The Fini Company: así es la empresa que ha convertido Molina de Segura en la capital mundial de las ‘chuches’
Esta compañía murciana, controlada por la familia fundadora, facturó 470 millones de euros en 2023 y aspira a duplicar su tamaño en cuatro años
Se dice que Murcia es la huerta de Europa, aunque también es el reino de las golosinas: exporta una de cada tres chuches producidas en España y acoge a más de 60 empresas del sector. Pero el municipio de Molina de Segura, a poco más de 10 kilómetros de la capital murciana y con algo más de 70.000 habitantes, es sin duda la tierra prometida de los más golosos al acoger a las más importantes empresas del sector: The Fini Company (hasta 2021 Fini Golosinas), que fue fundada en 1971 por Manuel Sánchez Cano como una fábrica de chicle artesanal. Innovaron al lanzar el chicle de carrete (enrollado) y con el que lograron su primer éxito de ventas al tratarse de un producto inexistente hasta entonces, que la situó entre las grandes. Hoy esta multinacional de carácter familiar tiene en la presidencia a Antonio Andrés Sánchez, uno de los hijos del fundador, que comparte el accionariado con su hermano Manuel (se reparten un 30% del capital cada uno) y con sus hermanas Josefa y Encarnación (un 20% cada una).
En 2022 salieron de sus dos fábricas (Molina de Segura y Brasil) más de 90 millones de kilos de chucherías repartidos, sobre todo, en tres categorías: caramelos de goma, marshmallow (también conocidas como nubes) y regaliz, su producto estrella, del que presumen de ser líderes mundiales en ventas. “Hemos ido más allá del clásico y cada año salen decenas de novedades, lo que rejuvenece el mercado y nos da notoriedad. Fuimos la primera empresa del mundo en lanzarlo sin gluten. Es un producto que todavía tiene mucho recorrido”, señala Antonio Andrés Sánchez, presidente de la compañía.
Con más de 1.350 empleados en España y más de 2.500 en el mundo, “todos directos y casi el 100% de plantilla indefinida”, en 2022 su facturación llegó a 372 millones de euros, un 43% más que un año antes, con un ebitda de 67 millones de euros, más del doble que el anterior ejercicio. “Apuntamos al sol para llegar a la luna”, subraya Sánchez. Un ejercicio de puntería con el que pretenden rebasar los 470 millones de euros en ventas en 2023 y para lo que cada año invierten entre 20 y 30 millones de euros en I+D e infraestructuras.
Unas cifras que tienen en los caramelos de goma su producto estrella, seguidos del regaliz y el resto de categorías como nubes, chicles, caramelos duros o golosinas kosher, halal (para judíos y musulmanes, respectivamente), veganas o para celiacos. Productos que se venden en un 80% con la marca Fini mientras que el resto se comercializa con distintas enseñas de distribuidor. Un apartado este que, desde Fini, no lo consideran clave: “No nos emociona, pero es un apoyo que abre un mercado o un cliente. Cada vez supone un menor peso”, afirma el directivo.
En España, The Fini Company dice tener un 35% de la cuota de mercado, pese a que, como indica Sánchez, es una cifra difícil de obtener ya que las consultoras no miden el llamado “canal impulso” (tiendas de conveniencia, quioscos…) y es ahí donde más venden, “es una estimación, casi un tiro al aire”.
Para los próximos cuatro años, la multinacional se ha propuesto duplicar su tamaño, tanto en volumen como en facturación. La aspiración pasa, sobre todo, por el crecimiento orgánico, aunque meses atrás barajó el inorgánico. “La empresa en su anhelo de crecer estudió como una opción que se adhiriera un grupo de inversión que aportara valor al crecimiento. Después de diseñar el plan y al ver que teníamos la capacidad de desarrollarlo, decidimos hacerlo solos. A partir de ahí, estamos abiertos a oportunidades de adquisición, pero sin ayuda de grupos inversores, y siempre mirando a firmas de nuestro sector”, subraya.
También tuvo un cambio de guion la gestión de las tiendas propias, de las que solo sigue en pie la de Murcia. “Se cerraron porque llevábamos la gestión directamente y no somos especialistas. Además, era entrar en competencia con tus clientes”. Aun así, en Latinoamérica sí tienen en marcha un plan de expansión de tiendas en franquicia en países como Brasil o Chile.
A ritmo de samba
Si Molina de Segura es el paraíso de los amantes de las golosinas, Brasil, país al que llegaron en 2000 para fundar su segunda fábrica, es el paraíso de Fini. Supuso una dura apuesta y hoy se ha convertido en su piedra filosofal. “Elegimos Brasil porque no había una categoría de producto como la nuestra. Fue un camino difícil porque había que convencer al público, pero ha compensado. De hecho, a las golosinas las llaman Fini como aquí a los yogures Danone”, apunta Sánchez.
De la producción total de la compañía, casi la mitad se elabora en Brasil y el 95% se consume en el país. Asume una cuota de mercado del 73%, con las “dentaduras” (caramelos blandos con forma de dientes) como el dulce más vendido. “En este país Fini está en todas partes, en la Fórmula 1, en las líneas aéreas, Nestlé fabrica una línea de helados con nuestra marca, hasta las chanclas de la playa se llaman Fini”.
El camino de éxito los llevó a diversificar producto y lanzar Dr Good, una línea de suplementos vitamínicos para niños y adultos, que por ahora solo está en Brasil. “Aprovechamos el tirón para crear referencias distintas. Nos abría las puertas del mercado”, señala.
Frente a un elevado consumo local en Brasil, en España tan solo se queda un 20% de su producción. El resto tiene como destino más de 100 países entre los que destacan los latinoamericanos. “Queremos ampliar mercado, nuestro techo es el mundo. Barajamos todo, pero Asia y África son las asignaturas pendientes”, explica el directivo. Actualmente cuentan con ocho filiales repartidas entre Francia, Italia, el Reino Unido, Portugal, Chile, Perú, Colombia y Ecuador, y una que empieza a andar en Bélgica. “Nuestro crecimiento será mediante filiales, nada de terceros actores”.
Por otro lado, The Fini Company ha puesto en marcha un proyecto de sostenibilidad (de momento solo en la fábrica española), con una inversión de 10 millones de euros, para reducir sus emisiones de CO2, para el ahorro de energía y la reducción del gasto de agua. En 2022 también ha rebajado un 11% los residuos de plástico y apuesta por alcanzar un 63% de envases monomaterial (más fáciles de reciclar que los fabricados con mezcla de varios componentes).
En esta carrera de la sostenibilidad, la salud también juega una baza importante. Ante el problema de la sobreingesta de azúcar en nuestro país, sobre todo, en niños y adolescentes, la molinense ha reducido un 30% de azúcar en algunos de sus productos, pero, según sentencia el directivo, “nuestro objetivo es presentar la mejor experiencia posible, para ello una golosina tiene que tener sabor, por debajo de ahí ya no es una golosina, es otra cosa”.
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