Zapatero recupera el tono y lanza la campaña
Los socialistas salieron ayer del Congreso de los Diputados contentos, y los populares, intentando minimizar los daños. La batalla del debate sobre el estado de la nación se libró de verdad, como siempre, en los turnos de réplicas y contrarréplicas, y en las casi dos horas que duraron, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, consiguió imponer su discurso, de contenido fuertemente electoral, mientras que el líder de la oposición, Mariano Rajoy, se iba encerrando en un único tema, la negociación con ETA, y dentro de ese capítulo, incluso, en una única frase: "Entregue las actas de esa negociación o convoque elecciones". La apuesta hubiera tenido, quizás, lógica si Rajoy dispusiese de esas actas y su contenido fuera desestabilizador para el Gobierno, pero si no es así, quedó desprovista de sentido.
Zapatero impuso su discurso electoral y Rajoy se encerró en sus reproches sobre ETA
La inquietud fue sintiéndose en la propia bancada del PP, que en esta ocasión había optado por un comportamiento respetuoso con la Cámara y que se limitó a ovacionar, quizás de más a menos, a su propio líder, sin abuchear como en otras ocasiones a Rodríguez Zapatero. De hecho, el presidente del Congreso, Manuel Marín, llamó más la atención a los socialistas.
El presidente del Gobierno dio la impresión de haber trabajado con intensidad sus intervenciones. La primera fue claramente electoral, dirigida a los ciudadanos, sin nombrar casi al PP, llena de satisfacción y optimismo. Rodríguez Zapatero marcó ya cuál iba a ser su tono en todo el debate: al ataque, reivindicando sus tres años de Gobierno casi como los mejores desde la transición. Su balance se basó esencialmente en los resultados económicos y de política social y dejó la alusión a su política antiterrorista para el final. Sorprendentemente, su análisis se "pegó" bastante al del PP, con menciones reiteradas a la obligación de "derrotar" y "vencer" a ETA. La banda terrorista, dijo, ha hecho imposible el final dialogado de la violencia: no hay margen alguno para intentarlo y la respuesta será implacable. Incluso hizo un pequeño guiño final: "También reconociendo errores y rectificando se sirve a la democracia y a España".
En el discurso de respuesta de Rajoy quedó inmediatamente clara su estrategia: el ataque directo y total contra Zapatero y su forma de gobernar. Fue también un discurso electoral potente, dirigido a instalar la duda sobre la capacidad del presidente del Gobierno. Toda su intervención se dirigió a un objetivo: descalificarle personalmente, tanto como a sus tres años de legislatura. Rajoy aceptó inicialmente entrar en el tema económico y planteó su línea de ataque de cara a las urnas: usted presenta un país ideal que no existe y que ha vivido de la inercia, sin tomar decisiones para el futuro. El argumento final fue siempre el mismo: el Gobierno de Zapatero presenta un balance de vacío y paréntesis, años de siesta. Un Gobierno petulante que se cree que los problemas se arreglan con un ademán, y que divide a los ciudadanos.
Rajoy dejó también el terrorismo para el final, pero de manera más extensa y sombría. Su acusación giró sobre una misma idea, expresada de una manera o de otra: Rodríguez Zapatero ha mentido a todo el mundo porque no era él quien exploraba a ETA sino ETA la que estaba explorando hasta dónde llegaba el presidente del Gobierno.
El líder de la oposición pretendió terminar con una frase al estilo Aznar: en lugar de "váyase señor González", le exigió convocar elecciones "porque su mandato no concluye en marzo. Ha concluido ya".
La sorpresa fue la extensa y vigorosa respuesta de Rodríguez Zapatero. En una réplica casi tan larga como su primera intervención, el jefe del Ejecutivo se esforzó, con éxito, en quitar dramatismo al discurso de Rajoy. Con un tono distendido, acusó al PP de pronosticar el fin del mundo en cada ocasión y volvió a llevar el debate a la economía y al optimismo. "¿Qué le han dado hoy al presidente?", bromeaban a la salida varios diputados socialistas, encantados con las renovadas energías de que dio muestras Rodríguez Zapatero en esa intervención y en la contrarréplica posterior.
En su segunda y tercera intervención, bastantes más cortas por obligación, Rajoy tomó, por el contrario, la decisión de "achicar el campo" y prescindir del nuevo tono usado por Zapatero. La negociación con ETA y el pretendido engaño de que había sido objeto el PP, ocupó todo su tiempo. "Las actas o las elecciones" pasaron a ocupar una y otra vez la tribuna popular, hasta el extremo de oscurecer la otra parte de su propio discurso y minimizar su valor electoral.
El presidente del Gobierno usó su último minuto para asegurar que no habrá elecciones anticipadas. En el fondo viene a dar igual, porque la campaña para 2008 quedó ayer completamente lanzada. Es posible que resulte la más larga de nuestra reciente historia.
EL DEBATE MÁS DURO SOBRE EL ESTADO DE LA NACIÓN
Mariano Rajoy: "Mientras recibían información del Gobierno en el seno del Pacto Antiterrorista ya estaban hablando con ETA".
Rodríguez Zapatero: "Es absoluta y radicalmente falso que habláramos con ETA en la pasada legislatura".
Rajoy: "Usted ha engañado a los españoles, ha negociado y ha cedido ante ETA. Ha retorcido la ley. Yo no le creo".
Rodríguez Zapatero: "Ante la amenaza que tenemos por delante, el Gobierno va a ser implacable, y para nuestra máxima eficacia sería muy conveniente la unidad".
Rajoy: "Entregue las actas de sus reuniones con ETA o tome el camino de La Zarzuela [para adelantar las elecciones]".
Rodríguez Zapatero: "Mi voluntad es cumplir la legislatura y seguir trabajando por el progreso"
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