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Ence echa raíces en los negocios sostenibles

La empresa papelera goza de vientos a favor en su negocio de celulosa por la recuperación de los precios mientras que la aportación del área de energías renovables es cada vez mayor

Ence
Fábrica de papel de Ence en la ría de Pontevedra.Gustavo De La Paz (Europa Press/Getty Images)

Ence no es lo que era. La compañía, privatizada con el cambio de siglo —año 2001—, ha asumido como blasón la palabra sostenibilidad y como modelo la economía circular. Ence vende la celulosa que extrae de la madera desde 1958, pero ha diversificado la actividad. La mitad de su negocio viene de la pasta de papel y la otra mitad, de la generación de electricidad a través de la filial Magnon Green Energy —266 MW de potencia instalada basada en biomasa forestal— y del aprovechamiento del calor —cogeneración— en las fábricas de celulosa de Pontevedra y Navia. La compañía, controlada por algunas de las grandes fortunas del país —Arregui, Urrutia, Comenge—, ha mudado parte de la piel. Ya no es (solo) una empresa explotadora de recursos naturales, primer propietario forestal privado de la Península, contaminante y muy bien relacionada con el poder político.

Tanto ha cambiado el enfoque que los nuevos proyectos de celulosa de la compañía no necesitan madera. Sus fábricas son “biofactorías” y “bioplantas”. Ence, precisan fuentes de la compañía, “está de acuerdo con la actual normativa que establece una moratoria a las plantaciones de eucalipto, y apuesta por no incrementar la superficie de este cultivo forestal, en línea con las demandas de la sociedad”.

La empresa que presidió entre 2006 y 2019 el fundador de Gamesa Juan Luis Arregui, hoy presidente de honor y principal accionista de Ence con el 29,24% del capital, vive un momento dulce. El precio de la celulosa se ha disparado, sobre todo por la resurrección del mercado chino. La compañía, que perdió 24,7 millones en 2023, retomó la senda de los beneficios en el último medio año. En el cuarto trimestre de 2023 ganó 3,5 millones y tres veces más (9,5 millones) en el primer trimestre de este ejercicio. La Bolsa ha percibido el cambio de ciclo. En lo que va del año, la acción sube más del 18%.

“Se confirma el punto de inflexión en el cuarto trimestre de 2023 y el rebote en el desempeño operativo de la compañía tras un periodo de debilidad”, señalan los analistas de Renta 4. “Esperamos un impacto positivo no solo por la mejora de resultados”, sostienen los analistas del Banco Sabadell, “sino también por las buenas perspectivas del mercado de celulosa, donde se están confirmando subidas de precios y alcanzándose niveles por encima de máximos de 2022, lo que augura positivos próximos trimestres”.

La papelera, como todas las firmas exportadoras, se mueve con las mareas del comercio internacional. La actual es favorable. La empresa ha cerrado acuerdos de venta —la mayor parte a Europa— para más de un millón de toneladas de celulosa en 2024, lo que supone cubrir el máximo de producción de las fábricas. Atrás quedan los malos momentos de 2023 en los que las papeleras —Ence, pero también competidores como Altri y Navigator— marcaban mínimos en Bolsa. “Solo las generosas políticas de retribución al accionista lograron maquillar el comportamiento en un año de fuertes caídas en los precios de la celulosa”, resume Pablo Fernández de Mosteyrín, de Renta 4 Banco.

Así que el futuro pinta bien. Todos los análisis coinciden en que hay un escenario en marcha de recuperación en los precios de venta y normalización en el cash cost (coste de producción). Los dos factores elevarán, previsiblemente, los márgenes de las papeleras. En general, los expertos adelantan un horizonte de crecimiento estructural de la demanda de celulosa. Las claves son el aumento de la población urbana en países emergentes, la sustitución del plástico y materiales contaminantes por papel y derivados, y el incremento del comercio electrónico, que requiere cada vez más embalaje reciclable.

La mejora en el negocio debería permitir a la empresa hacer frente a los muchos proyectos que tiene en marcha. Ence ha aprobado recientemente un marco estratégico para el periodo 2024-2028, a través del cual prevé duplicar su resultado operativo (ebitda) en el negocio de renovables y aumentarlo de forma significativa en celulosa. Los proyectos de crecimiento y diversificación supondrán un desafío para la asignación de un capital que no es ilimitado. El aumento de ingresos y la moderada carga de deuda —323 millones— ayudarán al despliegue. Entre los proyectos en marcha destacan una planta en As Pontes —bioplanta, en la terminología de la empresa— para producir celulosa a partir de papel y cartón reciclados, y la puesta en marcha de hasta 20 plantas de biogás en los próximos cinco años en distintas comunidades autónomas.

Impulso operativo

El negocio de la energía de Ence, en asociación con el fondo británico Ancala Partners (controla el 49% de Magnon Green Energy), “proporciona estabilidad y visibilidad a los ingresos”, sostiene el último informe de Jefferies Financial. Según sus estimaciones, el área tendrá una contribución mínima de 40-50 millones anuales al resultado operativo a partir de 2024 “en los rangos de precios regulados y con potencial de ebitda adicional a precios más altos de la energía”. “La división de Energía tiene una sólida oportunidad de crecimiento en los próximos 10 años, con España esperando duplicar su capacidad de energía renovable para 2030″, concluyen los expertos de Jefferies. Ence cerrará este año la venta de 223 MW de instalaciones fotovoltaicas a Naturgy dentro del acuerdo que alcanzaron ambas compañías a finales de 2021 para una capacidad total de 373 megavatios (MW).

Ence vive una buena racha. Comenzó hace más de un año con la resolución favorable a la empresa de un asunto espinoso como fueron las denuncias por la extensión —hasta 2073— del permiso de ocupación de 373.524 metros cuadrados de suelo de dominio público en Lourizán, en la ría de Pontevedra. El Tribunal Supremo declaró sin valor ni efecto la sentencia dictada por la Audiencia Nacional en 2021, donde declaraba nula la prórroga de la concesión de la fábrica de Pontevedra. Un suspiro de alivio y un agradable escalofrío en la caja porque Ence ya había provisionado 200 millones de euros para afrontar los costes de desmantelamiento de la factoría y puesto en marcha un plan b para aumentar la inversión en otras instalaciones, como la de Navia (Asturias).

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