El Kremlin aprieta las tuercas fiscales: Moscú aporta el dinero y las provincias las tropas
La reforma fiscal del Gobierno pone fin a la tarifa plana de 13% sobre la renta y aumenta la recaudación a las empresas. Los oligarcas apoyan públicamente las medidas bajo presiones del Ejecutivo ruso
Rusia presumía hasta ahora de tener uno de los impuestos sobre la renta más bajos del mundo, una tarifa plana del 13% para todo el país a la que se añadió en 2021 un tramo del 15% para los pocos contribuyentes que superasen los cinco millones de rublos anuales, casi 60.000 euros al cambio. Pero acuciado por su guerra sin horizonte en Ucrania, el Kremlin ha acometido una intensa reforma fiscal con la que mantener su enorme gasto bélico. El objetivo es recaudar más en los polos económicos del país, Moscú y San Petersburgo, mientras el resto de provincias aporta tropas atraídas por unos suculentos salarios.
El Gobierno ha presentado un proyecto de ley que elevará las retenciones en diferentes tramos a partir del próximo año hasta alcanzar el 22% en las más altas, mientras que el tipo del 15% se aplicará desde el listón de los 2,4 millones de rublos —24.000 euros— anuales. La medida apunta a las grandes ciudades: en Rusia, un 59% de la población ganó menos de 6.000 euros anuales en 2023, según Rosstat, y solo un 10% pasaba de mileurista; mientras que el grupo de los cinco millones de rublos, un 1% del total, aportaba hasta ahora una cuarta parte de los ingresos de la renta.
Asimismo, el Kremlin elevará el impuesto de sociedades del 20% al 25%. “El Estado necesita ahora más ingresos”, afirmó a finales de mayo el hombre posiblemente más rico de Rusia gracias al gigante minero Nornickel, Vladímir Potanin. A su pronunciamiento público a favor de más impuestos se sumaron otros oligarcas, aunque no parece que lo hicieran excesivamente contentos.
“El Gobierno se ha dirigido a los grandes empresarios para que apoyen la reforma”, cuenta a este periódico una fuente próxima a uno de los magnates de la industria rusa. “El primer ministro —Mijaíl Mishustin— se acercó a algunos de ellos en la conferencia La industria digital de la Rusia empresarial”, agrega.
El Kremlin trata de convencer a sus empresarios de que esta subida fiscal es preferible a la aplicación de impuestos absolutamente arbitrarios cuando necesite más dinero para la guerra. “La reforma fiscal hará que el sistema de planificación sea predecible, lo cual es importante para los negocios”, enfatizó el propio Potanin.
La invasión de Ucrania se alarga y con ella la losa sobre los presupuestos. El Gobierno ruso ha presupuestado para gastos militares este año casi 11 billones de rublos, algo menos de 120.000 millones de euros al cambio y un 70% más que en 2023, aunque a esta partida habría que sumarle otros gastos ocultos.
El Kremlin capeó el temporal hasta ahora con impuestos especiales a beneficios pasados y otras medidas supuestamente temporales, como una tasa al tipo de cambio sobre las exportaciones. Con su reforma fiscal y con el nombramiento de un economista como nuevo ministro de Defensa, Andréi Belousov, el Kremlin se prepara finalmente para una guerra de desgaste que pasará factura a su economía durante años.
El Ejecutivo ruso ha incluido más tasas en el paquete de su reforma fiscal, como un nuevo impuesto a las extracciones mineras. En total, el Kremlin espera recaudar con estas medidas más de 2,5 billones de rublos adicionales el próximo año, alrededor de un 1,6% del producto interior bruto. Además, es factible que la inflación y su presión sobre los salarios provoque que más rusos entren en el umbral de las subidas de impuestos.
La reforma fiscal no es la única medida imaginativa del Kremlin para recaudar más. El Gobierno ha lanzado varios productos de inversión a largo plazo este año con interesantes exenciones de impuestos, entre ellos fondos de pensiones. No obstante, se desconoce si las aportaciones irán destinadas a proyectos industriales o a munición y soldados para un frente que devora los recursos rusos. Hace justo diez años, tras la anexión ilegal de Crimea, el Ministerio de Finanzas apartó una parte del dinero que habían destinado los ciudadanos a sus fondos de pensiones y lo destinó “al desarrollo socioeconómico” de la península y su principal puerto militar, Sebastopol.
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