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Drones que inspeccionan entornos industriales

Hovering Solutions factura 640.000 euros con unos aparatos que radiografían conducciones sin recibir señales del exterior

Hovering Solutions dron
Un dron de la empresa Hovering Solutions revisa una instalación de agua.

Centrarse en un mercado emergente y resolver una necesidad. A Hovering Solutions le funcionó seguir este par de consejos para no ser una start-up tecnológica de las que aspiran a recibir financiación de forma indefinida hasta generar beneficios en un tiempo lejano. Desarrolladora de unos pequeños drones capaces de inspeccionar conducciones industriales de difícil acceso —una prestación residual en el pujante negocio que están generando los vehículos aéreos no tripulados, pero que lleva a administradores de centrales hidroeléctricas y redes de aguas a recurrir cada vez más a estos aparatos—, esta compañía madrileña, fundada en 2016, está culminando su primera gran ronda de financiación, por valor de 800.000 euros. Pero ya factura 640.000 anuales y hasta ahora apenas había captado 160.000: 100.000 en una ronda inicial y 60.000 aportados por su fundador, el ingeniero de telecomunicaciones Fran Espada, quien además asegura que la firma ha tenido ya beneficios, reinvertidos por completo.

Espada trabajaba en un centro tecnológico privado enfocado en industrias extractivas. Ahí se familiarizó “con el desarrollo de sistemas de localización y control ambiental en entornos subterráneos, como túneles o galerías mineras”. Tras unos años, quiso profundizar por su cuenta: “Hacia 2013 o 2014 empecé a fabricar partes electrónicas de drones a partir de piezas que compraba, a programar controladores y, con el tiempo, a volar los aparatos en entornos cerrados”. Hasta que vio una oportunidad de negocio en el proyecto Crossrail, el encargado de ejecutar la línea isabelina del metro de Londres, inaugurada en mayo, y en el que participaron constructoras españolas como Ferrovial y la filial británica de Dragados. Según relata escuetamente, se presentó a un proceso abierto para realizar el escaneo y la generación de un tipo de reproducciones digitales de varias estructuras, fue seleccionado y constituyó la empresa.

A partir de ahí, sumar clientes resultó “relativamente sencillo”. “Los dos o tres años de desarrollo puro y duro tienes que sufrirlos, pero la necesidad que cubrimos es clara. Nuestra tecnología estará completamente estandarizada en cinco años”, concede Espada en las instalaciones de la firma en el barrio de Las Tablas, donde trabajan 12 empleados. Tras haber incluido en cartera a Iberdrola, EDP, Endesa, la división de tratamiento de aguas de Sacyr o Enusa, la nacional del uranio, mantenerse en un nicho de mercado en el que habrá cada vez más competidores es uno de los principales retos. Porque el auge de los drones está menguando los reconocimientos tradicionales, entre ellos el que se apoya en el uso de obreros alpinistas que se descuelgan en conducciones de centenares de metros. Además, los nuevos enfoques en prevención de riesgos laborales potencian estas soluciones.

Especialización

La empresa se diferencia del puñado de compañías que se dedican a la exploración subterránea con drones —un segmento de mercado que Espada estima en 3.000 millones de euros— en que sus aparatos no reciben señales del exterior, lo que les permite sortear la limitación de no poder inspeccionar en entornos curvilíneos a los que no llegan las ondas. “Simplificando mucho, nuestros equipos actúan como un murciélago: emiten señales y se desplazan en función de los ecos”, ilustra el emprendedor. Pero hay al menos otras dos empresas que operan con una tecnología parecida, la australiana Emesent y la estadounidense Exyn Technologies. En estos casos, sin embargo, se trata de compañías “centradas en la industria minera, que no cuentan con drones de dimensiones tan reducidas porque el tamaño de galerías y grandes cámaras subterráneas no lo exige”.

La firma desarrolla equipos que tienen una distancia entre rotores de 43 centímetros y una autonomía de 29 minutos; presta entre 30 y 40 servicios anuales, a razón de dos o tres por cliente; y permite que este acceda a la información a través de una aplicación web. De momento, opera únicamente desde España, pero la internacionalización es uno de sus retos inmediatos, y planea acometerla con distribuidores. “La idea es que recojan los datos y seamos nosotros quienes los compartamos con los clientes”, señala Espada. Sus objetivos ahora son mejorar la interfaz, captar talento para desarrollar equipos más pequeños y crear un departamento de marketing. Su previsión de ingresos para 2026 es ambiciosa: 10 millones de euros.


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