, su defecto era ser muy cabezón".

Un seminarista estricto

La fama de terco acompañó Adelir, como también la de ser un tipo estricto. Metódico. El padre José Messias Almeida Santos, su superior en los cuatro años de seminario, se acuerda con cariño de sus rarezas. "No se trataba de un seminarista normal. Dormía en una poltrona y tenía apenas un par de zapatos. Cuando se le rompían, cogía otro par entre los usados que recibimos de Europa. Además, era un rabo de lagartija, por lo que tuve que ponerle freno", cuenta a ELPAÍS.com Messias. Si la tarea del día para los seminaristas era hacer una huerta, él hacía dos. Si le tocaba controlar el trabajo de los más jóvenes, contaba cada minuto de retraso de cada uno. Si le tocaba organizar el presupuesto del seminario, presentaba cada centavo en las cuentas.

Lo que más le molestaba era desigualdad social. Criticaba abiertamente la hipocresía del Gobierno y de la propia iglesia. De ahí la pelea cuando se acercó a Messias y dijo: "Padre, quiero ser diputado para poder cambiar las cosas". "Lo tuve que echar del seminario. Y contra mi voluntad utilizó en campaña el eslogan Vote al seminarista Adelir" cuenta Messias. "No le gustaba hacer cosas pequeñas. Le gustaba volar alto", añade.

Adelir se estrelló en los comicios, a los que se presentó por el Partido de los Trabajadores (PT), el mismo del actual presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva. No salió elegido. Como buen cristiano pidió perdón a Messias, concluyó los estudios de Teología en el seminario y se ordenó sacerdote.

El último vuelo

En la tarde del día 20 de abril, 5.000 fieles se reunieron alrededor de la parroquia. Estaban optimistas. En enero, el "cura volador" había obtenido éxito en una prueba con 500 globos. Según el pronóstico matutino del tiempo, el viento soplaba en la dirección correcta, hacia el interior del país. Pero como es normal en esta zona del país, el tiempo cambió de manera súbita. La lluvia repentina hizo que los tres helicópteros que acompañarían al cura abandonaran la misión. "Le dije que lo suspendiéramos, que no importaba el dinero pagado para el alquiler del camión cisterna con gas para los globos. Me dijo que no. Que la lluvia no lo molestaría y que estaría sobre las nubes. Y que allí se encontraría un lindo sol y un cielo de un azul infinito". Así pues, ignorando el consejo de la profesora, Adelir despegó.

El párroco Adelir de Carli en el día en que emprendió su viaje con 1.000 globos de colores.
El párroco Adelir de Carli en el día en que emprendió su viaje con 1.000 globos de colores.AP
En la Pastoral Rodoviaria de Paranaguá, Adelir bendecía los camioneros
En la Pastoral Rodoviaria de Paranaguá, Adelir bendecía los camionerosFOTO CEDIDA POR LA PARROQUIA São Cristóvão

El último sueño de Adelir

No era una protesta, como se llegó a plantear al principio. Las 20 horas que Adelir de Carli quería pasar volando en una silla de plástico atada a mil globos servirían para convencer los empresarios del transporte de que donasen, a cambio de publicidad, dinero para la construcción de un albergue de camioneros. Las obras del alojamiento están a medias. Se prevé que acoja a 200 conductores y cuente con un comedor para 600 personas, además de asistencia psicológica y médica. Hasta ahora ha sido invertido un millón de reales (411.000 euros) y faltan 3 millones (1.233.000 euros). Cuando despegó (vistiendo ropa térmica, un paracaídas de reserva, un móvil y un GPS que al final no supo usar) Adelir llevaba sobre su racimo de globos una pancarta publicitaria de las empresas de transporte.

Estas marcas también aparecían en la web del proyecto y en folletos educativos repartidos a los camioneros. En ellos, había información contra la prostitución infantil en las carreteras y sobre los riesgos de uso del rebite, un tipo de estimulante utilizado por los transportistas para no dormirse y trabajar hasta 14 horas sin descanso. Los restos mortales de Adelir fueron descubiertos por una embarcación de la petrolera brasileña Petrobras el pasado 4 de julio frente a la costa de Macaé (Río de Janeiro), a cerca de 1.000 kilómetros al noreste del lugar de su desaparición. Hace tres días, un examen de ADN confirmó que los restos eran suyos. El cura será enterrado en Ampere, la ciudad en que fue criado, en el sur de Brasil. "Ahora lucharemos para terminar su obra. Creo que al final Adelir va a conseguir lo que quería", concluye Ernesto Klein, ahora conocido como el ayudante del cura volador.

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