El as bajo la manga de España
Ver la inmigración como un activo económico y empresarial, y no sólo como una necesidad demográfica, sería clave

Problema, amenaza, costes, restricciones… El debate sobre la inmigración está inmerso en una narrativa negativa. Pero la realidad es clara: España necesita la inmigración. La demografía manda. Aunque la natalidad aumentara hoy, harían falta al menos 20 años para que estos nuevos nacidos se incorporaran al mercado laboral. Los inmigrantes son el relevo generacional y laboral que puede sostener el crecimiento. ¿Por qué seguir viéndolos como una carga en vez de como una oportunidad?
Empecemos por distinguir la inmigración, con sus datos, de los problemas humanitarios, con sus imágenes. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), con datos de enero de 2025, 9,3 millones de personas en España habían nacido en el extranjero, lo que equivale al 19,1% de la población. https://elpais.com/sociedad/2025-02-19/el-numero-de-nacimientos-crecio-en-2024-por-primera-vez-en-la-ultima-decada.html#:~:text=Eso%20significa%20que%20Espa%C3%B1a%20registr%C3%B3,110.000%20personas%20a%20los%20nacimientos.de los últimos años, provocado por el descenso de los nacimientos, como destaca el informe Demografía, vivienda y brechas de riqueza, elaborado por nuestra fundación.
Pero, más allá del número, ¿quiénes son los inmigrantes que llegan a España? Un perfil muy distinto al que muchos imaginan. El boletín económico del tercer trimestre de 2024, publicado por el Banco de España, titulado Una caracterización de los flujos migratorios hacia España y otros países de la Unión Europea recoge datos muy clarificadores. El 50% de los extranjeros provienen de Latinoamérica, Centroamérica y el Caribe, una cifra que sube al 65% si se excluyen los ciudadanos comunitarios, lo que facilita su integración gracias al idioma y la cultura compartidos, algo que países como Alemania o Italia no tienen.
El nivel formativo es otro dato revelador. El 43% de los inmigrantes recién llegados tienen estudios terciarios, un porcentaje superior al de Alemania (38%) e Italia (15%). Sin embargo, muchos acaban en empleos por debajo de su cualificación, aspecto sobre el que sería oportuno reflexionar con vistas a valorar el potencial de hacer un mejor aprovechamiento de este talento con vistas a mejorar en innovación y competitividad.
Es evidente que el fenómeno de la inmigración es complejo, con implicaciones económicas, sociales y culturales. No se trata solo de números, se trata también de tener un plan como país y aprovechar el potencial del fenómeno. En general, una persona que abandona su país deja atrás lo que conoce con la expectativa de una vida mejor, y eso, en sí mismo, es un valor en términos de aceptación de riesgo e interés en progresar.
Ver la inmigración como un activo económico y empresarial, y no sólo como una necesidad demográfica, sería clave. El reto no es evitar la inmigración, es gestionar bien el proceso, asegurando su integración para convertirla en un motor de innovación, desarrollo y progreso.
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