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Lujo
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

El dilema del dueño de Cartier: seguir solo o echarse en los brazos del hombre más rico del mundo

El mercado especula con una posible opa de LVMH, propiedad de Bernard Arnault, sobre Richemont, cuyo máximo accionista es Johann Rupert

Cartier
Louis-François Cartier creó la firma en 1847, cuando se hizo cargo del taller de su propio maestro. Ahora, propiedad de Richemont, es una de las empresas de la industria del lujo más reconocidas.

El milmillonario dueño de Cartier y Piaget, Johann Rupert, en una ocasión se refirió a sí mismo como “Rupert el realista”. Ahora que se aproxima a los 73 años, el presidente de la Compagnie Financière Richemont quizá tenga que echar mano de ese pragmatismo del que alardea para decidir sobre el futuro de su imperio del lujo valorado en 81.000 millones de dólares.

En el periodo anterior a la pandemia de la covid-19, a las acciones de Richemont les costaba igualar la cotización de sus rivales más grandes. Los inversores castigaron la costosa adquisición en 2018 del grupo digital Yoox Net-A-Porter, que ahora va a vender. El precio deprimido del grupo suizo llegó a atraer el interés del jefe de Kering, Francois-Henri Pinault, quien propuso una fusión.

Parece que las tornas han cambiado. El rápido crecimiento del negocio de joyería de Richemont, de elevados márgenes, ha hecho que las acciones repuntaran un 63% en los dos últimos años. Pero, incluso con una valoración mayor, Rupert podría recibir nuevas proposiciones: Bernard Arnault, propietario de LVMH, un conglomerado valorado en 430.000 millones de dólares, estaría encantado de comprar Richemont, según insinuaba el mes pasado el periódico suizo Finanz und Wirtschaft.

La férrea estructura de gobernanza de Richemont significa que no se podría llevar a cabo ninguna operación sin el consentimiento de Rupert. Pero un acercamiento por parte de Arnault podría propiciar que el magnate sudafricano reflexionase seriamente sobre las perspectivas de su empresa. Con un flujo de caja libre de aproximadamente 17.000 millones de dólares este año, LVMH podría permitirse comprar Richemont en efectivo sin necesidad de endeudarse mucho. Pero eso excluiría a Rupert de todo crecimiento futuro del gigante Tiffany-Dior.

Una oferta de efectivo y acciones podría ser más apetecible. Sin embargo, encontrar el equilibrio de poder apropiado sería complicado. A pesar de tener en propiedad solo el 10% del capital en circulación de Richemont, Rupert controla el 51% de los derechos políticos gracias a sus acciones especiales de clase B. Mantener ese mismo poderío en una hipotética fusión se antoja difícil.

Es posible que Rupert decida seguir como está. La marca más grande de Richemont, Cartier, que se espera que alcance un margen de explotación de 4.000 millones de euros en los 12 meses hasta marzo de 2024, podría venderse por sí sola a un precio 80.000 millones de euros (84.000 millones de dólares) si se valorase a un múltiplo de 20 veces, igual que otras marcas del sector del lujo, según cálculos de Breakingviews basados en datos de Visible Alpha. Eso supera la capitalización bursátil actual de Richemont, lo cual indica que la acción tiene margen de crecimiento.

Para obtener más respaldo de los inversores, es posible que Rupert tenga que aclarar su plan de sucesión. Los rivales han dado pasos para implicar a la siguiente generación. Arnault escogió a su hija Delphine para que liderase su segunda mayor marca, Christian Dior. Por otro lado, los propietarios de Prada han nombrado consejera delegada a la veterana directiva Andrea Guerra, para que prepare al hijo, Lorenzo Bertelli.

Rupert no ha indicado si tiene la intención de entregar el mando a su hijo Anton. Pero tampoco ha ascendido claramente a ninguno de los altos directivos de Richemont. Aferrarse a la empresa propietaria de Cartier tiene sentido, pero enfocar de manera pragmática la sucesión ayudaría a liberar su valor oculto.

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