Un problema más de la energía nuclear: los precios del uranio se disparan
La demanda de la materia prima aumenta conforme las principales economías del mundo reviven su apuesta por la energía atómica


El mundo vive un bum nuclear. El interés en esta fuente energética está en su nivel más alto desde la crisis del petróleo de la década de 1970, según la Agencia Internacional de Energía (AIE). La meta global de descarbonizar la economía, junto con la necesidad de fortalecer la seguridad energética, ha impulsado un renovado atractivo. Hoy existen 407 reactores activos repartidos en 40 países. Si bien algunas naciones habían eliminado gradualmente sus centrales de forma anticipada, la generación global de energía atómica está al alza. Por ejemplo, Japón —tras el accidente de Fukushima en 2011— ha reanudado la producción, Estados Unidos —con 94 plantas, la cifra más alta— impulsa la creación de nuevas unidades, China acumula ya suficiente capacidad para superar a Francia en los próximos años y mantener el segundo parque más grande. Y en la UE, muchos gobiernos retrasan o cancelan el cierre de sus instalaciones. Incluso se está pensando en construir más.
“El renacimiento nuclear apenas está comenzando”, afirma Mobeen Tahir, director de Investigación Macroeconómica y Soluciones Tácticas en WisdomTree, una gestora estadounidense especializada en gestión pasiva. Actualmente, unas 64 centrales nucleares están en construcción en todo el mundo y otras 110 están planificadas. Pero la disponibilidad de la materia prima que da soporte a esta energía —el uranio— puede aguar la fiesta. Las necesidades mundiales de este elemento químico metálico de color gris, descubierto en 1789, aumentarán en un tercio hasta las 86.000 toneladas métricas en 2030. Para 2040, se espera que la cifra llegue a 150.000 toneladas métricas al año, un 117,6% más que las que se prevé que se consuman este 2025, según la Asociación Nuclear Mundial (WNA, por sus siglas en inglés). Mientras la demanda crece, los precios del mineral de uranio se disparan: a finales de noviembre, una libra (453 gramos) costaba 75,80 dólares (65,27 euros, al tipo de cambio actual), según el proveedor canadiense Cameco.
Hace cuatro años, el precio de una libra alcanzaba los 45,75 dólares. Su coste ha aumentado aún más rápido desde 2022, cuando Rusia inició la invasión de Ucrania, ya que Moscú controla el 22% de la capacidad mundial de conversión (un paso previo a su enriquecimiento) y el 44% de la capacidad de enriquecimiento, que es la materia base para fabricar el combustible que da vida a las centrales. La materia prima rusa ha quedado fuera del alcance de algunas empresas occidentales tras la prohibición de importaciones estadounidenses de uranio ruso, aunque se permiten grandes excepciones hasta finales de 2027. “La cadena de suministro de combustible de uranio sigue siendo frágil y vulnerable a tensiones geopolíticas”, afirma Safwan Mirza, analista de Mirabaud Wealth Management. La producción de uranio está altamente concentrada en cuatro países (Kazajistán, Canadá, Namibia y Australia), pero el primer país copa el 43% de la tarta.
La capacidad de enriquecimiento también se concentra en tan solo cuatro proveedores. La rusa Tenex (subsidiaria de Rosatom), que proporcionó el 30% de los servicios de enriquecimiento de la UE en 2019, ocupa el primer puesto en la tabla, según un informe del Real Instituto Elcano. España importa la totalidad del uranio enriquecido que consume y una parte considerable de este suministro, alrededor del 40%, procede de Rusia. A nivel global, también destaca Urenco, con plantas en Alemania, los Países Bajos, el Reino Unido y EE UU, le sigue Orano, en Francia y la Corporación Nuclear Nacional de China (CNNC), con una cuota del 10% y subiendo.
“Para el uranio natural, prevemos déficits hasta 2035”, dice Lawson Winder, analista de investigación CFA en Metales y Minería en Bank of America (BofA) Global Research. En los próximos años, según este experto, la demanda mundial superará la capacidad de producción de las minas existentes y de las previstas. Ello significa que no habrá suficiente material para todos los reactores. Dicho desequilibrio presionará los precios y obligará a recurrir a inventarios o fuentes secundarias. La WNA prevé un problema similar en la etapa de conversión, antes del enriquecimiento. En este último paso, en cambio, hay un exceso de capacidad a nivel mundial. No obstante, en EE UU ocurre lo contrario: el país no cuenta con infraestructuras suficientes y depende de proveedores extranjeros, de Rusia principalmente. Las reservas de uranio enriquecido estadounidenses apenas cubren poco más de un año de funcionamiento de los reactores, mientras que China cuenta con inventarios suficientes para unos 12 años, explica Mirza, de Mirabaud Wealth Management.
El 99% del uranio extraído se utiliza para la generación nuclear, que a su vez representa alrededor del 10% de la electricidad global, explica un informe de BofA. Por tanto, la demanda de este material depende directamente de la demanda eléctrica, que está creciendo rápidamente, no solo para usos convencionales como la industria ligera o el aire acondicionado, sino también en nuevas áreas como los vehículos eléctricos, los centros de datos y la inteligencia artificial. Actualmente, los grandes gigantes de la tecnología buscan en esta energía una fuente para sus instalaciones que albergan equipos de computación y telecomunicaciones. “La entrada de las grandes tecnológicas se está convirtiendo en un factor clave para el mercado de la energía nuclear”, reconoce Tahir de WisdomTree. Tan solo en Estados Unidos, el consumo de estas instalaciones se disparará 2,7 veces en menos de una década, pasando de 150 TWh en 2023 a más de 400 TWh para 2030. Dicho crecimiento es tan acelerado que la proporción de los centros de datos en la demanda eléctrica total del país se duplicará, pasando del 4% actual a superar el 8% en el mismo periodo, según las estimaciones de WisdomTree.
Para garantizar un suministro energético fiable, abundante y con bajas emisiones, compañías como Microsoft, Google, Amazon y Meta han cerrado acuerdos para obtener electricidad nuclear tanto de plantas tradicionales como de pequeños reactores modulares (SMR, por sus siglas en inglés). Mientras tanto, la inversión en la minería está aumentando, aunque todavía se mantiene por debajo del nivel necesario para cubrir la demanda futura. Según el director ejecutivo de Yellow Cake, los precios del uranio deben subir más para incentivar una mayor producción. Históricamente, los precios han sido volátiles y se han mantenido estancados debido al reducido tamaño del mercado y a la falta de un apoyo global amplio. Sin embargo, esa situación está cambiando. En la COP29 de 2024, 31 países —entre ellos Estados Unidos y Francia— acordaron triplicar la capacidad nuclear mundial para 2050. Además, la energía nuclear ha sido incluida en la Taxonomía de la UE como actividad de transición, lo que quiere decir que se considera una inversión sostenible y de bajas emisiones.
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