Cascos insiste en que Fomento "nunca ha perdido el rumbo"
El ministro culpa al propietario del buque y al capitán
El ministro de Fomento insiste en alabar su gestión de la crisis del Prestige. Francisco Álvarez Cascos ha hecho hoy el balance anual de su cartera, en buena medida lastrado por la catástrofe ecológica en Galicia, y ha asegurado que su departamento "no ha perdido el rumbo en ningún momento". Cascos insiste en su tesis de que la responsabilidad es de la empresa propietaria del buque y de su capitán.
El ministro se ha referido al proceso judicial abierto en el juzgado de Corcubión, al que ayer se sumó la Audiencia Provincial de A Coruña, que pide investigar "quién, dónde, cómo, cuándo, por qué y con qué base se adoptó la decisión de alejar el buque" de la costa. En este sentido, el ministro ha asegurado que "Fomento no ha perdido el rumbo en ningún momento en relación con la responsabilidad".
Muy al contrario: "Por el dispositivo de separación de tráfico marítimo de Finisterre pasaron 43.209 buques en 2002, de los que sólo uno se rompió, y va a resultar ahora que fue por culpa del Ministerio de Fomento", ha declarado Cascos. "Eso es sólo el deseo de algunos: la oposición y la corte mediática que acompaña a la oposición".
Por ello, ha manifestado su "sorpresa" por el hecho de que "hasta ahora ni el Parlamento, ni la oposición, ni algunos medios hayan querido situar con objetividad el debate sobre las responsabilidades", que "algunos buscan con saña en Sasemar y en el Ministerio de Fomento, como si en un incendio se hiciera responsables a los bomberos".
El ministro pone esta responsabilidad en los hombros del propietario del barco, del armador, de la empresa de clasificación (ABS) y de la aseguradora.
Defensa del alejamiento
Además, ha vuelto a exponer la tesis que maneja el Gobierno de que nunca en la historia se ha tomado la decisión de hacer entrar en puerto a un barco accidentado y perdiendo fuel para hacer el trasvase de la carga. Álvarez-Cascos, respondía así al criterio esgrimido ayer por la sociedad de clasificación del Prestige, ABS, afirmando que la catástrofe su hubiera evitado llevando el barco a puerto.
"Lo que hubiera agravado la circunstancia es que no hubiéramos hecho nada y que ahora nos enfrentáramos a una catástrofe de 70.000 toneladas de fuel vertidas en los mares y costas consecuencia del embarrancamiento del barco y su ruptura". "Eso era el mal mayor que estuvo a punto de producirse, mientas que el mal menor era conseguir que el buque, una vez alejado de la costa, hubiera encontrado aguas tranquilas y hubiera podido trasvasar el fuel", si bien la operación se frustró por la fractura y posterior hundimiento del barco.
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