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Pablo Carrington (Marugal): “Para mí el lujo es claramente el espacio y el silencio”

El fundador de la consultora de hoteles de lujo, de padre californiano y madre vasca, afirma que le gustaría tener una granja en Austria

Pablo Carrington, fundador de Marugal.
Sandra López Letón

Pablo Carrington (San Sebastián, 53 años) es el fundador de la consultora de hoteles de lujo Marugal, que gestiona 14 establecimientos en Portugal, Francia, Suiza y España, donde asesora a alojamientos como Akelarre (san Sebastián), Urso (Madrid) o Cap Rocat (Mallorca). De padre californiano y madre vasca, es licenciado en Económicas por la Universidad Boston College y descubrió su pasión por la hotelería por casualidad. Es amante de la literatura y del campo y se alimenta de las verduras, frutas y carnes que cultiva y produce en su finca mallorquina.

Pregunta. ¿Cómo se define?

Respuesta. Amante del campo y de la literatura y apasionado de la hotelería, que descubrí accidentalmente.

P. ¿Cómo fue?

R. Me gradué en la Boston College, me fui a trabajar a un banco. Me fui a trabajar con Citibank, un trabajo que era muy interesante en París, pero después de dos años, miraba a mis jefes y decía: ‘pero si yo no quiero ser tú’. Entonces probé en consultoría estratégica, también unos años magníficos en Roland Berger. Pero de nuevo, eso no es lo que quería. Me tomé un año sabático y una maravillosa coach, en la época en la que nadie usaba coach, sacó de mí que sería feliz en la hotelería. Y me lancé sin tener la más mínima sospecha de que eso podía ser para mí. Y, de hecho, cuando mi empresa cumplió 20 años hace dos años, el speech se lo dediqué a ella. Porque si hoy existe Marugal y si hoy existe mi carrera en hotelería es gracias a ella.

P. Podía haber salido mal.

R. Exacto, sí. Pero fue un ejercicio muy interesante.

P. Le da mucha importancia a los detalles en su trabajo. ¿En su vida personal también? Por ejemplo, ¿es buen anfitrión?

R. Me encanta recibir invitados, pero no sé cocinar. Le doy muchísima importancia a la luz, a la mesa, al jardín. Yo vivo en el campo, para mí que esté cuidado, que no parezca una urbanización americana, que los naranjos estén podados, que las plantas estén cuidadas y regadas… Prefiero tener menos y bien que más y a medias.

P. Ha vivido en París 16 años. Entre la cocina francesa y la española, ¿con cuál se queda? ¿Vino o champán?

R. Comida española, sin duda, porque creo que hay una variedad en la cocina española, amén del tema saludable, que es difícil de encontrar en otras cocinas. Y la cocina francesa es maravillosa, pero me quedo con la española. Y me quedo con el champán francés.

P. ¿Algún plato especial?

R. Hay un plato mallorquín que me fascina que son habas con acelgas, es un potaje. A mí los platos de cuchara me encantan. De hecho, si algo hay en mi huerto son habas. Luego se congelan y aguantan el todo el año.

P. ¿Se encarga usted mismo del huerto?

R. Me encargo, sí, aunque no solo yo. En casa todo lo que comemos de verduras es casero. Creo mucho en comer de temporada, con lo cual en invierno tomamos tomate, pero en salsa de tomate, como antiguamente, no tomates frescos, porque no hay tomate fresco en invierno.

P. ¿Lo hace por comer saludable?, ¿es vegano?

R. No soy vegano, pero te da una satisfacción enorme pensar que eres autosuficiente. La carne de vacuno es nuestra, la carne de pavo es nuestra, la carne de cerdo es nuestra, la de cordero… También tenemos animales. Todo menos la pesca porque ni se me da bien por falta de paciencia ni tengo tiempo. Para mí el huerto tiene el placer de la tierra, de la naturaleza, que es muy terapéutico, pero luego hay un placer enorme en sentirte independiente, en saber que el mundo se podría congelar un par de días que tú sobrevivirías.

P. ¿Es esta su forma de desestresarse?

R. Sí, el campo en general, ya sea paseando, ayudando un poco en el huerto y en el jardín, o haciendo ejercicio. Es mi manera de desestresar y también la literatura.

P. ¿Qué deporte practica?

R. Voy a correr dos días por semana y hago entrenamiento funcional otros dos días. Esa es mi disciplina, probablemente mi única disciplina. Procuro viajar de martes a jueves. Tuve un pequeño susto de salud hace un par de años y al final eso es lo más fundamental, cuidarte un mínimo, sin volverte un extremo.

P. ¿Viaja todas las semanas?

R. Sí. Todas.

P. ¿No es agotador?

R. Gracias a Dios no tengo hoteles ni en la India ni en Mozambique, con lo cual es un palmo a Madrid, es un palmo a Málaga, a París, a Ginebra, o sea que es relativamente fácil.

P. ¿Cuál fue su último viaje por placer?

R. Yo creo que a Marrakech, pero bueno, fue un fin de semana, no sé si cuenta porque voy muy a menudo.

P. ¿Por qué?

R. Porque tengo buenos amigos allí y al final el éxito de Marrakech es la facilidad de desconexión a una hora de vuelo. O sea, yo puedo ir a Bilbao y pasármelo increíblemente bien, poder ir a Ciudad Real y pasármelo muy bien, pero es que Marrakech está a la misma distancia de Palma prácticamente y entras en otro mundo y estás en otro contexto. Para mí es un destino muy fácil para desconectar, aunque se está aseptizando a marchas forzadas, como desgraciadamente pasa cuando el turismo va en masa.

P. ¿Hay algo que odie de su trabajo? ¿Las reuniones, por ejemplo?

R. Odio los aeropuertos, pero no hemos encontrado de una manera más civilizada de viajar todavía. Es lo que hay, mi trabajo es estar ahí, necesito ver. Respecto a las reuniones, la ventaja de ser jefe es que eres tú el que marca los tiempos. Pero no hay nada más, la verdad. Es un trabajo al que le tienes que dedicar muchísimo, porque es un trabajo vivo 24 horas al día y los que somos apasionados de la hotelería no conocemos ni de sábados ni domingos, nos da igual.

P. ¿No tiene una hora de cierre?

R. Bueno, yo tengo una manera de desconectar y es que me niego a tener el email en el móvil. Y lo pido en la oficina, les digo: ‘por favor, quitaros el email del móvil’. Si tenéis necesidad, si hay una urgencia, os van a llevar. Y si tenéis necesidad de ver los emails, cogéis el ordenador y lo miráis.

Pero ver ese circulito que va subiendo 25, 29, 47… No, no, no, hay que desconectar. Yo creo muchísimo en la desconexión del trabajo. Lo que pasa es que como mi trabajo me da muchísimo placer, a mí no me cuesta nada despertarme por la mañana un domingo y después de desayunar mirar tranquilamente si hay algún correo. Pero porque me apasiona lo que hago.

P. ¿Tiene redes sociales?

R. Tengo Instagram porque es una manera de seguir muchas tendencias y cosas nuevas en hoteles y ver cómo se promociona otra gente, cómo comunican. Creo que la puedes usar para contar tu vida o la puedes usar para ver cosas. O sea, en mi caso es para trabajo.

P. ¿Un plan ideal?

R. Un plan ideal es un fin de semana en la montaña en Austria en cualquier época del año.

P. ¿Por qué en Austria?

R. Porque encuentro que han mantenido un campo muy auténtico, han mantenido su identidad de una manera muy natural, no es un nacionalismo férreo, sino un orgullo de tradiciones. Es un campo que me da muchísima tranquilidad. Yo quiero una granja en Austria, pero que huela a vaca, por favor.

P. ¿A qué persona admira?

P. En literatura a Stefan Zweig, para mí increíble. Es probablemente el europeísta más importante del siglo XX con una obra prolífica increíble que va desde biografías de María Antonieta y María Estuardo hasta un libro que se llama El Mundo de ayer, memorias de un europeo.

Y tengo una enorme afinidad con él porque me gusta muchísimo la música clásica y la ópera y cada vez que empieza un concierto pienso: ‘Estamos en la cuna, nos falta orgullo a los europeos, tanto de literatura como de cultura musical, de pensamiento’. Tenemos tendencia en Europa a creernos que esto simplemente es un parque temático de ir a ver Venecia y la Torre Eiffel, somos un continente con muchísima fuerza y muchísima trayectoria, pero no nos lo creemos.

P. ¿Escribe en sus ratos libres?

R. Me gusta escribir y alguna vez he escrito en el periódico algún artículo. Tengo pendiente escribir un libro, pero...

P. ¿Sobre qué?

R. Observaciones desde mi perspectiva de la hotelería, cosas que creo que se hacen bien y cosas que creo que se hacen mal.

P. ¿Alguna que se haga especialmente mal?

R. No, pero hay una por ejemplo que me parece ridícula. Muchas veces al cliente se le trata como si fuese bobo porque hay tal obsesión por crear el sense of place, algo que nosotros llevamos haciendo 20 años. Pero ese sense of place en la actualidad se ha llevado a unos extremos ridículos, casi insultantes para el cliente. El otro día en un hotel en California a los recepcionistas les llamaban coastal advisors, o sea, consejeros de costa. ¿Te crees que el cliente se va a creer que le están tratando mejor o que le van a dar mejor información por inventarse semejantes chorradas? Hay mucho superfluo en la hotelería.

P. ¿Qué es un lujo para usted?

R. Para mí es el espacio, claramente, el tener más espacio. Y para mí un factor esencial del lujo es la opción del silencio. Es decir, si quiero ruido, podré optar por él, pero pensar que puedes no depender de un ruido externo, que puedas tener tu propia música, que puedas estar en silencio. A mí la opción del silencio me parece un lujo.

P. Si ahora mismo tuviera que irse al centro de Madrid a vivir…

R. Me encanta Madrid, pero bueno, que sea grande, por favor, y que las ventanas estén bien aisladas.

P. ¿Es feliz?

R. Sí, afortunadamente. Afortunadamente muy feliz. Pero sabiendo que hay que trabajarlo. La salud la tengo muy presente porque tuve un susto hace un par de años.

P. ¿Fue muy serio?

R. Fue un cáncer de tiroides. Que en sí no lo es porque es el más fácil de todos, pero al final no dejas de creerte de invencible hasta que te dicen una palabra que te suena fatal, que te hace llorar.

P. ¿Pasó miedo?

R. Sí. Bueno, yo soy un positivo acérrimo con lo cual, incluso en ese momento, me recuerdan en mi familia que cuando lo conté era como, oye, por cierto, que me operan mañana.

Y a lo mejor por eso te he contestado rápido a lo de la felicidad porque creo que, al final, depende de uno mismo y de saber coger el lado bueno a la vida, porque al final todo está medio lleno o medio vacío y tú eliges cómo lo quieres ver. Luego hay situaciones que son tremendamente infelices, pero bueno...

P. ¿Cuál es el mejor consejo que le han dado en su vida?

R. Trabaja como si no necesitases el dinero, ama como si nunca te hubiesen hecho daño y baila como si nadie estuviese mirando. Me lo dijo una amiga mía hace muchos años, no sé dónde lo sacó, pero lo he aplicado en mis relaciones. Es decir, si vas a estar con alguien, estate a fondo. Piensa que es la persona de tu vida y si luego no lo es, pues ya lo digerirás. El trabajo lo mismo y luego la noción de bailar sin preocuparte de que alguien esté mirando, la noción de ser libre, de hacer un poco lo que quieres. Y esa es la que más me cuesta, pero ahí sigo.

P. ¿Baila?

R. Me encanta bailar, pero todavía no he conseguido que me deje de importar el 100% de lo que pueda pensar el otro. O sea, tengo todavía que trabajar ese tema.


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Sobre la firma

Sandra López Letón
Redactora especializada en el sector inmobiliario, del que informa desde hace más de dos décadas. Ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional en EL PAÍS. Actualmente, escribe en el suplemento de información económica 'Negocios'. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid.
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