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CRIMEN DE MURCIA

La parricida de Santomera niega que matara a sus hijos para vengarse de su marido

Francisca González reitera a la Guardia Civil que actuó influenciada por la cocaína y el whisky

La sórdida declaración de la parricida de Santomera (Murcia) ante la Guardia Civil desmonta el móvil de la venganza por una amenaza de divorcio. Francisca González ha negado que hubiera estrangulado a sus dos hijos menores para hacer daño a su marido. La propia autora no encuentra una razón para el brutal crimen y lo explica como consecuencia de una vida destrozada por vejaciones sexuales, malos tratos, graves amenazas contra su familia y por el abuso de las drogas y el alcohol.

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La verdad de Murcia

La noche del domingo, 40 horas después de haber estrangulado a sus hijos Francisco, de seis años, y Adrián Leroy, de cuatro, Francisca se derrumbó. Hasta entonces había intentado sostener una versión de los hechos llena de contradicciones: que un ladrón entró en su casa, la atacó con un spray paralizante y mató a sus pequeños. Pero después del entierro, tras su detención, se derrumbó ante los agentes y contó hasta los detalles más íntimos en una declaración que hoy publica La verdad de Murcia.

"Llevé un año muy malo con mi marido, lleno de humillaciones, vejaciones y amenazas de todo tipo", manifestó a los agentes que la acaban de detener. Tras recordarle sus derechos y ante su abogado, inició su descenso a los infiernos.

No recuerda ni cuándo ni cómo los mató

Según La verdad de Murcia, en su confesión ante la Guardia Civil, que al día siguiente ratificó en el juzgado, Francisca afirmó: "No los maté para hacerle daño a mi marido; habría tenido más posibilidades en otras ocasiones".

Francisca -encarcelada desde el pasado domingo- narró a los agentes unas presuntas humillaciones y vejaciones sexuales a las que la sometía su marido, José Ruiz, al que acusa además de estar relacionado con el tráfico de drogas, una práctica ilegal por la que la familia recibía amenazas.

La mujer admitió que intentaba combatir sus depresiones con cocaína y whisky, hizo un exhaustivo recorrido por lo más duro de sus 35 años de existencia y acabó señalando que mató a sus hijos no por vengarse de su esposo, sino como consecuencia de un cóctel que le nubló la razón.

Además, según el diario negó rotundamente que planeara los crímenes, una hipótesis surgida tras el registro de la casa, donde se encontró una peluca rubia 9.000 euros en efectivo (más de un millón de pesetas). Según Francisca, lo tenía todo preparado por si las presuntas amenazas contra su familia iban a mayores y tenía que escapar. "Si hubiese querido huir lo habría hecho", reconoció.

"Yo no quería matarlos; todo ocurrió bajo los efectos del miedo, la cocaína, el whisky y las pastillas", aseguró. Después de haber consumido "cinco gramos de cocaína y varios whisky y varias pastillas", afirmó haber perdido la conciencia y tener importantes lagunas en la memoria, por lo que no recuerda ni el momento y ni la forma en que dio muerte a sus hijos.

"Serían sobre las seis cuando desperté y vi a mis hijos muertos. Ya había visto que en la casa no había entrado nadie y pensé 'Paqui, has sido tú', ya que mi marido estaba en Francia y no había nadie más en la casa, salvo mi hijo José Carlos", de 14 años. En su desesperación, inventó la coartada del robo, después de lavar con una toalla húmeda los cadáveres de sus hijos.

"No recordaba haberlos matado y estuve pensando qué hacer. Pensé en simular un robo y escondí las joyas debajo de un cojín del sofa del comedor". Para afianzar esta coartada, rompió un cristal del balcón con una plancha y desde fuera, como hubiera hecho un ladrón. Su morbosa mente la llevó incluso a inventar un rostro para el delincuente imaginario. "Dije que era un ecuatoriano porque sé que trabajan en el mundo de la droga", se justificó.

José Ruiz, su esposo, un camionero que viaja constantemente por Europa, no sale bien parado. "Me obligaba a realizar actos de todo tipo, tales como pasar moneda falsa, y a asistir a lugares de intercambio de parejas como [los clubes] Brasil y Ninette. A todo eso me presté por amor a mi marido o por gilipollas. Sobre el intercambio de parejas me decía: 'Hago esto porque no te doy suficiente satisfacción y así te demuestro lo que te quiero'. Yo no estaba conforme, pero aceptaba".

Además de llevarla a estos clubes, Francisca habla de infidelidades: "Me engañó durante un año, aunque ya hace tiempo que terminó esa aventura, en febrero del año pasado".

"Me amaba ciegamente"

Pero también hace imputaciones más graves. Para explicar el estado de tensión en el que vivía, dijo que estaba atemorizada por las amenazas que su familia recibía por "las actividades de tráfico de estupefacientes" en las que estaba involucrado su marido.

Cuenta un episodio sobre un hombre, J.R., "que le debía 3,6 millones" a su esposo "por un viaje o viaje y medio", y que "le apuntó un día con una pistola y le quitó las llaves del coche y del camión. Y le amenazó con destrozar su entorno, su familia y sus bienes". El temor a ese hombre le llevó a comprar la peluca "para no ser reconocida" y a guardar dinero "por si un día tenía que salir corriendo".

Por su parte, el marido ha negado casi todas las acusaciones, salvo la infidelidad. En el mismo diario, José Ruíz ha reconocido que se siente tan culpable de lo sucedido por pasar tantas horas alejado de su casa que a veces piensa que el asesino ha sido él. El marido explica lo sucedido casi como un crimen pasional: "Me amaba ciegamente".

José explica que está convencido de su esposa nunca hubiera matado a sus hijos de no ser por las drogas y alcohol y que está dispuesto a buscarle un abogado para sacarla de la cárcel.

Aunque reconoce que juntos han consumido coca, que tenía una pistola sin permiso para defenderse y que fueron en una ocasión a un local de intercambio de parejas -según la versión de José fue hace 12 ó 13 años y ella no accedió a la proposición-, niega que se dedique al tráfico de drogas, que haya recibido amenazas o que la sometiera a malos tratos.

"Nunca he maltratado a mi mujer. Es posible que alguna vez, irritado, fuera de mí, se me haya escapado la mano". El marido añade que, consciente de los problemas de Francisca, pensaba llevarla a un psiquiatra.

Francisca González y José Ruíz, durante el entierro de los dos hijos menores de la familia.
Francisca González y José Ruíz, durante el entierro de los dos hijos menores de la familia.PEP GARCÍA

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