Actuar contra el estrés hídrico
Hemos de proyectar conexiones adecuadas entre cuencas que compensen la deficiencia de muchas regiones europeas
La desigual escasez de agua en el mundo y, especialmente, en España es un enorme reto que debemos afrontar de manera inminente. La gobernanza debe colocar el acceso al agua potable de la ciudadanía como su prioridad. No en vano es un derecho fundamental de las personas y un recurso básico para su supervivencia. Para ello, debemos actuar en diferentes frentes, desde el respeto a la transición ecológica y el equilibrio territorial, hasta el incremento del grado de responsabilidad individual y concienciación social para ajustar el consumo. Es evidente que el estrés hídrico está asociado a características intrínsecas de nuestro país, como su ubicación geográfica, el desarrollo económico, el turismo y la agricultura, entre otras; como también lo es que, gracias al importante nivel de desarrollo de nuestras infraestructuras hidráulicas durante décadas, se ha logrado paliar en buena medida esa escasez. Sin embargo, para afrontar el futuro debemos actuar con rigor y conocimiento en varios ámbitos.
En primer lugar, debemos hacer frente a un control exhaustivo de patologías y averías y a un mantenimiento correctivo y preventivo de nuestra infraestructura existente. Presas, embalses, canales, tuberías en alta y baja presión y depósitos de almacenamiento han de garantizar la debida estanqueidad para evitar fugas o pérdidas. Nuestro objetivo debe ser alcanzar niveles de pérdidas similares, incluso menores, que los países de nuestro entorno. Es necesaria una inversión apropiada y sostenida en los presupuestos de nuestras administraciones, no sólo para nuevas infraestructuras sino también en sistemas de digitalización que nos permitirían conocer su estado y evaluar su vida útil.
Es inaplazable, de manera generalizada, la reutilización del agua. A pesar de que en España todavía hemos de completar la dotación de estaciones depuradoras de aguas residuales con tratamientos biológicos secundarios, ya somos capaces de volver a utilizar el agua que anteriormente ha tenido usos industriales o municipales para consumo humano. Las empresas ya están participando en el siguiente estadio: el desarrollo e implantación de innovadores tratamientos terciarios que permiten eliminar la carga contaminante del agua y cumplir exigentes criterios de calidad para destinarla a satisfacer las necesidades de la población.
Sobre la conexión de cuencas existe un debate carente de base técnica en esta época de enorme estrés hídrico. Hemos de evaluar rigurosamente el trasvase de cuencas excedentes a cuencas deficientes. Lo estamos haciendo con otras fuentes de energía y, con mayor razón, lo hemos de hacer con el agua. Bajo la premisa de impecables estudios técnicos que no alteren la biodiversidad y no perjudiquen los ecosistemas de las cuencas con excedente de agua hemos de proyectar conexiones adecuadas entre cuencas que compensen la deficiencia de muchas regiones europeas. Por último, debemos acometer un plan de desalinización con equilibrio social, ambiental y económico.
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