El crimen y el fentanilo dañan al rey de las hamburguesas en California
La cadena In-N-Out tiene que cerrar por primera vez una tienda debido al aumento de robos y actos violentos en Oakland
Los californianos son muy exquisitos con sus hamburguesas. Ya sea basándose en encuestas de mercado, de internet o populares en plena calle, la respuesta de la mayoría es abrumadora: In-N-Out es su hamburguesería favorita. Lejos del nombre y los números de compañías globales como McDonald’s, Five Guys o Burger King, esta cadena tiene solo 400 restaurantes en ocho de los 50 Estados del país, la mayoría del Oeste, y apenas sirve una docena de invariables productos. En sus 75 años de vida, su éxito ha sido pausado pero rotundo y, sin salir de manos familiares, jamás ha cerrado ningún restaurante (con una curiosa excepción: el primero, el original, fue demolido por la construcción de una autopista, pero se trasladó muy cerca). Sin embargo, ahora ni sus hamburguesas y batidos ni los estupendos beneficios que generan han logrado paralizar el cierre, por primera vez, de uno de sus establecimientos. El crimen de la zona norte de California, en el área de la Bahía, ha hecho que el único restaurante de Oakland acabe de decir adiós.
Es In-N-Out tan popular en California (así como en Texas, Arizona, Nevada... y pronto en Nuevo México y en Tennessee) que las informaciones sobre este primer cierre abrió noticieros y periódicos locales. Se supo a finales de enero, pero no se ha confirmado hasta finales de marzo, cuando su local de Oakland se despidió el pasado día 25 a la una de la madrugada, tras una imparable jornada sirviendo sus célebres hamburguesas dobles y sus Animal Fries, patatas fritas con cebolla frita, queso fundido y su secreta y deliciosa salsa Animal. El día 31 ya habían desaparecido su señal amarilla y sus elementos decorativos. Solo quedaba un edificio blanco.
La célebre hamburguesería se ha visto obligada a cerrar por el aumento de robos, sobre todo violentos. Su éxito es rotundo, pero no ha aguantado la criminalidad de la zona. Con más de 27.000 empleados en todo el país —es considerada una de las mejores compañías en las que trabajar— y alrededor del 20% de margen en sus productos (a unos precios muy populares, especialmente al tratarse California de uno los lugares más caros del planeta), se calcula que el año pasado la empresa tuvo unos ingresos de 575 millones de dólares. Sus establecimientos no son franquiciados: desde que los fundaron Harry y Esther Snyder en 1948 son propiedad de la familia Snyder, cuya única heredera, su nieta, Lynsi Snyder, amasa una fortuna que roza los 7.000 millones de dólares, según Forbes. El aumento del salario mínimo en el sector de la restauración en California, que pasó a ser de 20 dólares la hora el 1 de abril, tampoco ha afectado a los ingresos de la cadena, por el momento.
El establecimiento de Oakland, junto a San Francisco, seguía dando beneficios y por ello ha sido el primero en cerrar (en estos 75 años varios de ellos se han reubicado, pero nunca desaparecido). “Nos hemos dado cuenta de que la frecuencia y la gravedad de los crímenes a los que se enfrentan nuestros clientes y trabajadores no nos dejan alternativas”, se lamentaba el jefe de operaciones de la cadena, Denny Warnick, en un comunicado recogido por la agencia AP. “A pesar de tomar repetidas medidas para crear unas condiciones más seguras, nuestros clientes y empleados son víctimas habituales de robos en vehículos, daños a la propiedad, hurtos y atracos a mano armada”, lamentaba Warnick, que afirmaba que ya no podían pedir a nadie que acudiera al establecimiento, ni “comer o trabajar en un ambiente poco seguro”. Los empleados han sido recolocados en establecimientos cercanos o, los que lo hayan preferido, han podido marcharse con una indemnización.
Pese a que EE UU lleva más de dos años con la tasa de crímenes violentos bajando (más de un 8,3% en 2023, según datos de CNN, citando al FBI), Oakland ha sufrido un alza en cuanto a delitos violentos, tanto como del 21% el año pasado con respecto a 2022. Además, el fentanilo campa a sus anchas por la zona. El terrible opiode, 50 veces más poderoso que la heroína, cuyo consumo se ha declarado ya como epidemia, campa a sus anchas por la ciudad. Es rápido y barato, y se calcula que en el país una persona muere cada cinco minutos por su consumo; ya ha matado a más estadounidenses que la guerra de Vietnam y Afganistán juntas. En Oakland son constantes las noticias sobre decomisos y sobredosis, y los asaltos y robos están relacionados con todo ello.
Algo que ha hecho que en la zona cierren empresas como la cafetería Starbucks o el supermercado Target; otra cadena de comida rápida, Denny’s, ha anunciado que son los siguientes en marcharse. Su alcaldesa, Sheng Thao, ha afirmado en la televisión local que han incorporado a más policías a las patrullas, pero que saben que deben hacer más. Además de ser el único de la ciudad, este extinto In-N-Out estaba muy cerca del aeropuerto de Oakland, un punto clave del área de la bahía, pues está a apenas 20 minutos del centro de San Francisco y tiene un volumen de alrededor 11 millones de pasajeros anuales. Al aterrizar, ya no comerán hamburguesas.
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