El viaje del silencio
Miradas perdidas, menos gente de lo habitual y muchos recuerdos al pasar el tren por las estaciones de Santa Eugenia, El Pozo y Atocha un año después de la tragedia
6.32 de la mañana del 11 de marzo de 2005. Un tren procedente de Alcalá de Henares con destino a Alcobendas-Sebastián de los Reyes para en La Garena, una estación en obras hace un año, cuando ocurrió la tragedia que dejó 191 muertos y miles de heridos. Para este barrio y esta estación de tren alcalaína, éste ha sido su primer 11-M.
Apenas quince personas en el tercer vagón del cercanías. Muy poca gente para lo que acostumbra este tren en un día de diario. Ni un guardia de seguridad. Caras dormidas, bostezos y mucho, mucho silencio. Nadie se atreve a recordar el 11-M de hace un año. Un pequeño grupo de estudiantes ni tan siquiera habla entre ellos. En Torrejón, San Fernando de Henares y Coslada, más de lo mismo. El vagón va poco a poco completándose, pero todavía quedan asientos vacíos. Hoy ni tan siquiera hay ganas de leer los diarios gratuitos, todos copados por los trágicos atentados de hace un año. Nadie quiere recordar, pero inevitablemente, se recuerda. Miradas perdidas, tristes, que siguen el recorrido del tren a través del cristal.
La megafonía anuncia a las 6.54 que el tren ha llegado a la estación de Santa Eugenia. Aún es de noche y no se aprecia desde dentro la tristeza de los andenes. Sólo algunas flores y cámaras de televisión. Y silencio, mucho silencio. Dos personas suben al tercer vagón del convoy. Y a mi lado, una señora se frota los ojos, no sabe dónde mirar y sólo suspira. Ocho minutos después, el tren se detiene en El Pozo. Ahí la tragedia se percibe más en los rostros de las diez personas que suben al vagón. Concentraciones en pequeños grupos, flores, velas y cámaras de televisión grabando el silencio. La mirada de los viajeros se pierde en el recuerdo.
Nadie habla. Sólo se oye el ruido del tren y una lejana música clásica con notas tristes que acompaña el recorrido. Sólo dos chicas jóvenes comentan la lista de la compra y una pareja se despide con un beso en Asamblea de Madrid-Entrevías con ganas de volver a verse por la tarde. Muchos no pudieron cumplir el mismo deseo hace un año. El vagón ya está más lleno y algunos viajeros van de pie. Pero no es la multitud de cualquier día, porque hoy en este tren no ha sido un día cualquiera.
El tren sigue su camino hacia Atocha. Antes de llegar, la tenue luz del día deja ver ramos de flores y velas encendidas en la calle Téllez. Hoy el tren no ha parado antes de llegar a la estación madrileña. Aquel 11 de marzo lo hizo durante unos segundos que salvaron la vida a muchas personas que esperaban dentro de la estación. A las 7.06 el tren hace su parada en la vía 2 en Atocha, plagado de guardias de seguridad. A esas horas, hace un año todavía no habían explotado ninguna de las 10 bombas que marcaron la vida de todos y que rompieron los sueños de muchos. La gente baja despacio y triste para continuar con sus vidas. Los nuevos viajeros suben como con miedo. No son las aglomeraciones de otro día cualquiera, casi peleándose por quién sube antes o por tener sitio para sentarse. Hoy los sentimientos pueden con todo eso. El tren sigue su camino. Ha sido un viaje para el recuerdo, pero también para el olvido. La vida sigue, los trenes también. Un día más, un 11 de marzo más.
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