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mercosur
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La unión hace la fuerza

El acuerdo UE-Mercosur, de materializarse, supondría un incremento del 0,23% para el PIB español

UE-Mercosur
Maravillas Delgado

Es un hecho que el adelanto electoral en España condicionará la presidencia del Consejo de la UE durante la segunda mitad del año. Sin embargo, más allá de las incógnitas que se abren tras el anuncio, hay un punto clave sobre el que la gestión española puede ser crucial. El Acuerdo de Asociación entre la Unión Europea y los países del Mercosur —Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay— sigue sin confirmarse. El texto, atrapado en la maquinaria burocrática de Bruselas durante los últimos cuatro años, espera el momento político adecuado para avanzar en su proceso de ratificación. Con ello, Europa se juega no solo su liderazgo económico, socavado por el avance de China, sino también su influencia política, en una región de gran relevancia estratégica. Solo para España, el acuerdo supondría un incremento del 0,23% del PIB y la creación de miles de puestos de trabajo.

Las negociaciones sobre el Acuerdo de Asociación terminaron en 2019. Desde entonces el mundo ha cambiado sustancialmente, pero la situación actual es mucho más favorable para la ratificación que la de años anteriores. En el plano geopolítico, la invasión rusa en Ucrania ha forzado la revisión de los lazos comerciales europeos y el desacople de la economía rusa. En el plano político, la administración brasileña del presidente Bolsonaro, enemistada con la mayoría de los gobiernos de Europa, ha dado paso al Gobierno de Lula da Silva, cuyos objetivos sociales y medioambientales están muy alineados a los europeos.

A nivel interno también se han producido cambios que favorecen la activación del acuerdo. La UE ha puesto en marcha regulaciones comerciales para los estándares medioambientales, laborales y de derechos humanos que se aplican, de forma unilateral, a todos los productos importados. Atendiendo a los objetivos de sostenibilidad y derechos humanos, barreras como el mecanismo de ajuste en frontera por carbono, el reglamento que prohíbe los productos realizados con trabajo forzoso, la directiva sobre diligencias en materia de sostenibilidad o el reglamento contra la deforestación, reducen la presión sobre el pacto con Mercosur. Estas medidas, además, permiten una respuesta rápida y eficaz ante los posibles abusos o incumplimientos externos.

¿Qué falta entonces para una firma que beneficie a ambos protagonistas? Es, principalmente, una cuestión de voluntad política. Y aquí es donde España, más allá de su composición parlamentaria, puede contribuir. Tanto la UE como Mercosur deben asumir que los cambios ocurridos desde la finalización de las negociaciones son parte del nuevo contexto que enmarca las relaciones entre las dos regiones. Este es el reto, y objetivo principal, del documento que se negocia actualmente: el Protocolo adicional al Acuerdo de Asociación, el texto cuya aprobación permitirá desbloquear la ratificación. Este protocolo debe reconocer que las nuevas regulaciones comerciales europeas son parte del acervo comunitario y enfocarse en asegurar su adecuada ejecución por parte de las empresas del Mercosur. Igualmente, el documento debe incorporar la contribución a la lucha contra el cambio climático y a la protección de la biodiversidad de los países sudamericanos, como parte significativa de su acción política. Es el caso de Brasil, que dedica más de 52 millones de hectáreas —similar a la superficie de España—, a la producción agrícola de bajas emisiones y donde el 48% de la energía proviene de renovables, más del doble que en la UE.

La aprobación del acuerdo no será fácil. Desde el lado medioambiental continúan las presiones para introducir mayores compromisos. Por otro lado, los sectores comerciales e industriales que consideran que el pacto amenaza su actividad económica, debido al aumento de la competencia, están en contra. Ante estos argumentos, conviene destacar el Acuerdo de Asociación ofrece a las dos regiones mecanismos para reducir su dependencia comercial y para fomentar la complementariedad de sus economías en la transición energética. Además, establece un marco institucional que permite alinear las visiones geopolíticas y las políticas climáticas de ambos lados.

Es un acuerdo que une y refuerza a las dos regiones. Como cuarta economía de la Unión Europea, y uno de los principales beneficiarios de esta alianza, España debe ejercer el liderazgo que le ofrece la presidencia del Consejo de la UE. Lograr la aprobación del Acuerdo de Asociación entre la UE y Mercosur presenta una oportunidad histórica, no solo para la integración económica, también para establecer un diálogo político continuo, tan necesario como estratégico, entre los países de ambos grupos.

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