En Alemania nada de tarjetas de crédito, solo efectivo
El país es poco amigo del dinero de plástico. Los ciudadanos se resisten a decir adiós a monedas y billetes para preservar a toda costa su privacidad
Los alemanes tienen una gran pasión que sorprende a los que llegan al país: el pago en efectivo. La mayor economía de Europa se resiste a abrazar la tendencia global de decir adiós a las monedas y billetes. Lejos de un romanticismo por tiempos pasados, esta persistencia va en línea con el profundo deseo que siente una gran parte de la sociedad alemana por velar a toda costa por su privacidad. Nadie debe saber qué hacen con su dinero, y mucho menos los bancos.
En una encuesta del Banco Central Europeo, el 69% de los alemanes afirmó que el dinero en efectivo era “importante” o “muy importante” para ellos. Especialmente las personas mayores y las personas con bajos ingresos y nivel de educación mostraron un gran apego por esta forma de pago. Solo en Austria el amor por los billetes y las monedas parece ser aún mayor.
Salir a tomar algo en Alemania puede conllevar pasar previamente por un cajero automático. El cartel de “Only cash” cuelga en la entrada de numerosos establecimientos, especialmente en algunas partes de ciudades como Berlín, pero también en otras zonas como en el rico Estado federado de Baviera. “Mi jefe lleva 37 años cobrando solo en efectivo y piensa que por qué cambiar ahora”, explica la camarera del popular Franken Bar, en el barrio berlinés de Kreuzberg, donde el cartel está hasta en tres sitios diferentes para evitar problemas con los turistas. Junto con la justificación de la costumbre, otros muchos locales aducen a que se debe al gran coste que supone aceptar tarjetas. “Si te soy sincero, no aceptamos tarjetas porque los impuestos de las tarjetas son muy altos para nosotros”, se justifica el camarero de un restaurante asiático del barrio de Neukölln, en el sur de Berlín.
“Lo probamos tres meses durante la pandemia, pero pagábamos 800 euros por aceptar el pago con tarjeta. Los supermercados reciben un descuento especial porque son grandes establecimientos, no como nosotros”, indica sobre las comisiones que cobran los bancos por transacción y que varía en función del tipo de tarjeta. En el caso de Visa, por ejemplo, puede ir desde el 1% hasta incluso el 3%. A esto se suma el alquiler mensual de los terminales. El pago en efectivo no se limita al sector de la hostelería, sino que también se ve en otros servicios de la capital alemana como en el taller de coches, a pesar de ser cantidades elevadas. “Yo necesito el efectivo para poder pagar a todos los que me suministran piezas para el taller y que solo aceptan billetes”, se limita a contestar el mecánico de un taller al preguntarle por sus motivos.
Debate fiscal
Esto hace que las conversaciones sobre privacidad o impuestos elevados se entremezclen con la sombra del dinero negro, la famosa caja B que algunos negocios tienen para evadir impuestos y con la que los ciudadanos están dispuestos a convivir si eso les permite seguir pagando con billetes. De otra forma lo ven las autoridades fiscales, que llevan años presionando para que se establezcan límites máximos de efectivo. Los expertos piensan que las grandes cantidades de efectivo son sobre todo un indicio de transacciones sospechosas.
“A menudo nos encontramos con taquillas llenas de dinero”, explica Oliver Huth, presidente de la Asociación de Investigadores de Delitos de Renania del Norte-Westfalia, a la publicación alemana Der Spiegel. “El dinero procede de todos los delitos imaginables: delitos de drogas, extorsión o blanqueo de dinero”, agrega.
Según las estimaciones, el alemán medio sigue teniendo unos 100 euros en su cartera, pero la proporción de pagos en efectivo disminuye poco a poco y cada vez más alemanes abonan los productos electrónicamente. El año pasado, los alemanes utilizaron su tarjeta bancaria o su smartphone una media de 284 veces para hacer compras, según cálculos del Boston Consulting Group (BCG). Esto supone un aumento de casi el 5% respecto al año anterior. No obstante, Alemania se sitúa en la parte baja de la tabla en comparación con el resto de países europeos. “Para los alemanes, el efectivo sigue siendo un medio de pago importante”, afirma Markus Ampenberger, experto en operaciones de pago y coautor del estudio.
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