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captura y almacenamiento de carbono
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Pensar juntos y a lo grande

La industria española puede proporcionar las soluciones innovadoras para descarbonizar el mundo

Plataforma de la petrolera y gasista noruega Statoil, cerca de Stavanger.
Plataforma de la petrolera y gasista noruega Statoil, cerca de Stavanger.REUTERS

Longship es un proyecto a gran escala del Gobierno de Noruega de captura, transporte y almacenamiento de carbono al que se han destinado 2,5 billones de euros —una tercera parte aportados por la industria—, con un horizonte a 10 años. La captura y almacenamiento de carbono (CAC) es clave para la reducción de las emisiones de industrias como la del carbón, el petróleo, el gas, el metal o el cemento. Con una gran área geológica natural con capacidad de almacenamiento de CO2 bajo el mar del Norte, Noruega puede demostrar la CAC a gran escala, sin olvidar que un 20% de su PIB proviene del petróleo y, previsor, el país se enfoca a una estrategia de transformación industrial no sólo para ser sostenible, sino también para proveer de soluciones al resto del mundo. Gobierno, industria y mundo académico llevan años trabajando conjuntamente en ello.

Los de la CAC son proyectos público-privados que involucran a toda la cadena de valor, construyendo infraestructuras de CO2 de acceso abierto, que pueden poner a prueba no sólo las tecnologías, sino también los modelos de negocio y el mercado, las políticas y las regulaciones. Longship funciona con esa responsabilidad compartida, también en materia de inversión. Cada socio industrial es responsable de su propio proyecto, mientras que el Estado coordina y crea un marco para el papel de cada uno. El Ministerio del Petróleo y la Energía de Noruega, a través de la empresa pública Gassnova, impulsa, planifica y administra las políticas y los acuerdos de apoyo a las empresas; integra y optimiza la cadena de la CAC y difunde los resultados para garantizar que se cumplen esos objetivos.

El Gobierno lidera y coordina el programa global, aporta recursos económicos, establece la estructura de colaboración público-privada y lleva a cabo el seguimiento. Y las empresas se focalizan en cada uno de sus proyectos, según sus propios procedimientos y métodos, conservando la propiedad y la operación de sus instalaciones al final del recorrido. Al igual que sucede en los proyectos de movilidad sostenible y energía, en los de CAC son varias las cadenas de valor involucradas y necesarias para su éxito.

En España necesitamos unir esfuerzos públicos y privados, poniendo foco en las tecnologías, mercados y políticas necesarias, con estrategias decididas y coherentes en todos los niveles y áreas de nuestros gobiernos, con enfoque a largo plazo y los cambios normativos necesarios. Nuestra industria puede proporcionar las soluciones innovadoras para descarbonizar el mundo, creando riqueza y empleo. Debemos facilitar la colaboración con un cambio cultural que no demonice a las administraciones que trabajan con las empresas, siempre con garantías y transparencia. Facilitemos consorcios, concesiones, compra pública innovadora, pilotos que supongan un win-win y compensen a las empresas, y diseñemos proyectos estratégicos y tractores, involucremos a las pymes, los centros tecnológicos y las universidades. Como hacen los noruegos, hemos de pensar juntos, en grande.


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