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Labubu: el fenómeno mundial de los diablillos peludos que ya vale 40.000 millones de euros

Pop Mart se dispara en Bolsa por el fenómeno global de esos muñecos. El fundador de la compañía, Wang Ning, ya es la décima persona más rica de China

Inma Bonet

Una cola da la vuelta a la manzana para comprar un muñeco peludo con cara de diablillo, dientes afilados y orejas puntiagudas. La escena se repite en Pekín, en Nueva York o en Londres. Detrás de esa fiebre está la empresa china Pop Mart, creadora del fenómeno Labubu y de un catálogo de personajes que la han convertido en una de las jugueteras más valiosas del mundo. Cotizada en la Bolsa de Hong Kong desde 2020, sus acciones se han disparado más de un 200% en 2025 y en los últimos 12 meses acumulan un alza superior al 400%. Su valor de mercado ronda los 46.000 millones de dólares (unos 40.000 millones de euros), más que el combinado de los gigantes Bandai Namco (20.000 millones de dólares), Hasbro (10.000 millones de dólares) y Mattel (5.500 millones de dólares).

Acaba de firmar, además, su semestre más boyante: en la primera mitad del año Pop Mart triplicó sus ingresos interanuales hasta alcanzar 13.876 millones de yuanes (alrededor de 1.760 millones de euros); casi cuadriplicó su beneficio neto (590 millones de euros) respecto al año anterior, y su margen bruto alcanzó el 70%, según su último informe de cuentas. Su fundador y consejero delegado, Wang Ning, ha elevado la expectativa de ventas para el conjunto de 2025 a unos 3.600 millones de euros.

Pop Mart ha convertido la cultura del art toy (figuras de autor, coleccionables y exclusivas) en un negocio de masas. Su éxito radica en que no se limita a vender ideas de terceros, sino que crea personajes y los explota en series y tiradas limitadas. Los productos de propiedad intelectual propia representan el 99% de sus ventas.

La empresa nació en Pekín, en el barrio tecnológico de Zhongguancun, en 2010. Wang, oriundo de Henan, tenía apenas 23 años cuando abrió Pop Mart, que entonces vendía desde papelería y regalos hasta cosmética y electrónica. El oficio lo aprendió de sus padres, dueños de varios negocios de ropa infantil y música, en los que ayudó durante su adolescencia. Wang ahora es, a sus 38 años y con un patrimonio neto de 20.900 millones de euros, el décimo hombre más rico de China, según Forbes.

En sus inicios, el 30% de los beneficios de Pop Mart procedía de las figuras niponas Sonny Angel. Consciente del potencial del coleccionismo, Wang apostó en 2015 por comercializar productos bajo su propia marca. Obtuvo los derechos de Molly, una niña de enormes ojos esmeralda, labios fruncidos y una estética entre retro y kawaii diseñada en 2006 por el artista hongkonés Kenny Wong.

Así cimentó la identidad de Pop Mart. En 2016, la compañía lanzó sus primeras “cajas ciegas” con distintas versiones de la muñeca, inspirada en las máquinas que dispensan cápsulas con objetos sorpresa. El formato tuvo tirón inmediato. Se creó una comunidad enganchada a la expectativa de comprar al azar y a un precio de entrada asequible, que actualmente va de 60 a 80 yuanes (entre 7 y 9,5 euros). Durante años, figurillas de Molly poblaron escritorios en oficinas de toda China, convertidas en icono pop. Aunque su popularidad ha disminuido, sus ventas sumaron 162 millones de euros en el primer semestre de 2025. Además de Molly, otros personajes reconocidos de la marca son Skullpanda y Crybaby. Ninguno, sin embargo, ha llegado tan lejos como Labubu.

El poder de Instagram

Cuando en 2019 Pop Mart firmó un acuerdo de licencia exclusiva con el ilustrador hongkonés Kasing Lung para producir peluches basados en su serie infantil The Monsters, difícilmente imaginaban el torrente de ingresos que se avecinaba. De hecho, las primeras ediciones del travieso monstruo no fueron más que un fenómeno de nicho. El bum llegó en 2023, con su formato de llavero, pero la locura mundial se desató un año más tarde, cuando Lisa, una de las cuatro integrantes de la banda de k-pop Blackpink, publicó imágenes de ellos en Instagram. Rihanna, Dua Lipa, Karol G e incluso David Beckham son algunas de las estrellas que no han podido resistirse a esta tendencia.

A menudo descrito como “feo pero adorable”, Labubu ha arrasado en todo el mundo. Solo de enero a junio, su universo The Monsters ha aportado más de un tercio de los ingresos de Pop Mart (unos 574,3 millones de euros). La técnica de poner a la venta tiradas que rara vez se reeditan alimenta la expectación, pero también fomenta la especulación. En agosto se lanzó la “cuarta generación mini” en China, con un precio unitario de 79 yuanes (unos 9 euros), que se agotó en segundos, pero en reventa tenía un recargo de más del 90%. El Labubu más caro hasta la fecha lo vendió la casa de subastas Beijing Yongle en junio. Es uno de primera generación y presentado como “la única pieza color menta en todo el planeta”, que se adjudicó por 140.400 euros.

Zhang, de 34 años, tiene una decena de Labubus, aunque dice no saber cuánto ha gastado en ellos: “Funcionan como una moneda social: son difíciles de conseguir, tienen un punto de ostentación, pero también emocional. A mis amigos les hace ilusión recibir uno”. El fenómeno ha trascendido el negocio del juguete y muchos analistas incluso lo consideran un instrumento de poder blando de China. Pekín quiere dejar atrás la etiqueta de productor de bienes baratos y aspira a convertirse en un referente cultural o de entretenimiento, como son sus vecinas Japón y Corea del Sur. Con Labubu parece ir por buen camino: en el primer semestre, las ventas internacionales representaron el 40% de los ingresos de Pop Mart.

La empresa, que cruzó fronteras hace un lustro, operaba a 30 de junio 571 tiendas físicas en 18 países (tiene locales en Asia-Pacífico, América y Europa) y una amplia red de 2.597 máquinas expendedoras roboshops. El gran motor del año está siendo el mercado americano y especialmente el estado­unidense, a pesar de los aranceles del 30% que pesan sobre los bienes chinos. En el primer semestre, la región generó 2.264 millones de yuanes (unos 270 millones de euros), 11 veces más que en el mismo periodo de 2024.

Esos buenos resultados han disparado la valoración de la compañía en la Bolsa de Hong Kong. En agosto, Pop Mart tocó un techo bursátil de alrededor de 51.000 millones de euros, aunque en septiembre sufrió correcciones que la situaron en torno a los 46.000 millones. El 8 de septiembre dio otro salto simbólico al ser incluida en el índice Hang Seng, el principal indicador del parqué hongkonés. Su ingreso en ese selecto club reservado a un puñado de grandes corporaciones (chinas y multinacionales) supone un reconocimiento de su peso real en los mercados y garantiza una mayor visibilidad entre los grandes fondos internacionales.

No obstante, el brillo de Pop Mart también proyecta sombras. Sus personajes la han hecho gigante, pero esa misma dependencia podría convertirse en su talón de Aquiles, ya que la expone a la tiranía de las modas. Además, el auge de imitadores, la oleada de falsificaciones y la presión arancelaria amenazan con diluir su atractivo. Ante la incógnita de si su auge es pasajero, Pop Mart ha empezado a expandir sus horizontes: ha abierto un parque temático en Pekín (Pop Land), ha lanzado su primer videojuego móvil (Dream Home) y registrado una serie animada (Labubu y amigos). Son pasos incipientes, pero que demuestran la ambición de no caer en el olvido.

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Sobre la firma

Inma Bonet
Es la colaboradora de EL PAÍS en Asia desde 2021. Reside en China desde 2015, primero como estudiante de chino y de un máster en Relaciones Internacionales en la Universidad de Estudios Extranjeros de Pekín (BFSU), y luego como periodista. Antes de unirse a este diario trabajó en televisión y radio.
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